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El gran jefe Djokovic está en horas bajas

Tras el pobre nivel ofrecido en las semifinales de Melbourne, el serbio se despide de California después de un partido “muy, muy malo” frente al entusiasta Nardi

Djokovic se lamenta tras perder un punto contra Nardi.Foto: MARK J. TERRILL (AP / LAPRESSE) | Vídeo: EPV
Alejandro Ciriza

En Indian Wells, remanso de paz según los tenistas que lo disfrutan, una convulsión en toda regla: cae Novak Djokovic, el mismísimo Djokovic, cuando el torneo apenas ha entrado en calor y todo el mundo confiaba en el que el número uno, de vuelta en California tras cinco años de ausencia, pudiera sentir un estímulo extra por eso de ganar otra vez —no lo hace desde 2016— y desmarcarse así de Roger Federer, también cinco laureles. Pero no, no será está vez. Segunda aparición del serbio esta semana y todo un dejà vu, porque por ahí deambula errático el de Belgrado durante dos horas y 22 minutos, lo que tarda en consolidarse el topetazo frente a Luca Nardi: 6-4, 3-6 y 6-3. Otra vez, como ya sucediera en las semifinales de Australia frente a Jannik Sinner, en enero, Nole no es Nole. Ni ataca ni defiende ni termina de revolverse. No hay rastro del magnífico restador ni del jerarca y, al final, el rival se le termina subiendo a las barbas y acabando con él.

Se agrava la cosa cuando se inspecciona la ficha del adversario y se constata que Nardi, 20 añitos y buenas maneras, pero menos de una decena de partidos en la élite y repescado a última hora para completar el cuadro definitivo, ocupa actualmente el puesto 123º. “Tengo 20 años, no sé cómo he conseguido controlar los nervios. ¡Le he ganado a Novak! Creo que el hecho de que hubiera viento me favoreció. Antes de empezar el partido, le dije a mi entrenador que mi objetivo era no perder 6-1 y 6-1, pero después de tres o cuatro juegos me di cuenta de que podía ganar”, comenta incrédulo el italiano, quien, dándose a conocer porque hasta ahora era invisible a ojos del gran público y sabe que este martes saldrá en todas las noticias deportivas, también relata que desde hace años colgó un póster del serbio en su habitación y que antes de zambullirse en los sueños cada noche le echa una miradita, para ver si se le pega algo del gigante.

“Le felicito. No sabía mucho de él, pero le había visto jugar. Tiene calidad desde el fondo, sobre todo con la derecha, y se mueve bien. No tenía nada que perder. Se lo merece”, aprueba Djokovic, que a continuación matiza, palito y zanahoria: “Pero estoy muy sorprendido con mi nivel. Fue muy, muy malo. Tiene talento, pero le he ayudado a jugar bien. Se han juntado las dos cosas: él ha tenido un gran día, y yo uno muy malo. He cometido errores graves y en el tercer set he sido muy defensivo. Ha sido una actuación muy pobre por mi parte”, describe el rey del circuito. Un rey tocado, contrariado, enfadado consigo mismo. “Aún no he ganado ningún título este año, y no es algo a lo que esté habituado. Pero esto es parte del deporte. Debes aceptarlo. Espero romper esta racha negativa. Ahora no juego muchos torneos, soy más selectivo, pero no creo que haya cometido ningún error viniendo aquí. Realmente quería venir”, añade.

Nardi celebra la victoria contra el serbio.
Nardi celebra la victoria contra el serbio.Jayne Kamin-Oncea (USA TODAY Sports via Reuters Con)

El caso es que el historial dice que la derrota frente a Nardi es la más llamativa de toda su carrera en el territorio de los Masters 1000. Hasta ahora lo era la que sufrió ante el sudafricano Kevin Anderson en Miami, el 122º en ese 2008. Al mismo tiempo, los libros transmiten que en Indian Wells no ocurría algo similar desde 2007, cuando el argentino Guillermo Cañas ingresó como repescado loser y tumbó al entonces jerarca, el suizo Roger Federer. Cae Djokovic de mala manera, y automáticamente sobrevuela por casi todas las crónicas la palabra crisis. ¿Crisis? Demasiado temprano para el juicio. Un mal comienzo u horas bajas, eso sí, que confía en revertir próximamente el balcánico en la siguiente estación, Miami. Pese a lo sonoro del traspié, sabe bien en qué terreno se mueve. Hace dos años cedió en Dubái contra Vesely, el 122º; en 2018 lo hizo en el Godó contra Martin Klizan, el 140º; y ese mismo año no pudo con Taro Daniel (109) en Indian Wells, ni el curso previo con Denis Istomin (117º) en el Open de Australia.

A excepción de ese 2017 en el que andaba perdido, probó en los otros casos las mieles de los Grand Slams.

“Supongo que cada trofeo que llegue será fantástico. Ojalá gane alguno más y pueda seguir hacia adelante”, cierra con una media sonrisa, mientras Italia luce una de oreja a oreja. El ambicioso plan de su federación sigue recolectando éxitos y a la ascensión de Sinner su unen los progresos de una interesante tropa de jugadores y jugadoras por detrás. El país transalpino cuenta en estos momentos con 12 representantes entre los cien mejores siete hombres y cinco mujeres— y continúa posicionándose como una de las naciones más influyentes del presente. Al título de la Copa Davis y el subcampeonato firmado en noviembre por su equipo en la Billie Jean King Cup se añade la influencia en los despachos —Andrea Gaudenzi preside la ATP— y un mayor peso estructural —organiza desde hace dos años la Copa de Maestros en Turín—. Y ahora, un chispazo. Sigue en la nube el joven Nardi, que atrapó su primer punto en el circuito profesional con 14 años. Nadie podía imaginarlo. O sí. Soñaba con ello, y aquí está: “Cada noche miro el póster, y creo que seguiré haciéndolo”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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