Poca repercusión del nuevo proceso Baader-Meinhoff
Las medidas de seguridad no pueden ser más severas. El local en que se celebra el juicio contra los cuatro anarquistas alemanes que el año pasado, en el mes de abril, cometieron un atentado contra la embajada de la República Federal en Estocolmo, se parece a una fortaleza.Los encausados son Lutz Manfred Taufer, de treinta y dos años; Karl-Heinz Dellwo, de veinticuatro años; Bernhard Maria Roesnner, de veintinueve, y Hanna Elisa Krabbe, de treinta años.
El escrito del fiscal consta de 118 páginas y en él se acusa a los encartados de dos asesinatos, de secuestro y de coacción. En el curso del atentado, que tuvo en vilo a la opinión pública europea durante doce horas y media, fueron muertos dos miembros de la embajada germana, amén de ser heridos de gravedad dos de los asaltantes.
En juicios contra anarquistas. Juicios que -como demostró la causa contra el «núcleo duro del anarquismo germano», o sea el grupo Baader-Meinhoff- suelen eternizarse por la habilidad de los respectivos defensores, que se sirven de todas las argucias admitidas en el derecho procesal alemán para prolongar la causa.
En el caso de Stuttgart se salieron, en parte, con la suya, aunque en Dusseldorf todo hace presagiar que no lo conseguirán. Las pruebas son convincentes y no se colige fácilmente qué es lo que los acusados podrán aducir en su propia defensa. De ahí, que el juicio será más corto, aunque menos espectacular. Lo que realmente interesa en la causa es conocer detalles de las actividades de los restos de la banda.
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