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Tsitisipas contra Ruud, el orgullo ‘terrícola’

El griego detiene a Sinner, acalambrado en una prueba de resistencia (6-4, 3-6 y 6-4), y el noruego bate al sofocado Djokovic (6-4, 1-6 y 6-4) para acceder a la final

Ruud golpea de revés durante la semifinal contra Djokovic en el Montecarlo Country Club.
Ruud golpea de revés durante la semifinal contra Djokovic en el Montecarlo Country Club.Denis Balibouse (REUTERS)
Alejandro Ciriza

En una época de carestía en la que la cifra de especialistas decrece de manera alarmante y en la que muchos tenistas prefieren pasar por esta franja del año casi de puntillas, Montecarlo enaltece y premia el buen hacer de dos terrícolas: Casper Ruud y Stefanos Tsitsipas. Poco importa que tengan enfrente a Jannik Sinner —el tenista del momento, de victoria en victoria prácticamente— y al mismísimo Novak Djokovic —número uno y leyenda, además de triple ganador de Roland Garros; ellos, a lo suyo y sin complejos, reivindicando a una especie en peligro de extinción, porque hoy día aquello que se sale de lo normativo —o sea, de la pista rápida— huele prácticamente a algo exótico, a desafiante, si no a extravagancia. Pero ahí está uno (6-4, 3-6 y 6-4, en 2h 40m) y otro (6-4, 1-6 y 6-4, en 2h 16m) para defender el bastión de la arcilla, la escuela romántica del pensamiento, tan acallada en el acaparador contexto actual de la superficie rápida.

Viene demostrando Tsitsipas en los últimos años que no solo controla el registro, sino que sabe desenvolverse de maravilla en un escenario que saca a relucir su versión más brillante, muy alejada de la tristona propuesta que ha ofrecido los últimos meses sobre cemento. Sin ceder ningún parcial hasta el encontronazo con Sinner, resistió a la magnífica inercia del joven italiano, quien, a diferencia de otros pistoleros, no es que no quiera aprender, sino que está en ello. Le quedan varios pasos. El de San Cándido reúne unas fabulosas condiciones para ser algún día presto en la arcilla, pero le falta aún el punto de interpretación de los innatos. Por si fuera poco, con 3-1 y dos bolas de break a su favor en el tercer parcial, reclamó tarde un segundo servicio que se había ido claramente largo —tampoco detectado por la jueza ni los líneas— y a partir de ahí se deshizo: moral y físicamente. Si ya arrastraba algunas dudas y varios dolores —cuádriceps, isquios, cadera—, los males se multiplicaron desde ese instante por cinco.

En consecuencia, victoria y empujón anímico para el griego, campeón de las ediciones de 2021 y 2022, y de nuevo en una gran final después de un año para olvidar. No disputaba una de un mil desde agosto de 2022, en Cincinnati. Su insistencia obtuvo premio. Supo enredar mentalmente al italiano y la erosión —12 oportunidades de rotura hasta el citado instante crítico— surtió al final efecto. “Probablemente, el partido hubiera sido completamente distinto si hubieran cantado mala esa bola. En tierra hay muchas cosas extrañas que no se dan en otras superficies. Yo no confío demasiado en que los jueces hagan su trabajo, así que siempre que veo una pelota que ha podido ir fuera, la golpeo y sigo. Así lo he aprendido”, dice Tsitsipas, que el lunes figurará de nuevo en el top-10 —ascenderá del 12 al nueve— tras haberlo abandonado en febrero por primera vez desde 2019, signo de que las cosas no estaban demasiado bien.

Tsitsipas celebra su victoria contra Sinner.
Tsitsipas celebra su victoria contra Sinner.

Revitalizado, este domingo (15.00, Movistar+) tendrá enfrente al noruego Ruud, que inclinó contra todo pronóstico a Djokovic. Y no se dice esto por la jerarquía del serbio, o porque esta pueda disfrutar de un momento excesivamente bueno; sencillamente, la sorpresa responde al hecho de que hasta ahora, el nórdico no había logrado arrebatarle un solo set de los 11 que habían dirimido, del mismo modo que había perdido los 11 duelos que había afrontado contra rivales del top-3. Sin embargo, logró sobreponerse a sus miedos y se sostuvo ante el acelerón de Nole en la recta final, cuando niveló un 4-1 adverso y amenazó. Ruud, entero, consiguió prevalecer y atrapó el triunfo gracias a una doble falta del balcánico, jadeante todo el rato, desprendiendo la sensación de estar incómodo. Si nada se tuerce, se le verá de nuevo en acción en Madrid.

“Por supuesto, estoy decepcionado. Casper ha jugado muy bien, pero he cometido demasiados errores [22 en total, nueve más que su adversario]. Él ha sido muy sólido de principio a fin”, afirmó el rey del circuito, quien todavía no ha alzado ningún trofeo en este curso. Cosa rara. “Estoy acostumbrado a un nivel alto de resultados, así que no está siendo una gran temporada, en absoluto, pero llegué a las semifinales en Australia y aquí. Creo que aquí he jugado bien, y en los próximos torneos espero hacerlo aún mejor”, agregó el de Belgrado, mientras Ruud (25 años y 10º del mundo) corroboró su elevada calidad en el hábitat que mejor encaja con su tenis, pese a que haya crecido exponencialmente en rápida. Con el triunfo de mayor valor de su carrera, sobre el papel, se presentará en su segunda final de un mil, tras la de Miami 2022.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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