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Mundial Fútbol femenino
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Plurinacional y mestiza con el sello del Barcelona

Aunque federativamente se ha invertido en la formación y se ha atendido a varias de las demandas de las jugadoras, el éxito pertenece sobre todo a las jugadoras y a su determinación

Jugadoras de la selección, con Aitana en el centro de la imagen, entrenaban el viernes.
Jugadoras de la selección, con Aitana en el centro de la imagen, entrenaban el viernes.Pablo García/RFEF (RFEF)
Ramon Besa

La ambición ha sido el motor del éxito de la selección en el Mundial 2023. No ha habido más consigna que la de ganar cada partido hasta la victoria final en esa cita con Inglaterra. Nada une más a un equipo que el triunfo y España solo concedió una goleada contra Japón que sirvió para constatar precisamente que la tensión competitiva alcanzaba a las 23 convocadas y al seleccionador Jorge Vilda. Los cambios fortalecieron a un grupo liderado por una generación única que se sentía ante la oportunidad de su vida y por tanto no tenía más razón de ser que la conquista de la Copa del Mundo.

La derrota no solo hubiera significado la capitulación deportiva sino también la razón de ser de un colectivo que se ha distinguido tanto por el proceder de las presentes como de las ausentes, aquellas que antepusieron su dignidad y profesionalidad a los resultados y premios, decisivas para que se dieran las circunstancias que han llevado a la selección a Sídney. El motín de las 15 fue la munición que despabiló a la Federación y alimentó la determinación de las jugadoras, las protagonistas de la cumbre alcanzada en 2023. Los demás han sido facilitadores o espectadores de la selección.

No parece casual que alguna internacional hable de “aislamiento” o “burbuja” para explicar cómo han procedido para avanzar, conscientes de que “lo que lleva a un equipo lejos es lo que se crea entre las jugadoras”, palabra de Laia Codina. Así se explica la complicidad que transmiten las futbolistas a partir de una iconografía novedosa, alejada de la trivialidad y del populismo, reflejada en gestos —se fotografían con las rivales y huyen de las soflamas— sorprendentes para muchos medios y para aquellos aficionados que por la falta de tradición o distanciamiento del fútbol femenino sospechaban de España.

La selección ha progresado mucho y en muy poco tiempo si se atiende a su currículo en los Mundiales. Nunca fue un equipo de autor, sino que funcionó a partir de la determinación de unas futbolistas pioneras por una parte y por otra igualmente dependientes del poder de los clubes, decisivos también en el fútbol masculino y en el polideportivo, y en el carácter plurinacional del país, como se ha advertido en escenarios como los Juegos Olímpicos. La selección finalista en Australia, al igual que la campeona del mundo masculina y ganadora dos veces de la Eurocopa, ha tenido un solfeo futbolístico común: el estilo de juego del Barça.

La mayoría de las internacionales son azulgrana, han disputado cuatro finales de la Champions en los últimos cinco años —ganaron dos— y son herederas del trabajo del área de metodología del FC Barcelona y de la larga apuesta que despegó a partir de la intervención de un técnico como Xavi Llorens. La idea de juego del Barça campeón es manifiesta hoy en la selección femenina de la misma manera que lo fue en la masculina que alcanzó el título en Sudáfrica en plena hegemonía del equipo de Guardiola. El éxito de ambas, en cualquier caso, no solo se explica por el sello del Barcelona.

El gol de Iniesta ante Países Bajos en 2010 difícilmente habría llegado si antes no hubieran mediado las paradas de Casillas. Igualmente decisivos resultaron Xabi Alonso y Sergio Ramos. La contribución del Madrid fue tan capital en el Mundial como en las Eurocopas de 2008 y 2012. Igualmente significativos fueron los internacionales de clubes como el Valencia (Villa, Silva, Marchena, Mata), Sevilla (Navas), Athletic (Llorente, Javi Martínez), Villarreal (Capdevila) o Atlético por más que el Niño Torres jugara en el Liverpool. También el exazulgrana Cesc fue especialmente referente en el Arsenal.

Jenny Hermoso, exfutbolista del Atlético y del Barcelona, juega ahora en México y Ona Batlle se incorporó al club azulgrana procedente del Manchester United. Pero el núcleo fuerte de la selección femenina está formado por futbolistas del Barça. Las referentes son dos azulgrana: Aitana Bonmati y Alexia Putellas. La presencia del Madrid, en cualquier caso, es también significativa, encabezada por Olga Carmona y Tere Abelleira, así como la del Atlético con Eva Navarro e Irene Guerrero y la del Levante con Alba Redondo. La cultura de juego barcelonista mezcló bien con el carácter madridista y las aportaciones de diferentes clubes de España.

El mestizaje como referencia del deporte español fue explícito en el equipo de waterpolo que protagonizó una década de triunfos desde Barcelona 92. A la técnica de los jugadores formados en el CN Cataluña y el CN Barcelona, expresada en la figura de Estiarte, se unió el descaro de los internacionales formados en la Escuela de Tecnificación Madrileña y el Canoe como Rollán, Toto García, Chava Gómez o Miki Oca. Hoy, la capacidad asociativa de los clubes catalanes, elogiada por secretarios de Estado como Miguel Cardenal tras Londres 2012, está amenazada por una crisis que afecta especialmente al Barça.

La capitalización de las secciones azulgrana está amenazada por la crítica economía de una entidad polideportiva al tiempo que muchos clubes catalanes, decisivos en deportes como el hockey hierba, el waterpolo, la natación, el baloncesto o el atletismo, pasan por un apuro serio por el aumento del coste del mantenimiento de las instalaciones y por las demandas de sus socios, que prefieren invertir en consumo propio que derivar parte de los ingresos al deporte profesional, como ocurría antes, tiempo en que además se imponía el Plan ADO. Tampoco se ha desarrollado el deporte universitario, al estilo de Estados Unidos, como alternativa a los clubes, una situación que invita a reflexionar a la Administración, que no es precisamente ejemplar en el fútbol con los pleitos entre la Federación y la Liga.

Aunque federativamente se ha invertido en la formación y se ha atendido a varias de las demandas de las jugadoras, el éxito pertenece sobre todo a las jugadoras y a su determinación, más competitivas que amigas, en un contexto que jugó a su favor por la caída de varias de las favoritas. “Hay que ir a por el Mundial”, se juramentaron al ser convocadas y se disponen a cumplirlo, conscientes en cualquier caso de que serán una referencia vital para las niñas y los niños.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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