Fracaso rotundo de Niño de la Capea y Alcalde
Un torero puede estar bien o mal. Hasta puede esta rematadamente mal. Lo que no, puede, es hacer el ridículo, mas aún si presume de figura. Niño de la Capea y Paco Alcalde llevan ya unas temporadas presumiendo de figuras. De aquél se llegó a decir, incluso, que iba para torero de época. La afición no acababa de creer, pues si con el borrigo prodigaba derechazos naturales y el pase de las flores faltaba que lo demostrara con un toro. De Alcalde nunca se dijo que se tratara, precisamente, de un maestro, pero tenía fama de fenómeno, sobre todo con las banderillas. Esto la afición no lo creyó jamás. Ayer salieron toros. No fueron las fiestas terroríficás del día anterior. Se podían torear, admitían el natural y el derechazo. Los hubo suavísimos, los hubo incómodos, los hubo prontos y los hubo tardos. Hasta un, borrego salió.. En fin: lo normal en una corrida de toros de buena mayoría, exhibieron casta.Y ahí, en la casta fue donde naufragaron las figuras. El naufragio desembocó en el ridículo. Como lidiadores, no existieron. En los lances, escurrían el bulto. Incapaces se vieron de domeñar las embestidas, de aguantarlas, de mandar, siquiera fuese un poquito, en los muletazos.
Ayer se celebró la decimoquinta corrida de feria con toros de Pablo Romero para Dámaso González, Niño de la Capea y Paco Alcalde
Hubo tres cuartos de entrada escasos.Los tres espadas estuvieron rematadamente mal. Particularmente Niño de la Capea y Alcalde tuvieron un fracaso rotundo. Fueron incapaces de sacar partido a reses perfectamente toreables. Alcalde banderilleó a su lote con ventajas y absoluta vulgaridad, excepto en un par por los adentros. Finalizaron así sus faenas: - González. En el primero pinchazo, estocada caída, rueda exagerada de peones y tres descabellos (silencio). En el cuarto, metisaca, pinchazo, estocada baja, rueda de peones y descabello (bronca),. - Capea. En el segundo, bajonazo. En el quinto, espadazo bajo enhebrado, estocada perpendicular a capón, rueda de peones y cinco descabellos (bronca monumental en los dos) - Alcalde. En el tercero, media atravesada echándose fuera y tres descabellos. En el sexto, estocada tendida (bronca en ambos). Los tres fueron despedidos. con lluvia de almohadillas y gritos de «¡fuera, fuera!» Los toros. Muy bien presentados,dieron juego. El primero huyó de dos picotazos y recargó en una fuerte vara. Llegó pronto a la muleta, noble, por el derecho. Después se vino abajo. El segundo, colocado de largo, derribó y se fue suelto. Luego, tomó dos puyazos con gran estilo, encelado. Le picaron y haciéndole picaron muy trasero y haciéndole una carioca. Se dolió en banderillas. Embistió nobIe y con casta en el último tercio. Se pidió clamorosamente la vuelta al ruedo. El tercero cabeceó con la salida tapada y no se empleo en el segundo, puyazo. También le picaron trasero y bajo. Acabó sin malas intenciones, aunque agotado. El cuarto salió suelto de dos picotazos y dos varas. Reservón al final. El quinto recargó fijo en un largo puyazo con la salida tapada y acudió pronto a un picotazo. En la muleta aprieta por el derecho y es noble por el izquierdo, aunque embiste con la cara alta. El sexto, muy flojo, sólo admite una varita y un simulacro de puyazo. Cayó varias veces. Para la muleta fue tonto.
Buen toro era el segundo. El público lo aclamaba por su bravura en el tercio de varas, pero se apresuró, a pedir cambio de tercio el Niño de la Capea; Un detalle de nula afición y poca vista porque no se acabó de ver lo que el animal Ilevaba dentro y ademas quedó demasiado entero para las escasísimas posibilidades que tenía su matador. La faena fue fugacísima: dos dobladas, dos derechazos en los que la casta del toro, que es noble, se "come" al torero. Una voltereta. Muchos nervios. Dos naturales sin mandar. Macheteo y... ¡a por él! El quinto valía por el pitón izquierdo, pero el Niño de la Capea se embarulló por ese lado y también se desconfió enseguida, quizá Porque le iba con la cara alta. Culquer profesional habríasabido bajarsela. ¿Qué le faltaba al toro? ¡Un torero! Los modestos del día anterior, por ejemplo, que a estos pablorromeros se los hubieran - jalado con patatas.
Lo mismo les faltó al tercero y al sexto. Por la cara le anduvo Alcalde al tercero, sin atreverse a darle un pase. Al.sexto, que se comportó como borrego, le dio varios derechazos con el pico, unos limpitos y los más no. Ambas reses, por añadidura, fueron las de menos trapío de la corrida. Extraños sorteos se hacen en la plaza de las Ventas.
Dámaso González, que ya no presume de figura, es un torero vulgarcito -siempre lo fue- pero, honesto y trabajador. Al noble primero le dio muchos derechazos malos. El cuarto era reservón y podríamos justificar que no se confiara. Además, si los fenómenos, las figuras y los toreros época son incapaces de darle un pase aun toro de casta, ¿qué va a hacer un honesto trabajador? El ridículo del Niño de la Capea, y de Alcalde llegó a ser total. Desde la andanada les toreaban «¡figuritas de papel! » Mas hay una pregunta que hacer ¿de qué clase de papel?, Bueno, poco importa ya. Está visto lo que dan de sí, y los despidieron a almohadillazos. Lo cual no será ningún obstáculo ¡faltaría más!, para que esta temporada toreen cien corridas-y para que el año próximo vuelvan a San Isidro en el mismo plan de figuras. Por algo pertenecen a las poderosas organizaciones Chopera y Camará, que con Balañá y la propia empresa de Madrid son quienes mandan aqui, y no se hable más.
Babelia
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