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Perspectivas europeas para el problema de Gibraltar

A medida que España se vaya acercando a las soluciones europeas para sus problemas económicos, políticos y defensivos, el asunto de Gibraltar irá apareciendo bajo nuevas perspectivas.Para muchos observadores independientes, lo mismo que para Whitehall, la adhesión de España al tratado de Roma daría cuenta del problema de la frontera, permitiendo un arreglo satisfactorio para España y los gibraltarenos. Por otra parte, la posible entrada de España en la OTAN daría cuenta del problema de la presencia militar británica en una zona de eminente interés estratégico para España, ya que las misiones de salvaguardia del estrecho, que hoy cumple mediocremente Gran Bretaña, pasarían a ser asumidas por las fuerzas armadas españolas.

En Whitehall aseguran que Gran Bretaña quedaría enormemente aliviada si los gibraltareños se decidieran a votar su incorporación a España; a una España democrática, se entiende, subrayan con énfasis...

Durante muchos años era válida una duda razonada sobre tales planteamientos británicos. Mientras la presencia militar inglesa en el Mediterráneo fue muy importante, y sobre todo hasta 1956, cuando, el canal de Suez era controlado por los británicos, estaba justificada al cien por cien la reserva mental de que se trataba en realidad de una pantalla para ocultar intereses imperialistas.

Hoy las reservas sobre el planteamiento británico de una posible incorporación de un Gibraltar reconciliado a una España democrática deben buscar otros fundamentos. La presencia militar británica en Gibraltar es meramente simbólica; además, el Peñón desarrolla un papel muy reducido en la planificación naval y aérea de la OTAN, en el flanco sur de Europa. Funcionarios del ministerio de Defensa británico, y, del Foreign Office coinciden en señalar la insifinficancia de Gibraltar como base, y en lo que coinciden con observadores independientes y con expertos norteamericanos, que tienen buenas razones para saber desde dónde se ejerce, efectivamente, un control sobre la zona del estrecho.

La única fuerza de la Royal Navy siempre presente en Gibraltar es la llamada «Rock Patrol», formada por un salvatorpedos con un cañón y dos barcos auxiliares desarmados. Una fragata que vigila en el Mediterráneo occidental a la flota soviética visita periódicamente el puerto gibraltareño, generalmente menos de quince días de una vez. El aeropuerto militar está sujeto a restricciones de uso muy considerables, por su orientación y por las medidas adoptadas por España. La defensa artillada consiste en unas baterías de cañones cavadas en la roca.

El control físico del estrecho, a juicio de los expertos, se realiza mediante el patrullaje de las unidades españolas y la vigilancia permanente de las baterías de cohetes instaladas en Sierra Bermeja, junto, con la vigilancia aérea desplegada desde Rota por la Marina norteamericana. El estrecho, por otro lado, es sólo el punto neurálgico de una gran area que se extiende desde Rota hasta el cabo de Gata, en la cual el control sobre los buques de superficie es fácilmente ejercible mediante elementos de combate relativamente económicos, que dotan a su poseedor de un poder incontestable: la Catrullera rápida armada de cohetes de combate, y aviones de ataque ligeros.

Otro problema distinto es el control de los sumergibles, que tanto preocupan a la OTAN, debido a la alundancia de estos navíos en la flota soviética. El estrecho dota de una ventajá a España: es muy difícil el paso inadvertido de un submarino sumergido. Los helicópteros y los destructores, ambos con abundantes bases potenciales en el territorio peninsular, son las armas ideales para la lucha antisubmarina.

Quien está en disposición de ejercer cotidianamente todo tipo de control es España, no Gran Bretaña. La idea de que Gibraltar, controla el estrecho es una afirmación muy discutible, harto frecuente en la prensa británica y en ciertos medios de expresión mas especializados.

La articulación del esfuerzo naval español en búsqueda de un aumento de su potencia, y del control del estrecho y de sus avenidas, no hará sino descargar el problema de Gibraltar de cualquier peso, o contenido militar. Ese aumento conviene que sea bien publicitado y conocidolpor Europa. Así aparecerá Gibraltar como un problema político de mener cuantía.

Era la efectiva presencia naval británica en el estrecho lo que verdaderamente ha causado en la historia una lesión a intereses vitales de España, y no el hecho de que una colonia de 25.000 personas, sobre un parche de territorio de 6 km. cuadrados, insuficientes, como mero espacio físico, para motivar una causa irredentista, se negasen a ser españoles.

Una España integrada en el dispositivo defensivo de Occidente sería reconocida como principal responsable de la boca occidental del Mediterráneo, insisten medios, bien informados. No hay motivos para rechazar esta opinión, de entrada. Bajo ese prisma, cualquier alternativa: integración, asociación a España, independencia concertada como la de Monaco, etc., sería sólo la solución práctica a un problema humano.

Pero, ¿y si una España democrática decidiesen o integrarse en el esfuerzo militar de Occidente, y pidiese el desarme de Gibraltar, como base extranjera susceptible de polarizar hostilidades de una potencia contra un área de población, y territorios españoles? La respuesta dada a esta pregunta por las personas interrogadas fue: "No habría inconveniente en desalojar militarmente Gibraltar, siempre que no fuese entregado al pacto de Varsovia."

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