Evangelos Marinakis, el presidente de Olympiacos que es juzgado por instigar la violencia en el fútbol
El dirigente griego, encausado en un macrojuicio por la muerte de un policía, salpica sus éxitos deportivos de escándalos y salidas de tono


El día antes de que el Olympiacos reciba al Madrid (21.00, Movistar), estaba prevista en Grecia la segunda sesión del macrojuicio por la muerte en 2023 de un policía debido al lanzamiento de una bengala durante un Olympiacos-Panathinaikos de voleibol femenino. Entre los casi 150 encausados se encuentra el presidente del club, Evangelos Marinakis, acusado junto con otros cuatro directivos de dos delitos: instigar la violencia en el fútbol con declaraciones contra las autoridades y apoyar a un grupo criminal entre 2019 y 2024. El dirigente acusó al Gobierno de urdir un chantaje para silenciarlo. De momento, este hombre de 58 años ha salido limpio de todas, y ha tenido varias y serias. En 2018, fue absuelto en un caso de amaño de partidos, y en el pasado su nombre se mencionó en episodios tan graves como el atentado con bomba contra la panadería de un árbitro y en una investigación sobre narcotráfico, según informaciones recogidas por la BBC.
Marinakis es un tipo excesivo para todo. Por su físico desbordante, por los escándalos que lo salpican, por sus salidas de tono (“no merecéis ni el papel higiénico de la ciudad deportiva”, le dijo a la plantilla en 2018 tras varios malos resultados), por sus 24 cambios de entrenador desde 2010, por su publicitada filantropía, y hasta por extravagancias como ser letrista de música. “Siento un escalofrío recorrer mi cuerpo al verte, te conviertes en un grito silencioso”, escribió en la canción Exapsi (Excitación), de la intérprete local Natasa Theodoridou.
Él es uno de esos personajes que todavía habitan en el fútbol griego, quizá no tan extremo como el presidente del PAOK que bajó al campo con una pistola en 2018, pero que llama la atención en sitios como Inglaterra. Allí es propietario desde 2017 del Nottingham Forest y en primavera dejó una escena que lo retrató: abroncó en el césped a su técnico, Nuno Espírito Santo, tras un empate. Lo que nadie le niega son éxitos deportivos: Olympiacos se convirtió en 2024 en el primer equipo griego en ganar un título continental (la Conference, con José Luis Mendilibar), y al Forest lo devolvió a la Premier dos décadas después y a Europa al cabo de 30 años. Eso sí, esta temporada ya va por el tercer técnico.
“Era un tipo peculiar”, lo describe Moisés Hurtado (44 años), que fichó por Olympiacos en 2010 de la mano de Ernesto Valverde, que siempre tuvo buenas palabras para Marinakis. “Ese fue su primer año como presidente. Es una persona enorme e iba con dos guardaespaldas casi más grandes que él. Infundía cierto respeto y él también quería dar esa imagen. Después de un derbi que le ganamos a Panathinaikos, un poco robo nuestro, bajó con los nudillos sangrando, me cogió en brazos y me aupó en el aire al grito de “This is the spirit of Olympiacos (Este es el espíritu de Olympiacos)”, recuerda el ex del Espanyol. “Los griegos viven mucho el fútbol y Marinakis era un punto mayor. La gente lo quería mucho”.
Más todavía tras el histórico triunfo de la Conference. Allí, además de Mendi, se encontraba Vicente Iborra (37), hoy segundo entrenador del Levante. “Empecé la pretemporada con casi 50 compañeros y ese año tuve cuatro entrenadores y tres directores deportivos. Era difícil pensar que saldría bien, pero en Grecia eso se ve más normal”, destaca este expivote. Las cifras del Olympiacos, no obstante, son difíciles de superar: casi 300 llegadas en toda la etapa de Marinakis, aunque con un saldo positivo para las arcas de unos 67 millones, según Transfermarkt.
Olympiacos es el gran club de El Pireo, el puerto de Atenas en cuya orilla se levanta el estadio Georgios Karaiskakis y el Palacio de la Paz y la Amistad, y allí se hizo fuerte la familia Marinakis. Evangelos, al que Iborra recuerda como “comedido” y “distante de entrada”, heredó a principios de siglo la naviera de su padre, hoy con más de 100 buques. “Algún jugador fue a su casa y decían que tenía una pantalla con todos sus barcos”, apunta Moisés Hurtado. Más allá del fútbol y los mares, fue concejal en El Pireo con el mismo alcalde (Ioannis Moralis) que hoy es vicepresidente de Olympiacos y que también está encausado, posee dos periódicos y una televisión, acaba de entrar en el negocio de los teatros, y hasta ha protagonizado una polémica a cuenta de Ucrania con el ex primer ministro británico Boris Johnson.

En septiembre, en un encuentro en Tesalónica, Marinakis propuso que Ucrania cediera territorio a Rusia. “Lo que yo preferiría es que dejaran de morir niños, que Rusia conservara parte [de Ucrania] y se pusiera fin a la guerra”, afirmó. Una posición que recibió el rechazo enérgico de Johnson. “¿Qué porcentaje de Ucrania sería justo entregar al agresor para detener la guerra? ¿Qué porcentaje de Checoslovaquia le habrías dado a Hitler?”, le soltó. “No es lo mismo”, le contestó el presidente de Olympiacos. “¡Es exactamente lo mismo! Si somos débiles ahora, lo pagaremos después”, zanjó el expolítico.

Propietario de Olympiacos, Nottingham y accionista mayoritario del Río Ave portugués, Marinakis es también un ejemplo de la multipropiedad en el fútbol. Y, de postre, es presidente de la Liga griega y vicepresidente segundo de la Federación. “La gente hablaba de él como un empresario de mucho poder en Grecia y con un carácter fuerte”, cuenta Chema Rodríguez, hoy en el Racing de Ferrol y que pasó por el Forest la primera mitad de la 2019-20. “Jugábamos en la Championship [Segunda inglesa] y se dejaba ver poco. Ahora va más”, afirma este central de 33 años. Y no siempre para bien. En 2024, le sancionaron con cinco partidos por escupir al paso de un árbitro (en su país fueron cinco meses en 2021 por insultar a un colegiado), y la temporada pasada vetó el acceso al estadio al exfutbolista y comentarista de Sky Sports Gary Neville. Son las reglas de Evangelos Marinakis, que en el brazo izquierdo luce el tatuaje: “Dream Love Create Fight Survive Win” (Sueña, Ama, Crea, Lucha, Sobrevive, Gana), las mismas palabras que aparecen sobreimpresionadas en la entrada al museo de Olympiacos.
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