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Un vitoriano y una máster en biotecnología, en bicicleta bajo la lluvia por la ‘rive gauche’

Oier Lazkano y Mireia Benito disputarán el sábado por la tarde una contrarreloj con favoritos belgas, Remco Evenepoel y Lotte Kopecky

Oier Lazkano y Mireia Benito
Mireia Benito, a la izquierda, y Oier Lazkano, el miércoles en la Villa Olímpica.SASHENKA GUTIERREZ (EFE)
Carlos Arribas

Oier Lazkano, un gigante vitoriano, de 25 años, es del tipo desconfiado, y mientras se come un minipincho de tortilla después de la recepción real en la Embajada el jueves, dice que prefiere mirar, oír y callar y no dar casi nunca su opinión públicamente, así que cuando se le pregunta por el mono especialmente aerodinámico que se le ha preparado para la contrarreloj olímpica (32,4 kilómetros por las calles de París, de Inválidos al puente de Alejandro III, el sábado, a partir de las 16.32), el ciclista que representa a España se lleva un dedo a los labios y responde, “sshhhh, que eso es secreto”. Lo dice sin el menor sentido del humor, con la misma sinceridad con la que en una conferencia de prensa rebaja las expectativas sobre el resultado que pueda conseguir. “De todas formas, la última contrarreloj del Tour no es una referencia. No me jugaba nada. No tenía sentido arriesgar en los descensos, y una etapa 21ª del Tour es sobre todo un dolor de piernas brutal”, aclara el ciclista vasco, que terminó a más de seis minutos del ganador entre Mónaco y Niza, el inevitable Tadej Pogacar. “Me la tomé con calma”.

“La carrera buena para Oier es la de línea, el sábado 3, pero creo que puede conseguir plaza de finalista en la crono, seguro”, afirma el seleccionador nacional, Pascual Momparler, que debió sustituir al titular de la prueba, Juan Ayuso, que se retiró del Tour por covid, con el corredor del Movistar, muy activo en fugas, gran derroche de vatios, toda la grande boucle. “El recorrido le va muy bien. Es llanísimo, apenas 150 metros de desnivel entre salida y meta. Aunque llueva, y se prevé agua, solo tiene cuatro curvas complicadas y 200 metros de adoquines…”

Quienes menos parecen confiar en las posibilidades del cronoman vitoriano, que llegó a París en tren desde Niza el martes pasado, en el desafío olímpico son los responsables de la carrera, la gente de la Unión Ciclista Internacional (UCI) que le han fijado una hora de salida temprana (16.42.30, el octavo de los 34 participantes), 39 minutos antes que el gran favorito, Remco Evenepoel, dispuesto a refrendar su espléndido podio y maillot blanco del Tour a los 24 años, con un oro olímpico conquistado en la rive gauche de mayo del 68, cuatro kilómetros finales por el bulevar de Saint Germain antes de terminar súbito justo en el centro del puente que cruzando el Sena comunica el barrio universitario rebelde hace tanto con el Grand Palais. De todo el mundo salen palabras de alabanza para la posición compacta y tan acoplada, casi un huevo, perfectamente aerodinámica, del fenómeno belga, tan ensalzada casi como la potencia terrorífica de sus dos grandes rivales sobre el papel, el italiano Filippo Ganna, veterano de 28 años ya, y dos Mundiales contrarreloj y un oro olímpico en la pista de Tokio y el galés Josh Tarling, de 20 años, compañeros de Ineos y de Pinarello atómica, dos colosos que se acercan a los dos metros frente al 1,71 de Evenepoel. Hace un año, en una Glasgow lluviosa y gris como el París de los primeros olímpicos, los tres compartieron el podio del Mundial: el arcoíris para Evenepoel, por delante de Ganna y Tarling, dos que deberán probar que su preparación lejos del Tour les dio mejor capacidad de rendimiento que los más de 3.000 kilómetros en 83 horas y poco del belga, tan happy en las montañas protegido por su Mikel Landa.

Mireia Benito tiene un máster en biotecnología molecular y es ciclista porque a los 20 años se lesionó en la rodilla jugando a baloncesto, su deporte, y para recuperarse empezó a hacer bicicleta. “Y descubrí que me gustaba más la bici que el basket”, declara, y sonríe, siempre sonríe, la corredora de Llorenç del Penedés, cava y castells, de 27 años y campeona de España contrarreloj. “Después de eso, todo fue rapidísimo”. Corre en Bélgica, donde la diosa es Lotte Kopecky, y lo hace en el Soudal, con las mismas Specialized que Evenepoel donde se encuentra muy a gusto y no, no tiene previsto correr en algún equipo español. “Pero las cosas están cambiando en el ciclismo femenino. Vamos creciendo. Aparte del Movistar tenemos fuerte al Laboral Kutxa. Creo que estamos en un momento muy dulce. Las jóvenes que están creciendo ahora pueden ver que a diferencia de hace unos años, vivir del ciclismo siendo mujer es posible, es una salida labora como ya lo es para mí”.

El sábado, en el centro de París, será la única española en la final olímpica contrarreloj. Misma distancia, mismo recorrido que los hombres, por primera vez en la historia. “Yo he tenido unas semanas más relajadas que los del Tour”, dice Benito, que partirá a las 14.54, justo en la mitad. “He estado concentrada en altitud y he aprovechado para llevar el cuerpo al límite. He hecho toda la preparación que estaba en mis manos y a ver dónde nos pone la carretera”

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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