Cierre temporal del aeropuerto de Sevilla

Acabada la Feria de Abril, los sevillanos vuelven a una realidad que sigue siendo poco propicia, y que está representada en el paro, la sequía y la crisis industrial. Y, por si esto fuera poco, una nueva amenaza pende ahora sobre Sevilla: la del posible cierre del aeropuerto transoceánico de San Pablo.

Tal cierre vendría propiciado por el estado actual de la pista 27 del aeropuerto sevillano, la cual presenta desde hace tres años graves desperfectos en su pavimentación subsuelo, sin que hasta el momento se arbitraran medidas para su reparación. Ante esta situación, caben dos medidas: la primera sería 1a reparación de la mencionada pista -unos tres mil metros de longitud- con un coste de cien millones de pesetas y el cierre del aeropuerto durante un periodo de tiempo comprendido entre tres y seis meses. Durante estos meses el tráfico aéreo con destino a Sevilla se desviaría a la base aérea de Morón de la Frontera. La segunda solucción posible sería la construcción de una nueva pista que importaría ciento cincuenta millones de pesetas: esta cantidad representaría solamente una quinta parte de las pérdidas que le supondría a la compañía Iberia el cierre del aeropuerto, es decir, la primera solución. Con la construcción acelerada de la nueva pista, el tráfico aéreo de San Pablo podría seguir funcionando normalmente. Los organismos competentes guardan absoluto hermetismo y ni afirman ni niegan el rumor. Si se arbitrase la fórmula del cierre del aeropuerto y el desvío a Morón, todas las operaciones de facturación y embarque se llevarían a cabo en el aeropuerto sevillano con tres horas de antelación a la salida de los vuelos respectivos, con el consiguiente perjuicio para todos y las lógicas molestias para los pasajeros, amén de la incidencia negativa que tal medida tendría para el turismo, un turismo que el sector hotelero aguarda como panacea que alivie todos los males que aquejan al ramo. De momento no se ha producido reacción alguna por parte de los organismos sevillanos, a la espera, quizás, de que superiores instancias confirmen o denieguen.