Deshielo en la selección de fútbol de Groenlandia
El territorio de soberanía danesa que anhela Trump busca ingresar en la FIFA y la Concacaf ante la negativa de la UEFA
Algo hay en Groenlandia que seduce a Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos que ha vuelto a plantear la opción de anexionarse la mayor isla del mundo, cuatro veces la extensión de España y con apenas un 20% libre de hielo. Por más que la geopolítica le infiera un elevado valor, no estamos ante un entorno fácil, de largos inviernos de oscuridad casi perenne, nevadas y ventiscas, un territorio líder mundial de la tasa de suicidios (83 por cada 100.000 habitantes, 117 si se considera tan sólo el género masculino) y de alcoholismo. Una encuesta difundida por Save the Children arroja además un dato desolador: el 20% de los nacidos después de 1995 reconoce haber sufrido abusos sexuales durante la infancia. Quizás el deporte ayude no solo a fortalecer una identidad, sino a cambiar las condiciones de vida.
Y ahí emerge el fútbol en una nación que no es independiente pero que goza de autogobierno, aunque es territorio danés. Una traba para que un equipo representativo de sus 59.000 habitantes salte al escenario internacional en el contexto que le debería de corresponder, el de la UEFA. Pero el máximo organismo continental ha modulado la normativa que permitió en 1990 afiliarse a la federación de Islas Feroe, otra región autónoma de Dinamarca. Endurecidas las condiciones para que futbolísticamente Groenlandia sea europea, sus federativos miran hacia su derecha, América. En 2022 solicitaron su ingreso en la Concacaf, la confederación de Norte, Centroamérica y Caribe, que tiene una mayor laxitud para integrar a territorios que no gozan de independencia como Aruba, Bermudas, Bonaire, Guadalupe o Martinica. La pasada primavera reincidieron en la petición y al tiempo en un acercamiento para convertirse en la nación 212 afiliada a la FIFA, que en 2016 admitió a Gibraltar, pero este año ha endurecido sus condiciones de acceso a “estados independientes reconocidos por la mayoría de miembros de Naciones Unidas”. Ahora territorios caribeños como Bonaire, Sint Maarten, Guadalupe, Martinica o la Guayana Francesa, que geográficamente está en Sudamérica, pertenecen a la Concacaf, pero tienen complicada su entrada en la FIFA. Groenlandia quiere llegar al menos a ese estatus. “Es actualmente el único lugar de la Tierra que no es miembro de una confederación de fútbol”, definió entonces el seleccionador Morten Rutkjaer en declaraciones difundidas por la Agencia France Press. Tampoco está integrada en el Comité Olímpico Internacional.
Groenlandia jugó el pasado mes de junio un partido amistoso contra Turkmenistán. Ocurrió en Turquía y ganó (5-0) el equipo de la exrepública soviética, que venía de caer por la mínima contra la mundialista Irán. Hace tres años acudieron a terreno danés para enfrentarse en un amistoso contra el Nordsjaellend (derrota por 3-1) y en 2022 se midieron contra la sub21 de Kosovo y cayeron 1-0. El nivel es mejorable, pero la opción de integrarse en competiciones internacionales es un hilo de esperanza que va más allá del balón y trasciende, apuntan los federativos, a ideas como la “alegría” y el “orgullo”. Y entrar en la FIFA supondría además acceder a importantes dotaciones económicas para desarrollar el fútbol en la isla.
La capacidad del deporte como motor de un territorio se percibió en Groenlandia cuando hace poco más de dos años la selección de balonmano femenina se clasificó entre las 32 que disputaron el Mundial, instancia a la que llegaron tras ganar el campeonato de la NACHC (National America and Caribbean Handball Confederation) en el que ejercieron de anfitrionas en junio de 2023. Superaron a Canadá, México, Cuba y Estados Unidos en la capital de la isla, Nuuk, y entraron por la puerta grande mundialista como representantes americanos. El pasado mes de mayo los hombres se quedaron a un paso de entrar en el Mundial que se va a iniciar en poco más de dos semanas. Cuba ganó el torneo celebrado en pistas mexicanas.
Nuuk está a 3.500 kilómetros de Copenhague, 600 más de los que le separan de Toronto o Nueva York. Sin embargo, no deja de ser curioso imaginar a un combinado caribeño entre auroras boreales o a los descendientes de los Inuit fajándose en Aruba o Jamaica en la Liga de las Naciones o en la clasificación mundialista. Tres de sus futbolistas juegan en Dinamarca, selección que defendió en 76 ocasiones el excolchonero Jesper Gronkjaer, que nació en Nuuk, pero de niño hizo las maletas con su familia en dirección a la metrópoli. El resto de jugadores a las órdenes de Rutkjaer se alista en el brevísimo campeonato local, que se disputa de mayo a septiembre y se define por la concentración de ocho equipos al final de cada verano. O se dejan ver con la selección de fútbol sala, que tiene mayor actividad y presencia en torneos amistosos lejos del Ártico. En toda Groenlandia no hay más de veinte campos de fútbol y allí acudió la FIFA, de la mano de la federación danesa, para construir un terreno de césped artificial en Qaqortoq, una localidad al sur de la isla. Y hay planes para alzar en Nuuk un estadio con capacidad para 3.000 aficionados y algún campo más en el que se pueda jugar bajo techo.
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