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Anne Hidalgo: “Soy una alcaldesa feliz. No me arrepiento de nada”

La alcaldesa de París celebra a tres días de la inauguración de los JJ OO los cambios que ya ha impulsado en la ciudad y reprocha al presidente Macron haber puesto en dificultades el proyecto con las elecciones anticipadas

Anne Hidalgo
Anne Hidalgo, alcaldesa de París, posa en su despacho del Ayuntamiento para EL PAÍS.Albert Garcia
Marc Bassets

“Soy una alcaldesa feliz”, proclama Anne Hidalgo en vísperas del que probablemente sea el día clave de su carrera, su jornada estelar. “No me arrepiento de nada”.

Quedan tres días para la inauguración de los Juegos Olímpicos París 2024, y la alcaldesa comparte con EL PAÍS y un grupo de periodistas las últimas sensaciones y algunas confidencias. No hay nervios en los despachos del monumental Hôtel de Ville, la sede del Ayuntamiento, o no se ven y la procesión va por dentro. Sí se nota la satisfacción por llegar al sprint final con todo a punto. Y resquemor hacia el presidente Emmanuel Macron y lo que se percibe aquí como un desprecio sistemático desde el Elíseo en estos años. También la voluntad por parte de Hidalgo de reivindicarse tras años de críticas e impopularidad entre una parte de la ciudadanía en plena transformación de la ciudad.

La fecha del 26 de julio culminará un esfuerzo de más de una década, desde que en 2015 se presentó la candidatura en un año aciago para Francia por los atentados islamistas. Es la culminación, también, de un capítulo clave en su proyecto para hacer de la capital una ciudad puntera en el medioambiente. Y, para esta hija de inmigrantes españoles en Francia que llegó a este país siendo niña y es una auténtica hija de la meritocracia republicana, se intuye que los motivos de “felicidad” no solo son políticas. También son personales.

“Nada me predestinaba a estar donde estoy y hacer lo que hago”, dijo este martes a EL PAÍS y un grupo de medios internacionales en el Ayuntamiento de París. Y enfatizó: “Nada”.

La socialista Hidalgo (San Fernando, Cádiz, 65 años) acusa durante la entrevista a Macron de poner palos en las ruedas durante los preparativos y de intentar marginalizar al Ayuntamiento, aunque elogia la buena cooperación con los altos funcionarios del Estado. Reprocha al presidente de la República que pusiese en peligro el proyecto al haber convocado, a principios de junio, unas elecciones legislativas que habría podido llevar al poder a la extrema derecha. La disolución de la Asamblea Nacional, afirma, fue “peligrosa” e “irresponsable”.

La extrema derecha quedó finalmente en tercera posición, nadie obtuvo una mayoría parlamentaria y Francia vive los JJ OO con un Gobierno interino. Pero la alcaldesa celebra ya de antemano, y antes de que haya empezado la cita olímpica, la aceleración que esta ha permitido en proyectos urbanos que, de otra manera, habrían requerido décadas.

“Los preparativos y los Juegos habrán aportado a la ciudad, a mi ciudad, transformaciones absolutamente excepcionales que no habríamos podido hacer en un mandato de alcalde, aunque estos en Francia sean largos, de seis años”, dice Hidalgo, en el cargo desde 2014. “Hay una herencia ecológica, social y también una alegría de vivir en la ciudad en un momento en que el mundo va muy mal y Francia tampoco va bien”.

¿Inquietudes de última hora? “La seguridad será hasta el final una preocupación”, responde. “Pero sentimos confianza, que evidentemente siempre es relativa, puesto que hablamos de la seguridad”.

El despliegue de policías y gendarmes (45.000 el viernes, día de la inauguración, y 30.000 durante las restantes semanas, además de agentes privados, militares y policías de otros países en misión de apoyo) se hace notar desde hace días en la ciudad. Las vallas y controles, también. El entusiasmo todavía no se nota en las calles, sino, por ahora, más bien indiferencia o el habitual malhumor parisino.

“Los franceses refunfuñan, y los parisinos, no digamos. Esto es así”, sonríe Hidalgo. “Pero nosotros conocemos bien a los parisinos. Se quejan y son muy honestos intelectualmente. Pueden discutir mucho, pero cuando ven que las cosas salen bien y mejoran su vida, lo reconocen”.

Esta es la esperanza: que a partir del 26, cuando París y el mundo se maraville ante la ceremonia en el Sena, y cuando empiecen las competiciones, todo cambie.

“El fervor popular, lo van a ver”, promete. “Hemos visto un bashing [anglicismo usual en francés para significar una crítica destructiva] terrible durante años sobre París. Se nos dijo tanto que París estaba sucio… Todo era negativo, y hay gente que pudo creerlo. Ahora pienso que quizás la gente verá que París es magnífica”.

En la izquierda francesa, algunos políticos han cuestionado la presencia de atletas israelíes en los JJ OO por la guerra en Gaza. Y consideran que hay un doble rasero al estar vetada Rusia por la invasión de Ucrania.

“No es lo mismo”, responde Hidalgo. Y argumenta: “Israel fue atacada por Hamás, una organización terrorista. Respondió y su respuesta va más allá del derecho de la guerra. No es aceptable lo que ocurre hoy. Lo condeno. Las poblaciones civiles son atacadas y esto no es aceptable, y Netanyahu deberá responder por estos actos, evidentemente. Pero no se trata de hacer un paralelismo entre Rusia que invade un país, e Israel que se defiende, aunque se puede cuestionar, y el derecho internacional lo cuestiona, las condiciones del ejercicio de su respuesta”. Y adelanta: “Yo acogeré a los atletas israelíes y palestinos y del equipo de refugiados con mucho respeto y atención”.

Buena parte de la conversación gira en torno a la crisis política que Francia ha vivido en el último mes y medio. Hidalgo desvela que, minutos antes de que el 9 de junio Macron anunciase la disolución de la Asamblea Nacional, ella conoció la noticia y llamó en seguida a Tony Estanguet, presidente del Comité Organizador y triple oro olímpico francés.

“Tony, prepárate, porque mira lo que nos va a pasar”, dice que le dijo, y Estanguet respondió: “No es posible. Nos habrá pasado de todo”.

Comenta ahora Hidalgo, al recordar aquel momento y las semanas siguientes: “Arriesgarse a poner los Juegos en una dificultad, con la angustia de encontrarnos con un Gobierno de extrema derecha... Admito que fue muy muy duro... Que un presidente haga algo así…”

“Yo respeto las instituciones, al presidente de la República y a los ministros, pero deben respetarnos a nosotros también”, dice. “Cuando ha habido dificultades ha sido cuando han intentado apartarnos explicando que los Juegos son Francia, y no nosotros, y que nosotros no tenemos nada que ver con ello.”

Que los representantes de la ciudad y el país anfitriones entierren el hacha durante las próximas semanas, está por ver. Pero la maquinaria de los Juegos ya está en marcha, y con ella la esperanza de que los JJ OO apacigüen una Francia en tensión.

“Cuando digo que no me arrepiento de nada, todavía me arrepiento menos que los Juegos lleguen en un momento en que la sociedad francesa está tan fracturada”. Y precisa: “Permitirán, aunque sea temporalmente, reencontrarnos todos: París, Francia, Europa y el mundo entero. Este es el primer gran acontecimiento de fraternidad en una humanidad que está tan fracturada como la sociedad francesa”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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