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Reportaje:

El paro, punto crítico de la economía malagueña

La grave crisis que atraviesa la economía malagueña no es coyuntural, sino que está motivada por la crisis del modelo de desarrollo en que se ha basado la sociedad malagueña, Tiene su mayor exponente en el continuo incremento del número de parados, que según algunas fuentes ascendería en esta primavera a 60.000 trabajadores, incluyendo uno de cada dos obreros del sector de la construcción. Exige medidas de magnitud muy superior a las hasta ahora anunciadas, la audiencia de todos los intereses en conflicto y en definitiva, la reorientación económica de la provincia que supere su actual control por el sector turístico-inmobiliario.

Esta viene a ser la conclusión del informe sobre la situación económica del área malagueña elaborado recientemente por el Colegio de Arquitectos de Andalucía Oriental, delegación de Málaga, y en el que han intervenido nueve arquitectos, cuatro economistas y un sociólogo.

Aparece la crisis

El principal signo externo de la actual crisis de la economía malagueña es la caída de la construcción y el consiguiente incremento del paro. La construcción integrada en el desarrollo turístico, ha sido pieza básica de la economía malagueña reciente. La especulación del suelo y la construcción han permitido altas tasas de beneficios y de acumulación de capital, pero, como un «monocultivo» más, no han servido para una modernización global de la economía provincial.El incremento del paro -señalan los arquitectos- se ve favorecido no sólo por la caída de la construcción, también por las escasas expectativas que encuentra la emigración e incluso por la aparición de inmigración. Málaga ciudad y el conjunto de la Costa del Sol siguen recibiendo buen número de trabajadores del resto de la provincia. La crisis se contagia a otros sectores y la escasa industria ofrece ya síntomas de ello. Los casos más llamativos, Intelhorce o Ciltesa, ilustran al respecto.

Para entender la gravedad de la caída del sector construcción, hay que tener en cuenta la estructura del mismo. De 1.595 empresas a principios de 1976, sólo 51 contaban con más de 50 trabajadores. El 45 por 100 ocupaban a menos de seis. Este tipo de empresas se basa casi exclusivamente en el rendimiento de la mano de obra. Su nivel tecnológico es muy bajo y están además fuertemente descapitalizadas. De ahí también su escasa resistencia a los vaivenes de la demanda,

La crisis general del capitalismo europeo, con la caída brusca de la demanda turística y la ausencia de inversiones inmobiliarias, unido a escándalos que alarman y retraen 11 los pequeños inversores, redondean la situación.

Factores extrarregionales

Si las bases de la crisis residen en el propio modelo de desarrollo malagueño, los factores determinantes son en gran medida extrarregionales. La demanda turística no era ilimitada, como se hacía creer. Señalan los arquitectos malagueños: «Malága presenta un caso de degeneración extrema de un modelo de crecimienilo impuesto por necesidades extrarregionales, que se ha apoyado en la alianza del capital especulativo local, nacional y extranjero con el aparato político, que rebajaba controles urbanísticos y garantizaba condiciones crediticias extremadamente favorables».Así se ha desarrollado un capital local apoyado en operaciones de suelo y edificación, así también se han captado recursos que podrían haberse asignado a otros sectores productivos y ha aparecido un capital extranjero aventurero introducido por fuerzas locales con sólidas vinculaciones políticas nacionales.

Por otro lado, el turismo malagueño ha mostrado siempre una notable dependencia del extranjero y de factores extrarregionales. La política de precios ha favorecido sobre todo a los operadores extranjeros que organizaban los flujos de la demanda. Los beneficios de los propios hoteleros han sido con frecuencia relativamente modestos. Incluso ha predominado la inversión en el sector residencial, en detrimento del propiamente hotelero. Los bajos niveles salariales han posibilitado también más altos beneficios.

La crisis ha producido una ruptura en los sistemas de alianzas anteriores. «Tours operators», gerentes del sector hotelero, inversores en el sector residencial, constructores, propietarios del suelo se encuentran ahora con intereses a menudo contradictorios entre sí. Difícilmente, por ejemplo, los propietarios estarán dispuestos a una reducción del precio de los solares que ayudase a mantener los costos de la construcción. La mayor organización obrera impide «reducir costos» por el lado de los trabajadores. El gran capital se desentiende de la crisis y busca otros intereses, dejando desasistidos a los pequeños inversores locales.

Respuestas

Las medidas ofrecidas por la Administración para resolver la crisis malagueña se basan en reanimar el sector de la construcción e implican un entendimiento de la crisis como coyuntural y revelan la escasa capacidad de la Administración ante la crisis.La construcción de viviendas es una solución típicamente coyuntural, que en sí misma no reactiva la economía a largo plazo. No propicia la reestructuración económica, aunque pueda ser una medida de «aliento» que permita estudiar aquélla en condiciones menos agobiantes.

Exige, por otra parte, preparar suelo edificable, del que Málaga anda escasa, y se necesitarían actuaciones expropiatorias, que conllevan mayores costos sociales.

Se habla de la necesidad de agilizar los trámites urbanísticos. Es una exigencia lógica, pero que probablemente encubre una solicitud de relajación de controles. Acceder a ella sería fomentar el mantenimiento de las causas últimas de la crisis.

De la actuación estatal -señala el informe- pudiera deducirse una intención de reestructuración económica por el mecanismo espontáneo de «quiebra de los pequeños», que significaría cambiar las reglas del juego en favor de los «grandes», gran banca, capital extranjero. Se hace necesaria una intervención estatal planeada y coordinada. Un ejemplo podría ser la realizada por el Gobierno francés en el Rosellón. Finalmente, se hace imprescindible que los propios trabajadores malagueños tengan voz en la búsqueda de salida para la crisis, de la que no tienen culpa alguna, pero en la que son las principales víctimas.

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