El vitoriano Oier Lazkano, segundo en la clásica belga A Través de Flandes

Antes de la Semana Santa, la quincena de Flandes, cuando los ciclistas jóvenes españoles con cuerpo bueno y grande quieren florecer, y alimentan su espíritu y sus sueños, poblados de adoquines y dureza. Empezó a hacerlo el viernes pasado, barro, lluvia, frío y viento, Iván García Cortina, el más flamenco y experto de los españoles de ahora, que terminó quinto en el GP E3 de Harelbeke, y lo hizo el miércoles, más espectacular aún, y más joven, el vitoriano Oier Lazkano, también del Movistar, segundo en el A Través de Flandes, 186 kilómetros, 11 muros, ocho tramos de pavés. Un hombre en fuga.

Después de Juan Antonio Flecha, perito en Flandes, ganador de la Het Nieuwsblad, cuatro podios más en la clásica que abre el año en Bélgica, podio también en Gante-Wevelgem, E3 y Tour de Flandes, y de Óscar Freire, el gran clasicómano español, ganador de una Gante-Wevelgem y podio de una E3, Lazkano, un gigante de 1,89 metros, 73 kilos y 23 años, es el tercer ciclista español que en la historia sube al podio de una clásica flamenca del WorldTour. “Hacer podio en estas clásicas de Flandes, tan importantes para los belgas y para todos, es muy bonito”, dice. “Es muy especial, sí”.

“Es lo bueno de entrar en la fuga, que casi gastas menos que en el pelotón porque no tienes que estar con la tensión de estar siempre bien colocado y te desgastas en los látigos, y al final estás delante. Vas un paso por delante del pelotón”, dice el vasco del Movistar, miembro de la fuga inicial de seis corredores, nacida a 167 kilómetros de la meta en Waregem y muerta a seis, alcanzada por un mínimo pelotón, con los mejores. Murió la fuga, pero no Lazkano. Poco después, a cuatro de la llegada, después del trabajo de zapa de Tiesj Benoot, atacó el francés Christophe Laporte, el mismo que el domingo ganó la Gante-Wevelgem fugado en compañía de su líder, Wout van Aert, que le preguntó a 10 kilómetros de la meta, ¿quieres ganar?, y le regaló la victoria. En Waregem, Laporte se fue solo y solo llegó, con 15s de ventaja sobre el español irredento, de nuevo en fuga tras su captura. “Se fue Laporte, y luego en el grupito en el que estaba, cuando atacó Powless, a tres y me dio, me dije, ‘tengo que dejar lo que tengo’, y así ha sido”, resume Lazkano, que se fue con el norteamericano del EF, terminó la carrera agotando toda su energía, y hasta tuvo fuerzas para esprintarle. Acabó segundo.

Más que en el Tour de Flandes del Domingo de Ramos, el próximo, en el que participará como apoyo de García Cortina en el Mundial de los belgas, donde le esperan los muros, el Quaremont, el Koppenberg y los tres fantásticos, Pogacar, Van Aert y Van der Poel, ausentes el miércoles, Lazkano piensa en otros adoquines sin muros, en el pavés del Infierno del Norte, en la París-Roubaix del 9 de abril, Domingo de Resurrección. “Mi plan es el mismo. Intentaré coger una fuga de 180-190 kilómetros para estar delante al final y ver hasta dónde puedo llegar”, dice el rodador vasco, excelente especialista de contrarreloj, y un gran motor, capaz de subir tirando del pelotón junto a escaladores todo un puerto como el Alto Colorado, en los Andes, en la pasada Vuelta a San Juan. En Waregem lo hizo, y en Roubaix lo hará, seguir la táctica de Imanol Erviti, otro gran rodador solidario del Movistar, otro cuerpo grande, y corazón, quien después de largas fugas logró terminar en 2016 entre los 10 primeros de Flandes y Roubaix.

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