Ir al contenido
_
_
_
_

La revolución a medias de la Copa Davis: mejoría, pero escasean las figuras

El nuevo modelo, evolucionado desde 2019, atrae y dinamiza la competición, pero sigue chocando con la saturación de torneos. En Bolonia solo ha jugado un ‘top-10′

Zverev, en un instante del partido del jueves contra Cerúndolo.
Alejandro Ciriza

Cuenta el director de la fase final de la Copa Davis, Feliciano López, que le gusta lo que ha visto hasta ahora en Bolonia. “Las sensaciones son muy buenas. No esperábamos otra cosa, pero los equipos están contentos y todo está saliendo muy bien. Estamos contentos con lo que tenemos ahora”, dice el toledano, el máximo responsable de que durante estos días el engranaje funcione y la Davis ponga el lazo a la sexta edición celebrada desde que se produjera el giro revolucionario. Recuérdese, 2019, una antes y un después. Atrás quedaban 125 años de historia: llegó él, un futbolista, Gerard Piqué, y todo cambió. O no. Nuevo formato, efectivamente; retoques en el calendario, pero respetando más o menos el origen; un desenlace en forma de traca final. Nuevos atractivos. Sin embargo, algo falla.

Decía Piqué en su día —con Manuel Carmena a su costado, en el Ifema de Madrid— que la competición y las federaciones estaban por encima de los nombres, que esto iba de equipos y no tanto de jugadores y que, en ese momento, habiéndose desmarcado Roger Federer del nuevo concepto, al suizo las piernas “le daban para lo que le daban”. Entró fuerte, a su manera. El caso es que él hoy ya no está, al considerar que la inversión (2.500 millones de euros) “no era rentable” y que no le cuadraban las cuentas. Su empresa, Kosmos, se desmarcó del proyecto en 2023, aunque la Federación Internacional de Tenis (ITF, la organizadora actual) respeta a grandes rasgos la idea implementada por el exjugador del FC Barcelona. Sin embargo, persiste uno de los grandes males que aquejaba el viejo formato: las ausencias. Numerosas y variadas.

“Esta no es la verdadera Davis”, criticaba recientemente Alexander Zverev. Paradójicamente, el alemán es el único top-10 que ha asistido a la recta final de esta semana, a raíz de las renuncias, las eliminaciones o los contratiempos. Carlos Alcaraz quería jugar, pero se cayó a última hora por una lesión muscular; el italiano Lorenzo Musetti se autodescartó, después de que a Jannik Sinner se le afease en su país que optase por no competir esta vez, habiendo conquistado ya dos Ensaladeras; las naciones de figuras como Djokovic, Fritz, De Miñaur, Ruud, Draper o Medvedev no se clasificaron, perjudicadas durante la fase clasificatoria por el calendario del circuito; y, para muestra también, solo tres top-20 han lucido estos días.

Se le achacaba al antiguo modelo que en los últimos tiempos había perdido tirón, que las deserciones estaban a la orden del día y que más que un aliciente estaba convirtiéndose en un elemento más bien molesto para los tenistas; que, de algún modo, había que meterlo en el calendario con calzador. Lluvia de ideas a la búsqueda del equilibrio utópico: ni exceso ni defecto, que el negocio fuera rentable y que de una forma u otra había que despertar el apetito de las estrellas. No ha sucedido. En realidad, más de lo mismo. Sinner (bicampeón, de hecho) ya tiene lo que deseaba y muchas otras mantienen la misma posición; esto es, lo primero es lo primero; es decir, mirar por uno mismo.

Vista la dinámica y el devenir de los acontecimientos, no son pocas las mejoras, pero aun así insuficientes y el debate perdura. Flota en el ambiente la pregunta: ¿Y por qué no organizarla cada dos años en lugar de anualmente, con el objetivo de perfilar un producto más atractivo y que los mejores piquen colectivamente el anzuelo? El capitán español, David Ferrer, echa en falta el compromiso de otras épocas y no lo duda: el calendario es excesivo, los Masters 1000 se alargan —más días y sesiones, luego más ticketing y más dinero moviéndose— y la saturación es todavía mayor. La Davis, a la cola, como quien dice. Así que el preparador no lo duda: “No estaría mal plantear algo así”.

¿Cada dos años?

La opción bianual gusta y comparten la opinión los dos nuevos referentes, Sinner y Alcaraz. Para el italiano, “la haría aún más grande” y el español considera que la voluntad de los jugadores por jugarla “sería aún mayor”. Lo secunda el presidente de la ATP, el italiano Andrea Gaudenzi: “Creo que la Davis podría celebrarse con formato de local y visitante cada dos años. Supondría un alivio. Que yo sepa, no hay ninguna Copa del Mundo que se dispute cada año”. Y de fondo, la sensación de que todo se ha removido para llegar a un punto más o menos similar, en el sentido de que las reticencias siguen ahí. Cuesta arañar los síes y por una razón u otra, el puzle no se resuelve.

En realidad, Piqué no mentía a nadie. “Es una competición por equipos, así que es imposible que podamos hacer el cuadro perfecto para que vengan todos los jugadores top. Pero nosotros no pensamos individualmente”, esgrimía. Vino él, puso los millones y el atrevimiento necesario para transformar una competición de indudable atractivo histórico; a la vez caduca, estanca. A base de ensayo-error fueron puliéndose defectos hasta derivar en el sistema actual, que pretende mantener la esencia y a la vez convivir lo más armónicamente posible con la rutina que de verdad ocupa a los tenistas. En su mayoría, estos aprueban: se ha dinamizado la Davis. Pero el problema es estructural.

Sintomática la situación de Alcaraz, quien cerrará 2025 sin haber jugado ningún partido. Una dolencia en el isquiotibial le ha impedido desfilar por la pista italiana, pero antes tampoco pudo hacerlo —o más bien, así lo decidió— en los compromisos de febrero (Biel, Suiza) ni septiembre (Marbella, Dinamarca). En el caso de Sinner, otro tanto de lo mismo. Desde que se coronase hace un año por segunda vez, no ha vuelto a hacer acto de presencia y prioriza los descansos. Zverev, por su parte, no lo hacía desde principios de 2023. “Es triste que la serie se haya resuelto a la una de la madrugada y con solo 1.000 personas en la grada”, concedía tras el triunfo de Alemania en los cuartos.

“Se ha probado diferentes formatos estos años [grupos y sede única, multisedes, el híbrido actual de series clasificatorias y la reunión final entre las ocho más fuertes…] y se ha llegado hasta aquí después de hablar con todo el mundo. Creo que estamos en un buen momento”, defiende Feliciano; “hablar de compromiso es tirar una moneda al aire. El tenis cambia constantemente y las preferencias de los jugadores, también; hay un grupo a los que les conviene una cosa, y a otros, otra. Creo que merece la pena apostar por este formato durante estos tres años [en Bolonia], pero estamos abiertos a seguir colaborando con todos para encontrar, si es que lo hubiera, algo mejor”.

ESPAÑA Y ALEMANIA, POR LA FINAL

A. C. | Bolonia

España se enfrentará hoy con Alemania (12.00, Movistar+) en busca del pase a la final de de este domingo. El equipo dirigido por David Ferrer remontó en los cuartos a Chequia (2-1) y confía en que el buen hacer del bloque predomine otra vez.

En esta ocasión estará enfrente Alexander Zverev, que reapareció en la competición tras dos años de ausencia. El número tres del mundo colaboró en la victoria de los suyos el jueves, ante Argentina (2-1). Se medirá con él Jaume Munar, autor también de un punto en la primera cita.

El resumen histórico transmite que los alemanes mandan en los cruces con España: 7-10. El último se dio hace ya siete años, en 2018. Sobre superficia dura, la adversaria domina por 2-3.

Por otra parte, Italia accedió este viernes a su tercera final consecutiva tras vencer a Bélgica por 2-0, gracias a los triunfos de Matteo Berrettini (6-3 y 6-4 a Raphael Collignon) y Flavio Cobolli (6-3, 6-7(5) y 7-6(15) a Zizou Bergs).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_