Insultos y agresiones en el Parlamento inglés
Las agresiones físicas siguieron en el Parlamento británico, en la noche del jueves, a los gritos de «fascistas» y «tramposos» que recibieron de parte de la oposición, varios miembros del Gobierno laborista. El más grave de los incidentes lo protagonizó el portavoz para Asuntos Industriales de los conservadores, que esgrimió el casi sagrado estandarte que sirve de símbolo del Parlamento y amenazó con usarlo como arma arrojadiza contra los diputados laboristas que cantaban el himno de su partido.El gobierno acababa de ganar una votación decisiva. Hubo bofetadas, insultos... No se recuerda un desorden tan grave en los comunes desde 1956 cuando se celebraron los debates acerca de la crisis del canal de Suez. Ayer por la mañana unos y otros se han disculpado por su «vergonzosa conducta». Los partidos responsables de los incidentes han sido acusados de tener más en cuenta sus propios intereses que el significado del Parlamento, que ha sido pisoteado de la manera más salvaje.
La ley que ha causado estas «deplorables escenas» es la que pretende la nacionalización de las industrias de construcción naval, y aerónautica. Después de 58 debates, un diputado conservador descubrió que el texto propuesto por el Gobierno contenía una incorrección que obligaba a reconsiderar el carácter de la ley.
Una revisión en tal sentido hubiera detenido indefinidamente la legislación. Para ganar tiempo, el Gobierno introdujo una moción que obviaba las dificultades técnicas surgidas. En la votación del jueves se decidió sobre esa moción. El Gobierno ganó por un sólo voto, pero la ley podrá seguir su curso y, con toda seguridad, ser aprobada antes, de que acabe la presente sesión del Parlamento.
Los conservadores han alegado que el Gobierno ha hecho trampas al presentar el texto de la ley y al votar en la noche del jueves. Según parece, ciertas normas establecidas en el Parlamento para regular las votaciones no fueron tenidas en cuenta por los laboristas. La ira de los conservadores no se limitó a manifestarse con amenazas y hechos de violencia.
El jefe parlamentario del Partido anunció, al final de la votación, que los conservadores se negarían, de entonces en adelante, a cualquier colaboración con el Gobierno.
Una situación de guerra fría, en las actuales circunstancias, hubiera hecho aún más difícil la ya casi imposible convivencia parlamentaria. Sin embargo, ayer, dentro del ambiente de arrepentimiento mostrado por los que la noche anterior se habían manifestado tan violentamente, la líder de la oposición Margaret Thatcher cumplió su deseo de ver al primer ministro Callaghan para buscar una solución que restaure la paz y haga olvidar el vergonzoso incidente
La ley de nacionalización de las industrias de construcción naval y aeronáutica figuraba con prioridad en el manifiesto electoral laborista. Una derrota en este terreno hubiera hecho muy difícil la existencia del Gobierno actual, que se encuentra en minoría en el Parlamento.
Michael Foot, el ministro que ahora ocupa el cargo del líder de los comunes, comentó ayer que en realidad lo que podía, deducirse de las escenas salvajes del jueves es que los conservadores no saben perder. «Ellos simplemente no querían que nosotros nacionalizáramos las industrias, que vamos a nacionalizar. Pero hemos triunfado y esas industrias serán pronto propiedad estatal, para el bien de los trabajadores, que verán así sus empleos garantizados por el Gobierno».
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