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Novak Djokovic
Carlos Alcaraz

En el reencuentro con Alcaraz, todo conspira en contra de Djokovic

El español y el serbio se cruzan en las semifinales de Nueva York con trayectorias invertidas: momento, horario, edad y dinámica favorecen al español, más fresco

Djokovic
Alejandro Ciriza

La luz diurna y el contexto, con el calor y la abundante humedad que caen a las tres de la tarde sobre Nueva York. El efecto de la temperatura disparará además la pelota, de por sí ya sumamente agresiva porque pocos brazos despiden la bola a mayor velocidad que el de él, Carlos Alcaraz. Ahí está, por supuesto, el factor de la edad, los dieciséis años de diferencia (38-22) entre uno y otro, dos generaciones, un cuerpo de ida (en plenitud) y otro de vuelta (en decadencia). Tampoco ayuda la inversión para llegar hasta esta semifinal (21.00, Movistar+), puesto que el veterano, el mito, ha invertido tres horas y media más (12h 59m) que el fenómeno que sigue expandiéndose (9h 33m); o sea, como si el primero hubiera disputado un partido extra. Sin embargo, es Novak Djokovic…

“Y Novak es Novak, el mejor de la historia. Contra él, nunca me atrevería a decir que nadie pueda ser el favorito”, deslizaba dos días antes el preparador Juan Carlos Ferrero, optimista en el preámbulo de un duelo en el que casi todos los ángulos parecen favorecer a su jugador, incandescente, pero consciente a la vez de la mastodóntica magnitud y la inmortalidad de un competidor al que se le van apagando las fuerzas. El Djokovic de hoy compite con la lengua fuera, angustiado cuando el punto se alarga y el reloj avanza; sin embargo, nadie olvida que históricamente se ha reservado siempre un penúltimo as en la manga y todo lo que ha hecho hasta aquí. Que no es poco.

Mientras todos fallan, él, cerca de los 40 y actuando desde hace tiempo a sorbos, exclusivamente cuando cuerpo y mente se lo dictan, es el único que ha sido capaz de cuestionar agitar el nuevo orden instaurado por Jannik Sinner y Alcaraz. Desde la irrupción demoledora de ambos, solo Nole ha sido capaz de hacer frente a la nueva ola que lo arrastra todo. Valga el dato: únicamente el italiano y el serbio han conseguido desembarcar en las semifinales de los cuatro grandes este año. No coincidían en el logro dos jugadores desde 2011, entonces él y Andy Murray, y antes solo sucedió en 2008 (Rafael Nadal y Roger Federer) y al nacimiento de la Era Abierta, en 1969 (Rod Laver y Tony Roche).

Alcaraz volea durante los octavos contra Rinderknech.

“Lo que me espera ahora no va a ser fácil”, bromeaba dos noches atrás, después de haber sufrido de lo lindo para rendir a Taylor Fritz, once años menor. Ante el estadounidense, Djokovic tuvo que recurrir a todo su oficio para abortar una reacción que, de haberse prolongado a un quinto set, quizá hubiera acabado con sus posibilidades. Conforme progresó el partido, el serbio terminó resintiéndose en los intercambios largos, sellándolos varias veces con un último tiro a la desesperada porque el depósito se le iba agotando. Y admitía: “Vamos a ver cómo estoy dentro de dos días. Ahora mismo no me siento muy fresco. Espero que el viernes la sensación sea diferente”.

Robustez y evolución

De enero aquí, fecha del último encuentro entre él y Alcaraz, todo ha dado un giro superlativo. El paso de los días ha demostrado que al balcánico ya le cuesta mucho aterrizar en condiciones en las estaciones finales y resistir al ritmo del murciano y Sinner; en paralelo, el de El Palmar ha confirmado un salto mental que le permite controlar e interpretar mejor las circunstancias de los torneos y los pulsos. “En ese sentido, el de la concentración, le veo mejor que nunca”, corrobora Ferrero. “Estoy madurando, he aprendido a gestionar muchas cosas fuera de la pista”, abundaba el tenista, quien a sus 22 años no para de crecer y perfeccionar una versión de por sí extraordinaria.

Pese a que el primer trimestre describiera curvas, Alcaraz ha ido configurando un registro que se hace sumamente complicado para sus oponentes. Conserva el virtuosismo de siempre, pero su tenis ha ganado robustez, entereza, una capa de rocosidad que le ayuda a reponerse sobre la marcha de las circunstancias adversas que van llegando y que merma el ánimo del resto. Los distintos retoques y el trabajo de fondo han funcionado. Pese a los altibajos lógicos, ha mejorado con el servicio —pese a la dificultad ineludible que entraña aplicar una nueva mecánica—, en posicionamiento, en mantener el foco y en otras cuestiones trascendentales. Todo importa. Todo decide.

TorneoFechaGanadorResultadoDuración
Masters de Madrid7 de mayo de 2022Carlos Alcaraz6-7(5), 7-5 y 7-6(5)3h 36m
Roland Garros9 de junio de 2023Novak Djokovic6-3, 5-7, 6-1 y 6-13h 23m
Wimbledon16 de julio de 2023Carlos Alcaraz1-6, 7-6(6), 6-1, 3-6 y 6-44h 42m
Masters de Cincinnati20 de agosto de 2023Novak Djokovic5-7, 7-6(7) y 7-6(4)3h 49m
Copa de Maestros18 de noviembre de 2023Novak Djokovic6-3 y 6-21h 28m
Wimbledon14 de julio de 2024Carlos Alcaraz6-2, 6-2 y 7-6(4)2h 26m
Juegos Olímpicos de París4 de agosto de 2024Novak Djokovic7-6(3) y 7-6(2)2h 50m
Open de Australia21 de enero de 2025Novak Djokovic4-6, 6-4, 6-3 y 6-43h 37m

“Jugamos dos partidos al mismo tiempo: el de los puntos y el del lenguaje corporal. Mostrar al rival cómo te sientes es clave”, expresó tras haber sorteado en los cuartos al checo Jiri Lehecka. “No importa si estás exhausto o muy cansado. Si muestras al rival que estás fresco, que puedes jugar dos o tres horas más, que puedes ir a peloteos largos, le metes en la cabeza que va a ser muy duro. Para mí, la forma de caminar entre puntos, con actitud, como si estuviera fresco y fuerte físicamente, es muy importante para mostrar al rival que tendrá que sudar y correr mucho si quiere ganarme”, ampliaba el número dos, cuya pelota acostumbra a atropellar a los de enfrente.

Arruinar la fiesta

Su explosividad y su crecimiento emocional comprometen sobremanera las opciones de Djokovic, que en su momento consiguió desestabilizarle. Recuérdese el episodio parisino de 2023, cuando el halo del serbio impresionó al chico de 20 años, o sin ir más lejos el precedente más cercano, en Australia, donde la gestualidad del balcánico, lesionado y dolorido en la banqueta, terminó sacándole del partido. No parece que pueda suceder ahora. “Aún debe madurar y mejorar, pero mentalmente está marcando la diferencia en el torneo. Está haciendo entre cinco, seis, siete errores no forzados en todo el set”, precisa Ferrero, que sentencia sin dudar: “Ha mejorado en todo”.

Alcaraz y Djokovic, el 21 de enero en Melbourne.

Alcaraz es sabedor de su superioridad actual e intentará engullir el de Belgrado a base de ritmo, impidiéndole que se instale en la trinchera y derivando el episodio hacia lo físico. No obstante, pese a que sea consciente del giro que ha dado todo, no se fía un pelo de la leyenda. “Todos conocemos a Novak. No importa que no haya jugado desde Wimbledon. Sé que tiene hambre, conozco su ambición, así que vamos a ver. Realmente quiero venganza”, afirma el murciano, mientras el viejo lobo —el animal con el que se identifica— descansa, maquina en silencio y, por qué no, dice, intenta proyectar un plan que le guíe hacia la final.

Esta vez, no parece que Djokovic pueda tener escapatoria, pero él, Houdini de raza, no renuncia a absolutamente nada. “Sabemos que Carlos y Jannik son los mejores, de eso no hay duda”, indica. “Y todo el mundo está anticipando una final entre ellos dos, así que intentaré arruinar la fiesta. Definitivamente, no saldré a la pista con una bandera blanca. Así que aquí estamos, ante otra oportunidad”, cierra Djokovic, con casi todo en contra. No así el historial: prevalece en los ocho cruces previos (5-3) y también sobre superficie dura (3-0). La lógica le empuja fuera del plano, pero se rebela con grandeza. Porque así es: hasta la última pedalada, el último pelotazo, Nole será Nole.

DESCANSO A CONTRARRELOJ

A. C. | Nueva York

Nada más finalizar el compromiso con Fritz, ya de madrugada, Djokovic inició a la carrera la fase de recuperación. Se le vio en la sala de conferencias y, a partir de ahí, se bunkerizó. Según ha podido saber este periódico, el campeón de 24 grandes no se ejercitó el miércoles ni tampoco el jueves en pista.

Sí lo hizo Alcaraz en la jornada posterior al triunfo contra Lehecka, pero no así al día siguiente. El murciano prefirió destensar su musculatura en el hotel y despejar la mente junto a los suyos. Le acompañan su padre, equipo y algunos amigos que vinieron desde Murcia al principio del torneo.

Alcaraz ha disputado esta temporada 65 partidos (59 triunfos y seis derrotas), mientras que Djokovic se ha contenido: 20 menos. Al margen de los cuatro grandes, el número siete tan solo participó en Brisbane, Doha, Indian Wells, Miami, Montecarlo, Madrid y Ginebra, donde alzó el título 100 de su carrera.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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