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El accidente deI "obispo" Clemente, serio aviso para la Iglesia

A última hora de la tarde del pasado sábado, llegaba a Sevilla la noticia del accidente sufrido por el obispo y fundador de la Santa Faz, reverendo Clemente Domínguez, a consecuencia del cual el vidente principal de El Palmar de Troya ha perdido los dos ojos, produciendo la lógica conmoción en círculos allegados a la casa generalicia, en donde se han registrado numerosas llamadas interesándose por la salud del obispo fundador.

Tras unos meses de escaso movimiento, los alrededores de El Palmar se vieron ocupados el pasado domingo por autocares con matrículas de Valencia, Barcelona, Madrid y Murcia. Por la tarde, ante una gran afluencia de fieles, se celebró una procesión en Lentisco, ofreciéndose seguidamente preces por la recuperación del herido, mientras se producían escenas muy emotivas como consecuencia de la emoción que embargaba a los seguidores de Clemente Domínguez.En el transcurso de estos cultos, entraron en éxtasis dos videntes de El Palmar, uno de ellos conocido como Anillitos, manifestó que la Virgen María le había advertido en el transcurso de la visión de los inminentes y graves problemas que se cernían sobre el Vaticano y toda la cristiandad con motivo del aumento de credibilidad del Partido Comunista de Enrico Berlinguer cara a las próximas elecciones italianas. En este sentido, el accidente de Clemente Domínguez había que interpretarlo como un serio aviso al mismo tiempo que una prueba más del favor del cielo. En parecidos términos se expresó el otro vidente, llamado Manuel, el cual llevaba dos años sin protagonizar visión celestial alguna, subrayando que Clemente Domínguez no volvería a ver a las personas divinas con los ojos del cuerpo, pero seguiría percibiendo las imágenes en el interior del alma.

Para los sevillanos, evidente Clemente era y es un personaje popular incorporado plenamente a la sociología local. Las múltiples peripecias del ex administrativo Clemente Domínguez y demás componentes de la orden de la Santa Faz, han sido seguidas por los sevillanos con más regocijo que ira, de modo y manera que es frecuente escuchar por las calles sevillanas una frase que resume la situación: Clemente, no te quedes con la gente. De todas formas, la noticia del accidente y su repercusión dramática han calado en la ciudad, no faltando tampoco los comentarios de los. intransigentes religiosos, que interpretan como un castigo divino las graves heridas del obispo fundador de la orden de El Palmar. Como contrapartida, hay que señalar que algunas de las llamadas registradas en la casa generaIicia, han sido realizadas por personas que están dispuestas a donar sus ojos al vidente Clemente.

Todos los obispos de El Palmar, una vez conocida la noticia, se trasladaron a San Sebastián, entre ellos el vicesuperior, Manuel Alonso, quien antes de partir manifestó que el obispo fundador viajaba junto al conductor y en el momento de volcar el automóvil, el vidente Clemente introdujo la cabeza por el cristal delantero, uno de cuyos trozos le penetró por el ojo derecho, desgarrándolo completamente e interesando al ojo izquierdo, dañándolo también gravemente hasta el punto de que la operación que le efectuaron no pudo impedir la pérdida de ambos ojos.

Clemente Domínguez trabajó varios años como administrativo en la Ciudad Sanitaria San Juan de Dios, siendo despedido por el superior de la orden, fray Serafín Madrid, al descubrirse ciertas irregularidades en el control de las cuotas de los donantes de esta empresa religiosa. Posteriormente, Clemente Dominguez encabezó un grupo de personas que reivindicaron la autenticidad de unas supuestas apariciones de la Virgen María a unos niños que jugaban en la finca del término municipal de Utrera, denominada El Palmar de Troya. A partir de entonces, Clemente Domínguez conectó con sectores de cierto nacional-catolicismo, a fin de propagar los supuestos hechos y de promocionar el lugar de tales apariciones.

Con el importe de las donaciones de estos sectores y de otros grupos extranjeros, principalmente irlandeses y norteamericanos -la orden de la Sanla Faz posee oficinas en Nueva York para canalizar las aportaciones de los seguidores norteamericanos-, el vidente Clemente adquirió dos fincas urbanas en la calle Redes, de Sevilla, por un importe superior a los 15 millones, destinando una de ellas a morada de los futuros sacerdotes y obispos de la orden que allí vivía en régimen de seminario, y la segunda finca fue designada como casa generalicia de la orden.

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