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Crítica:CANCION
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Jarcha: "El folklore alienado"

En esta hora en la que las nacionalidades de la Península afloran con fuerza, los cantantes, determinados cantantes, catalizan en su obra estas aspiraciones a través de unos repertorios identificados con la cultura y la problemática de sus respectivos países. Tal es el caso recientemente citado en estas páginas del aragonés Labordeta, de Raimon o de tantos otros cantantes-autores catalanes, aragoneses, gallegos, canarios, vascos, asturianos o andaluces. Sin duda Andalucía cuenta con una larga y fecunda tradición folklórica, con un flamenco que por su pujanza, su riqueza expresiva y su emotividad ha sufrido, con el paso del tiempo, toda clase de mixtificaciones y comercializaciones y que ha sido utilizado en sus versiones más degradadas como exponente de una Andalucía y de una España (te bata de cola y libre de problemas.El grupo onubense Jarcha, grupo folk. por excelencia en la más tópica acepción de la palabra, se: ha planteado su trabajo, partiendo de una vinculación con Andalucía y con su folklore. Afirman los componentes de Jarcha estar trabajando en un nuevo terreno, el neofolk, y en esta nueva etiqueta introducen los más variados ingredientes, dando origen a un pastiche que, a pesar de su efectividad comercial, resulta menos discutible.

«Lo folk y el folklore»

La palabra folk, recogida del lenguaje musical norteamericano, fue introducida en España a mediados de los años 60, para denominar a una serie de grupos que, claramente influenciados por el folk song americano, intentaban popularizarlo en sus versiones y, al mismo tiempo, pretendían llevar a cabo el mismo tipo de labor con formas tradicionales de la Península, entrando en el terreno de las recuperaciones de cantos populares, coplas y ritmos pertenecientes a la cultura popular de las diferentes tierras españolas. Este movimiento folk, capitaneado en sus principios por el grupo Nuestro Pequeño Mundo, surgiendo bajo la docta supervisión del folklorista Joaquín Díaz, caló especialmente entre los jóvenes y, en particular, en los medios estudiantiles, y dio origen a una floración exuberante de denominaciones como, Vino Tinto, Mocedades, Maíz y Laurel y otras igualmente bucólicas y pastoriles. Adolescentes de las grandes ciudades decidieron dedicarse a la recuperación de cantos campesinos, de canciones de trabajo y baladas rurales y, a pesar de sus indudables buenas intenciones, dieron origen a un flolk pseudorrural, mixtificado e ingenuo, especialmente adecuado a representaciones de fin de curso. Las casas discográficas englobaron a estos grupos de aficionados adobándoles con unas gotas de comercialidad y apoyándoles, a veces, con un talento de la casa, autor, compositor y arreglista que pudiera dar un aire mínimamente presentable a unos repertorios construidos a base de recopílaciones de canciones, realizadas generalmente sin el más mínimo rigor y sin ninguna fidelidad a unos modelos que se conocen deficiente mente y que no se investigan.

«Jarcha» y el «neofolk»

El grupo Jarcha pertenece a las últimas promociones de este neo-folk y aunque en sus primeras interpretaciones arrojaran algunas elementos de espontaneidad y vitalidad, moderadamente interesantes, metidos de lleno en el éxito discográfico y en la con siguiente manipulación industrial, se han convertido en un desvaído cliché y adquirido una serie de virtudes profesionales que amenazan destruir completamente la intencionalidad que sigue, pese a todo, presente en su obra.En Jarcha conviven influencias folklóricas andaluzas con restos del folk americano y con numerosos «tics» corales propios de escolanía de colegio de curas. Este conglomerado lleva consigo considerables dosis de pretenciosidad y un barniz culturalista considerablemente ingenuo. Los cantos folklóricos de Andalucía, los ritmos flamencos, fandangos, bulerías, sevillanas o campanilleros aparecen totalmente desvincula dos de su forma y su esencia tradicionales y despojados de toda su espontaneidad y su fuerza, sometidos a unos cánones estéticos artificiosos y pretendidamente modernos. En el capítulo de las musicaciones de textos poéticos (Brecht, Hernández, etcétera), el grupo Jarcha ha caído en los mismos defectos y ha intensificado un dramatismo efectista que llega a provocar la hilaridad o la indignación en unos recitados con fondo musical, especial mente grotescos., En particular, la estremecedora elegía de Miguel. Hernández dedicada a la muerte de Ramón Sijé adquirió en la última presentación pública del grupo en Madrid (teatro Monumental, 31 de mayo) características de auténtica parodia por su grandilocuencia y su ampulosidad.

El que este tipo de subproductos llevados a cabo con una supina ignorancia de lo que es la cultura popular, en este caso andaluza, obtengan el éxito, sólo es explicable por la degradación de un medio contaminado por los intereses industriales y por la existencia de una mentalidad progre que suele juzgar este tipo de productos en función de su intencionalidad, al margen de su profundo conservadurismo estético, sin caer en la cuenta de que se trata de manipulaciones y mixtificaciones, intencionadas o no, de unos contenidos que de alguna forma pudieran ser revulsivos, pero que tomados en este sentido, resultan inofensivos cuando no claramente reaccionarios.

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