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TENIS | US OPEN
Columna
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Se busca oposición

Me sorprende la falta de consistencia y regularidad generalizadas. A excepción de Djokovic y Alcaraz, el nivel ofrecido por la mayoría es decepcionante

Jannik Sinner US Open
Jannik Sinner posa con el trofeo de campeón en Montreal.EDUARDO LIMA (EFE)
Toni Nadal

Esta semana empieza el último Grand Slam del año, pero en España todos los deportes han pasado a nivel mediático a segunda o tercera fila con el escándalo Rubiales. Hay que lamentar, incluso, que la importante y meritoria victoria de nuestras jugadoras se haya visto tan injustamente eclipsada. Es una verdadera lástima que esto haya sido así. Supongo que es fruto de los derroteros del mundo que nos ha tocado vivir. Permitimos que el chismorreo desplace a lo que es realmente importante.

Leí hace unos días un post de Jano García en el que se refería al tema bajo el título de Batalla de Macarras. En él desgranaba la actuación de diversos dirigentes. A mí particularmente no me extraña que haya personas macarras. En una sociedad tan plural y diversa caben todas las opciones. Lo que sí debería extrañarnos, en cambio, y preocuparnos aún más es que estos consigan el apoyo de muchos de sus conciudadanos y afiliados. Sin duda, esto habla bastante mal de nosotros. Esperemos que pronto esta noticia deje de tener actualidad y podamos centrarnos en los jugadores y en las jugadoras que deberían ser los y las auténticas protagonistas de sus respectivos deportes. Y, en nuestro caso, ojalá podamos centrarnos en el torneo de Nueva York.

Como viene siendo habitual en los torneos en los que ambos participan, Novak Djokovic y Carlos o Carlitos Alcaraz, como ustedes prefieran, son los dos grandes y casi únicos favoritos a alzarse con el título final. Si es el serbio el que se lleva el trofeo, aunque los números del ranking no lo acrediten necesariamente así, él será el jugador del año; si la victoria cae del lado español, dilucidar la supremacía estará más reñido y habrá que esperar al Masters de final de año en Turín para saber quién ha realizado la mejor temporada. Los dos llegan en un buen momento, si bien es cierto que al murciano lo hemos visto algo más errático de lo normal. Su victoria en Wimbledon y su final en Cincinnati lo avalan.

En cuanto al serbio, ¿qué más se puede decir de él? A sus 36 años y, a pesar de estar lejos de su mejor época, sigue resultando intratable para la inmensa mayoría de los jugadores. Su apretada victoria ante Alcaraz en la final de Cincinatti le dará un extra de confianza que, no nos extrañe, pudiera aprovechar.

Cierto es que hay otros jugadores que cuando los planetas se alinean pueden resultar peligrosos para cualquier oponente, pero también lo es que esto no les sucede en suficientes ocasiones. Y si estas se dan ante el serbio o el español, normalmente rara vez les resulta suficiente para derrotarlos.

En los torneos previos al de Nueva York, en donde los jugadores buscan su mejor puesta a punto para afrontar el Grand Slam con ciertas garantías y con cierta confianza, el nivel ofrecido por los mejores ha sido bastante decepcionante. Sorprendente ha sido, además, la falta de consistencia y regularidad generalizadas. Medvedev ganó en mayo el prestigioso Masters 1000 de Roma, antesala del grande parisino, y en lugar de servirle de confianza y acicate para jugar un gran Roland Garros, cayó derrotado en la primera ronda de París con un juego de escaso valor e intensidad, algo totalmente impropio en un jugador colocado en la segunda o tercera posición mundial.

Algo parecido le ocurrió a Sinner en el inicio de la gira americana. Se alzó meritoriamente con la victoria en Toronto y en el siguiente, Cincinnati, cayó sorprendentemente derrotado a las primeras de cambio.

No entiendo muy bien cuál es la razón de estos continuos cambios de nivel. La intuyo. Pero, sin duda, esto les resta muchas opciones ante los dos jugadores más sólidos del circuito. Sabido es que un competidor resulta fiable cuando es capaz de mantener casi el mismo nivel de concentración, la misma voluntad y la misma fe en la victoria en los días grises como en los que brilla el sol. No cabe duda de que esto es de lo que más adolecen la inmensa mayoría de los jugadores actuales y la causa de su desigual rendimiento.

Siempre hay que dejar un abanico más o menos amplio de posibilidades en los inicios de un torneo tan largo y de tanta magnitud. Sin embargo, resulta difícil no señalar, también, el pronóstico que se decanta claramente por el gran jugador español o por el gran jugador serbio.

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