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Reportaje:Italia: una opción histórica / y 3

Entre los grandes, tres padres de la patria Una Casandra vigilante

Como a la hija de Príamo y Hécuba, le llaman Casandra, cuyas justas predicciones no encuentran sino incrédulos. Ugo La Malfa, que nació en Palermo el 16 de mayo de 1903, juega todos los días a los bolos en Ostia, a unos treinta kilómetros de Roma, y hay que reconocer que muchas de sus predicciones, sobre todo en el campo económico, se han verificado, y que no siempre profetiza desgracias.Licenciado en 1926, funcionario de Banco, la víspera del «delito metteotti» entra en el movimiento antifascista. A finales de 1924 llega a Roma y se forma al lado del líder liberal Giovanni Amendola, padre del actual líder comunista Giorgio Amendola. Del 1924 al 1928 participa en la acción clandestina contra el fascismo. Fue detenido por artículos escritos en la revista Pietre y, puesto en libertad, funda con otros antifascistas el «Partido de Acción» y, en 1942, el diario clandestino Italia Libre. Representante del Partido dé Acción en el Comité de Liberación Nacional, en 1946 entra en el Partido Republicano.

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Entre los grandes, tres padres de la patria

Desde entonces La Malfa ha sido un hombre de gobierno: desde la Asamblea Consultiva y la Asamblea Constituyente hasta la última participación como vicepresidente del Consejo en el cuarto Gobierno Moro (23-11-74). La Malfa ha sido vicegobernador del Fondo Monetario Internacional, ministro de Transportes en el gabinete Parri, en 1945, sin cartera en el sexto gabinete De Gasperi, en 1949, y de Comercio Exterior en el séptimo, en 1951. Liberalizó los cambios, que fue la premisa del «milagro económico» italiano. Tras Una larga batalla desde, 1954 a 1962 por la renovación del país, fue ministro del Presupuesto en el primer gobierno del centro-izquierda.

La Malfa ha proyectado siempre nuevos «modelos de desarrollo», ha demostrado una fuerte con ciencia autocrítica de los errores, incluso propios. Ha sido el ministro que dimite de su cargo a las prime ras de cambio, cuando las cosas no marchan. La Casandra italiana sigue siendo la conciencia más viva y vigilante de la grave situación económica actual. Se opone naturalmente al llamado «compromiso histórico, porque su partido de tradición anticlerical, antivaticano, quedaría aplastado o suprimido. Tampoco dice un no rotundo a los comunistas. Incluso podría ser presidente del Consejo de Ministros garante de la democracia occidental, si la izquierda, es decir, comunistas y socialistas, conquistaran el 51 por 100 del electorado. Sea lo que sea, La Malfa es consciente del importante papel que juega en el sistema su partido, aunque sea de «élite», y administra su función política con astucia, oportunidad y decisión.

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