Sensación de fracaso
A medida que se acercan los Juegos Olímpicos, en este país comienza a crecer el sentimiento medallístico. Para los que dificilmente se acercan a un estadio a presenciar una competición atlética, existe ya la sensación de fracaso. Como suele ocurrir siempre, los atletas tienen en contra la opinión de quienes comparan su categoría con la de las figuras mundiales. Los participantes españoles que solamente pueden responder a los resultados propios de nuestro subdesarrollo deportivo, una vez más, serán hostigados por sus decepcionantes clasificaciones.A los Juegos no puede ir España a aprender, que era la cantinela de años atrás, pero algunos deben hacerse a la idea de que tampoco tenemos nada que enseñar. El Estado español dedica al deporte presupuestos inferiores a los de los países cuyo subdesarrollo económico es notorio. El deporte español, no se olvide, se nutre casi exclusivamente de lo que produce el fútbol, es decir, las quinielas. A tenor de la infraestructura están los resultados.
Cuando en España el deporte esté estructurado de una manera racional y posea una organización, menos presionada políticamente, será el momento de preguntarse por el éxito o el fracaso. Mientras tanto, habrá que conformarse con la medio cridado con el resultado inesperado. Mientras, las escasas pistas de atletismo de que disponemos atraviesen tantas dificultades técnicas y burocráticas como ahora, será imposible conseguir grandes proezas.
En Montreal tendremos lo que merecemos, y a los atletas no habrá que pedirles más de lo que su capacidad les permite.
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