El perro en casa
Convivir con un perro produce satisfacciones en función de su utilidad, de su compañía e incluso de su estética, pero no creamos por eso que esta convivencia está exenta de obligaciones por parte del propietario. Obligaciones con respecto del animal y dimanentes del medio que nos rodea. Con respecto de¡ perro, una dieta y una higiene controlada. Con respecto del medio, una educación que haga agradable el trato con el dueño, con las personas que le rodean y con respecto de aquellos que accidentalmente coinciden en su vida.Los cuidados alimenticios del perro son delicados en su juventud, ya que conviene dar tres comidas al cachorro hasta que cumpla los cuatro meses. Pueden componerse, una de ellas, de pan con leche y las otras dos de arroz cocido con carne picada, que si es de desperdicios de pollo o de magro de caballo puede ofrecérsele cruda, pero que si procede de casquería de ovino o vacuno debe cocerse largamente. A esta dieta conviene añadir algo de verdura fresca y, en forma de medicación, un suplemento de vitaminas, calcio y minerales, que debe dosificar el veterinario en función del tamaño y forma del perro. A partir de los cuatro o cinco meses el número de comidas puede reducirse a dos hasta que cumpla un año, suprimiendo el pan con leche y dándole las raciones a media mañana y al anochecer. A partir del año, y si el desarrollo es lento, a partir de los 15 meses, con una sola comida al día, preferentemente. a la caída de la tarde, el perro obtiene una dieta suficiente.
En conexión con el problema de la alimentación y de la higiene, conviene recordar dos Preceptos. El primero, es que el perro no debe comer, golosinas, ni de mano ajena a sus dueños, ya. que se empacha con facilidad y eso repercute desfavorablemente a la hora de saciar su apetito con la ración adecuada. El segundo, que un perro sano debe acabar con su ración en un plazo máximo de 15 minutos. Si sobra en su recipiente, transcurrido este plazo, debe retirársele y poner menos cantidad al día siguiente
Higiene
Las necesidades estrictamente higiénicas del perro, son mínimas. De cachorro deben eliminársele las lombrices, práctica que se debe repetir como mínimo todos los años. A partir de los tres meses, y si ha sido vacunado a los dos, se le puede bañar. No conviene hacerlo muy a menudo, ya que en la piel de¡ perro existe una grasa protectora que nutre el pelo y equilibra sus reacciones térmicas, y con los excesivos lavados se pierde. Si el perro sale al campo con frecuencia, entre la maleza se efectúa un autolimpiado, con lo cual un cepillado de la piel suele ser suficiente para que el perro no huela y esté suficientemente limpio. En las pajarerías y en los departamentos de animales de los grandes almacenes existen diferentes tipos de champús y de cepillos recomendables a cada tipo de pelo de cada raza. Si el perro es de pelo largo y sedoso, es necesario un cepillado concienzudo cada tres o cuatro días, con el fin de que no se formen nudos, que acabarían con el acortamiento y pérdida de belleza del pelo. Por otra parte, en los climas extremados como el nuestro todos los perros efectúan en otoño y en primavera una muda del pelo para adecuarlo a la temperatura ambiente, muda a la que conviene ayudar con el peinado a fin de eliminar el pelo muerto con menos sufrimiento para el animal.
Conviene también vigilar las deposiciones y procurar que sean duras y no excesivamente olorosas; todos los perros necesitan de un ejercicio diario de media hora como mínimo y periódicamente con viene rociarlos, con un desinsectante a, fin, de que repelan pulgas y garrapatas, estas últimas muy, frecuentes en las épocas de calor. La limpieza de los dientes amarillentos, a partir de los dos años de edad, eviia malos alientos y es fácil de realizar con un cepillo duro impregnado en agua de bicarbonato, o con una mezcla de sal y zumo de limón.
