Valentino Rossi vuelve a la carga contra Marc Márquez: “Nadie ha sido tan sucio como él”
El mito italiano desentierra su conflicto con el español en pleno resurgir deportivo del octocampeón del mundo con la Ducati
Valentino Rossi sigue muy dolido por aquel infame episodio de 2015 que le llevó a propinar una patada en plena carrera a Marc Márquez. El año que viene se cumplirá el décimo aniversario del incidente de Sepang, en Malasia, en la penúltima carrera de un campeonato que ni el uno ni el otro ganarían, el de la quinta corona de Jorge Lorenzo. Todavía hoy, el mito italiano es de los pocos que no ve coz alguna, tan solo fantasmas y conspiraciones. Lo que en su día él mismo y su círculo cercano definieron como un biscotto, un amaño. Ahora, cuando el español resurge deportivamente en MotoGP con Ducati, tras ganar dos carreras consecutivas después de casi tres años de sequía, el expiloto de 45 años vuelve a la carga contra su rival más amargo.
“Nadie ha sido tan sucio como él”, sentencia Rossi durante una extensa entrevista repartida en dos episodios en el podcast Mig Babol, del expiloto mundialista Andrea Migno, miembro de su academia de pilotos. En el mismo también repasa otras de sus grandes rivalidades, entre ellas las de Max Biaggi y Jorge Lorenzo. Aunque no aporta opiniones particularmente novedosas o distintas, sí que revisten una dureza que hacía tiempo que no mostraba hacia el ocho veces campeón del mundo. Minuciosamente, el 46 desgrana los distintos episodios de una temporada que a la postre representó su última gran oportunidad de poner a 10 su cuenta de títulos. Un inicio prometedor en Qatar y, seguidamente, el origen de su desencuentro con Márquez al tocarse ambos en el tramo final del GP de Argentina.
Rossi venía de remontar y en la penúltima vuelta contactó y rebasó un par de veces al 93, que en pleno rifirrafe terminó por los suelos tras impactar con el tren trasero del italiano. “Hasta entonces, nuestra relación era buena… pero a partir de ahí se fue al garete. A pesar de ese episodio, siguió pretendiendo llevarse bien conmigo y besándome el culo”, rememora, risueño, junto a sus amigos. Según él, esa acción buscaba mandarle al suelo adrede. Luego llegó la victoria en Assen, donde para evitar el contacto en la última chicane, el 46 cortó la curva para ganar la prueba tras otro intenso duelo repleto de adelantamientos y polémica. Hubo otro intercambio de impresiones acalorado en el parque cerrado, otro clavo en el ataúd de su afecto previo. En Australia, tras una victoria inapelable de Márquez, Alessio Salucci, Uccio, su inseparable ayudante, empezó a vocalizar en público la idea del biscotto, una idea que lanzaría en rueda de prensa una semana más tarde el propio piloto.
“Escuché que ellos, especialmente Alzamora [representante de Márquez hasta 2022], iban por el paddock diciendo que ‘ahora que ya no ganamos el título, él tampoco lo ganará’. Se lo dijeron a unos españoles que se lo contaron a unos amigos míos españoles, que luego me lo contaron a mí. Empezaron a decirme que tuviera cuidado en las últimas carreras. Incluso Uccio me decía que tuviera cuidado con Márquez”, rememora el italiano. Aunque el 93 venció en Philip Island adelantando a Lorenzo, su gran rival por el título, en la última vuelta, Rossi y su séquito acusaron al catalán de correr a propósito en su contra. Ni dentro del garaje de Yamaha entendieron ese argumento.
“Estamos contando hechos”, insiste ahora, convencido, el italiano. “Al menos voy a intentar decirle lo que está haciendo delante de toda la gente, echarle mierda, con la esperanza que lo dejara estar”, cuenta para justificar sus palabras en la previa de esa carrera en Malasia. Ese ataque público contrarió mucho a Márquez, que años más tarde lamentaba con una pizca de emoción esta saga, que le hizo romper con el que fue su gran ídolo. “No era un referente, era mi ídolo”, contaba Márquez en su documental All In. “Lo que me hicieron durante esas dos semanas no se lo desearía a nadie, y menos a un chaval 22 años”, añadía. Las réplicas a escala de sus motos y todos los pósters desaparecieron de su habitación en casa de los padres, en Cervera, de la noche a la mañana después de aquel fin de semana.
Atrás quedó una relación bonita, la que llevó a Márquez a cumplir uno de sus sueños con 15 años. Acababa de debutar y era un niño en medio de un paddock plagado de extraños, pero fue a buscar a Rossi para regalarle una réplica de un coche de rallies suyo hecha por Scalextric, como recuerda Emilio Pérez de Rozas en El Periódico, presente en la escena. Cuando Marc aterrizó en la categoría reina en 2013, Rossi se mostró tierno y cariñoso con él. “Márquez me gusta como piloto y como persona, es alguien que tiene el espíritu deportivo de las carreras. Si tiene que adelantarse con agresividad, lo hace sin miramientos, pero luego no se queja si es a la inversa”, le piropeaba.
Después de un adelantamiento espectacular en el sacacorchos de Laguna Seca, durante el GP de Estados Unidos de ese primer curso del 93 en MotoGP, Rossi le zarandeaba y amagaba con estrangularle en el parque cerrado. “Marc es como yo, pero el modelo nuevo, mejorado. Tiene todo el potencial del mundo para convertirse en el mejor de todos los tiempos”, comentaba el astro que levantó los cimientos de lo que es el Mundial hoy en día. Márquez, más dispuesto a zanjar la polémica de aquel infame 2015, ha ofrecido la pipa de la paz en un par de ocasiones —pública y privadamente— a su antiguo rival, una oferta que siempre fue rechazada. En 2018, ante las cámaras, Rossi dijo no cuando él le extendió la mano ante todo el mundo.
El amargo conflicto reflota ahora, justo cuando el octocampeón resurge tras cuatro años de calvario físico y deportivo y gana con la Ducati, un reto que en su día se le atragantó a Rossi. En el horizonte, le esperan al menos dos años en el garaje oficial de la fábrica de Bolonia, el equipo más competitivo y preparado para auparle de nuevo al trono de la categoría reina. Otro cetro le igualaría con Rossi, un hito notable por sí solo e inconmensurable si tenemos en cuenta esas dolorosas cuatro operaciones en el húmero. Al otro lado del box, sin embargo, estará el mejor pupilo de la academia VR46, el tricampeón Pecco Bagnaia.
“Debo decirlo: Márquez es un piloto muy fuerte, un fuera de serie. Siempre ha ido al límite, siendo muy agresivo, pero en 2015 cruzó la línea. Si eres un deportista agresivo, en plan villano, puedes estar al límite de lo sucio, y podría poner muchos ejemplos. Nunca nadie, entre los grandes del motor, ha luchado por hacer perder a otro piloto, eso es lo que marca la línea. Normalmente los que hacían ciertas cosas lo hacían por sí mismos, eran sucios para ganar su propia ventaja, porque querían ganar y ser superiores. Nadie ha sido tan sucio como él”, concluye a colación del tema Rossi. Pasan los años y aquella triste pugna se eterniza.
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