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La tierra (batida) de lo imprevisible

La gira europea sobre arcilla ofrece por ahora un escenario abierto, con Djokovic en forma de incógnita, Sinner con deberes pendientes, Alcaraz tocado y Nadal ausente

Djokovic sirve durante el partido contra Musetti en Montecarlo.
Djokovic sirve durante el partido contra Musetti en Montecarlo.Denis Balibouse (REUTERS)
Alejandro Ciriza

Algunas cosas nunca cambian. Por ejemplo, la mala uva de Daniil Medvedev cada vez que pisa la tierra batida, superficie que le provoca alergia y que, con más frecuencia de la que a él le gustaría, también le saca da sus casillas. Sucede este jueves en Montecarlo, donde dos días antes sorteó la primera ronda, pero no esta segunda. Inclinado ante su compatriota Karen Khachanov (6-3 y 7-5), antes de retirarse al vestuario hace de las suyas: lanza la raqueta violentamente contra la lona del fondo y, tras ser amonestado, enfoca su ira en el juez, el brasileño Carlos Bernardes. A grito pelado, protesta también en presencia del supervisor de la pista: “Ayer la pelota era mala, y se cantó buena; esta vez también ha sido mala... ¿Quién asume la responsabilidad? ¡No es mi responsabilidad arbitrar los partidos! ¡Abre los ojos!¡Abre los malditos ojos! ¡Haced algo, era fuera!”.

Campeón el curso pasado en Roma, en una de esas carambolas difíciles de entender, no parece que esta temporada vaya a conseguir tampoco sobreponerse a un terreno que sencillamente le supera. Solo uno de sus 20 títulos se produjo sobre arcilla, y las posibilidades de que pueda presentarse en el próximo Roland Garros —a partir del 26 de mayo— como candidato real se antojan algo más que remotas. Él es, de alguna forma, uno de los pocos elementos más o menos previsibles que ofrece la actual gira de tierra masculina, porque todo lo demás está envuelto de una extraña atmósfera: de momento, Rafael Nadal no ha llegado a tiempo y su reaparición —si así sucede— es toda una incógnita, y los teóricos aspirantes desprenden dudas (Novak Djokovic), todavía no han desembarcado (Carlos Alcaraz) o bien no han demostrado todavía su pericia en arena (Jannik Sinner).

Mientras la escena femenina propone un planteamiento inicial meridiano —todas contra Iga Swiatek, campeona en tres de las cuatro últimas ediciones del grande francés—, la masculina ofrece el atractivo de lo incierto. Sobre el papel, hoy por hoy sería Djokovic el que tendría todos los números para entronizarse otra vez, pero las circunstancias que rodean actualmente al serbio lo sitúan en el plano de lo imprevisible. Triple campeón en París (2016, 2021 y 2023), Nole ha desembarcado después de un lifting prácticamente integral —culminado con el cambio de entrenador—, y al extraño rendimiento del primer trimestre le acompañan algunas declaraciones que marcan su estado actual, pese a que el estreno del martes en el Principado —ante Roman Safiullin— fuera convincente y a que supiera reponerse de un lapsus inicial en los octavos contra Musetti (7-5 y 6-3), el verdugo del año pasado.

“Para ser sincero, mis expectativas no son muy altas, teniendo en cuenta cómo he jugado hasta ahora. Lo importante es consolidar mi juego para alcanzar mi mejor forma en Roland Garros. Todo lo demás sería un extra. La tierra es la superficie más exigente; aquí me lleva más tiempo alcanzar mi mejor nivel”, advertía en la antesala del torneo. Corrobora la afirmación el rendimiento de los últimos años, generalmente de menos a más. Suele vestirse el balcánico (37 años) de cordero para afrontar un tramo al que ahora llega sin demasiadas certezas, porque antes del tropezón en Indian Wells —eliminado por el 123º del mundo, su derrota más sonada en un Masters 1000—, su nivel no fue excesivamente elevado en Australia y allí recibió otro empujón de los jóvenes. Ese día se lo dio Jannik Sinner. En cualquier caso, coincidencia o no, parece que la ausencia de Nadal ha suavizado por ahora su llama competitiva, que no su capacidad para encabezar registros: con un 82,2% de eficiencia, ya supera en una décima al mallorquín (82,1%) en los miles.

Los Juegos como cierre

Se enfrentará este viernes en los cuartos de final al australiano Alex de Miñaur, mientras Sinner abordará a Holger Rune (7-6(9), 3-6 y 7-6(2) a Grigor Dimitrov). El joven italiano sigue lanzado —24 triunfos en 25 partidos en 2024— y no ha titubeado en la puesta en escena de esta semana, pero todavía está lejos de ser un terrícola. Hasta ahora ha ofrecido indicios, pero aún no domina un territorio en el que ha menguado de forma muy considerable la cifra de especialistas. Tiene el de San Candido maneras y recursos de sobra para lograrlo, pero al margen de los cuartos firmados en París en 2020 —apeado la última edición en la segunda ronda— y de las semifinales alcanzadas en Montecarlo hace un año, sus resultados sobre arcilla —68,3% hasta la fecha— son más bien discretos para un tenista de su nivel. Encara, pues, la gira como un desafío a sí mismo, confiado en adaptarse a los siempre exigentes códigos de un hábitat de mero paso en el calendario moderno.

Jannik Sinner
Sinner, durante el partido de este jueves contra Sruff.Denis Balibouse (REUTERS)

“El año pasado lo hice bien aquí, pero después no fue tan bien. Va a ser complicado, es una superficie en la que suelo tener problemas, pero estoy ansioso por hacerlo mejor”, expone, parafraseando las intenciones de Djokovic: “Las expectativas no son demasiado altas porque es el comienzo, y mi objetivo es estar preparado para Roland Garros y los Juegos [de París, en verano]. Me tomo esta semana de entrenamiento”. Al alza, Sinner (6-4 y 6-2 a Jan-Lennard Struff) desbancó recientemente a Alcaraz como número dos —gracias al título obtenido en Miami—, y para retener esta semana la posición deberá repetir las semifinales de 2023. Confía en que el crecimiento físico de los últimos meses le ayude, pero hay quien lo relega de los favoritos. “Lo que hace bien, intimidar desde el fondo, es más complicado hacerlo en tierra. Sus rivales agradecerán al cambio”, apunta un exnúmero uno, Andy Roddick.

Entretanto, Alcaraz mima el brazo derecho y apura los días para poder participar la próxima semana en el Godó. El murciano iba a debutar el miércoles, pero ha tenido que renunciar a la cita monegasca por un problema en el “pronador redondo”. Entre algodones, pero sin dejar de trabajar a diario, el murciano de 20 años intentará mantener la línea de las dos últimas temporadas, en las que atrapó seis de los siete trofeos que posee sobre polvo de ladrillo, entre ellos dos en Barcelona y otros dos en Madrid. En los 67 partidos que ha disputado hasta hoy, distribuidos en 15 torneos, suma 59 victorias. Los números le avalan, pero hará todo lo posible para regresar a la acción y no ceder más espacio, dado que defiende una cuantiosa cifra de puntos por los éxitos previos.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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