El PC no abandona la estrategia del compromiso
Con los discursos de los líderes políticos del domingo por la tarde, la campaña electoral italiana ha partido en segunda marcha. El más esperado era el pronunciado por el secretario comunista Berlinguer en Roma. Y con razón, porque esta vez se trata de que las elecciones del 20 de junio próximo sean unas elecciones y no un referéndum sobre la cuestión comunista.La situación política, sin embargo, permite presagiar que los italianos esta vez van a elegir entre el Partido Comunista o la Democracia Cristiana. La batalla electoral no ha cobrado todavía tensión suficiente para poder pronunciarse sobre la revolución experimental, el viraje histórico que significaría un gobierno de «compromiso histórico», es decir, de comunistas, socialistas y democristianos.
Berlinguer no ha abandonado esta estrategia, esta línea de tendencia. Está atento sobre todo a las exigencias del momento y en el seno de la misma lógica unitaria ha propuesto un gobierno pos electoral de solidaridad nacional entre todas las fuerzas democráticas y populares, es decir, prácticamente un gobierno con democristianos, socialistas y republicanos.
Los socialdemocráticos (Saragat) y los liberales (Zanone) han dicho inmediatamente que no. Según los liberales, sería un acuerdo inconstitucional entre partidos constitucionales. La Democracia Cristiana, que está todavía discutiendo el espinoso problema de las listas electorales, ha dado también un enérgico no al «compromiso histórico» y a la solidaridad nacional de emergencia sigue oponiendo un gobierno «de certeza democrática» y «una nueva y más rigurosa solidaridad democrática».
Los socialistas de De Martino, sin rechazar la posibilidad de una victoria del Frente Popular, insistiendo en que los comunistas no pueden, seguir desempeñando en exclusiva el papel de oposición, siguen luchando por una izquierda democrática, por una alternativa en la que tendrían una función preponderante y no se verían aplastados, como los demás partidos menores, por comunistas y democristianos que son los partidos de masa.
En esta tensión cobra importancia y particular significación la actitud de los católicos disidentes que se presentan en las listas de comunistas. Sobre este tema volverán de nuevo los obispos reunidos esta tarde en conferencia nacional para tratar de «evangelización y promoción humana».
La verdad es que el comportamiento político unitario de los católicos italianos, desde el abstencionismo a la Democracia Cristiana, pasando por el pacto Gentiloni y el Partido Popular está siendo seriamente puesto en tela de juicio por la misma historia de la sociedad italiana.
El momento es difícil y aunque la lucha se polarice irremediablemente entre los partidos grandes, los pequeños no quieren perder su espacio y de aquí viene una presión frenante y moderadora. Según un sondeo del diario turinés La Stampa, el 20,4 por 100 del electorado vería bien un Gobierno de «compromiso histórico«» y un 18,3 por 100 un Gobierno de Frente Popular.
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