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De Xavi a Flick, el secreto del fútbol de Raphinha estaba en la confianza

El brasileño ya ha completado 10 partidos con el técnico alemán en el banquillo, mientras que en las últimas dos campañas solo había finalizado siete

Raphinha celebra su hat-trick ante el Bayern Múnich.
Raphinha celebra su hat-trick ante el Bayern Múnich.Bruna Casas (REUTERS)
Juan I. Irigoyen

Alegre y cercano, la música de Raphinha se había comenzado a apagar en Barcelona. Hay mochilas pesadas en el fútbol, por ejemplo el precio de un fichaje costoso. Hay pocas, sin embargo, tan duras de sortear para un jugador como el ninguneo de un entrenador que no confía ni quiere confiar. Y Raphinha, que había llegado al Barça auspiciado por Deco, actual director deportivo de la entidad azulgrana, nunca logró convencer a Xavi Hernández. Y él no lo entendía. “Siempre me saca del campo en el minuto 60, no importa si estoy jugando bien o mal, ¿qué sentido tiene?”, se quejaba el brasileño a su entorno. En su primera temporada con Xavi, solo completó dos partidos de los 35 que había arrancado de titular; en la segunda, cinco de 25. En total, siete de 60. Minutos suficientes, en cualquier caso, para marcar 20 goles y repartir 23 asistencias. “No sé qué más tengo que hacer”, protestaba Raphinha.

Lo extraño, según el área deportiva, es que Xavi era el único que no estaba convencido con el brasileño. “Siempre que teníamos preguntas de jugadores portugueses o brasileños le pedíamos consejo a Deco, que los conocía bien. Pero es cierto que hablamos de Raphinha sin saber que él era el agente”, explicó Jordi Cruyff, secretario técnico del Barcelona, cuando los azulgrana pagaron 58 millones de euros al Leeds por su traspaso. Raphinha, sin embargo, no parecía dispuesto a rendirse. Ni siquiera cuando se enteró que desde la directiva meditaban la idea de buscar un extremo izquierdo, ninguno tan tentador para el Barcelona como Nico Williams, cuando antes habían barajado la posibilidad de contratar al colombiano Luis Díaz (Liverpool). “Tenemos a Raphinha, Ferran… también a Ansu, que estaba muy bien durante la pretemporada, pero tuvo la mala suerte de la lesión en el pie. Y está Lamine. Hay jugadores que pueden hacer de falso extremo como Dani Olmo. Tenemos claro que para traer un jugador tiene que ser de un nivel muy alto”, expuso Deco para explicar que el lugar de Raphinha estaba seguro en la plantilla. Convencido Deco (no fue tan difícil), le tocaba el turno de hacerlo con Hansi Flick.

Por entonces, ya había comenzado a resurgir la sonrisa de Raphinha. Hijo de músico —su padre era parte de la banda de Ronaldinho—, el pasado agosto le mandó una camiseta del Barcelona firmada a Max Cavalera, líder de Sepultura, legendario grupo brasileño. “Es muy importante para mí la confianza del míster y de mis compañeros. Estoy dispuesto a aprender siempre un poco más. La mentalidad con la que empecé esta temporada fue diferente a la de las otras”, explicó Raphinha. ¿El psicólogo? Hansi Flick. Y eso que lo primero que hizo el técnico fue mandarlo al ala izquierda, una posición que, de entrada, no le seducía.

“¿Qué les digo a los jugadores?”, arrancó su exposición Flick para explicar su método de trabajo con la plantilla. “Les digo lo que espero de ellos, en lo que pueden mejorar y las cosas que hacen bien. Intento que comprendan y formen parte de la idea. Así cada jugador sabe lo que tiene que hacer. Eso aporta confianza. Y soy muy sincero con ellos. Es importante que sepan lo que ocurre. Más allá de que sean cosas que no quieren escuchar”, completó el preparador alemán. Según él, lo tuvo fácil con Raphinha. “Es un buen ejemplo de cómo puede funcionar el equipo. Siempre tiene una buena actitud en los entrenamientos y en los partidos. Nunca tuve un jugador como él”, lo elogió Hansi Flick.

Pero Raphinha explica su versión. “Ahora no tengo miedo. No estoy apurado a hacer las cosas bien. Antes solo tenía 60 minutos, ahora todo el partido”, le dijo el brasileño a su gente cercana. Esta campaña ha jugado 12 partidos como titular y ha completado 10. Sus estadísticas se elevaron a nueve goles y seis asistencias. Además de la confianza del técnico se ganó la de sus compañeros, elegido capitán por delante de Lewandowski en el último verano. “No es solo llevar el brazalete. Hay que ayudar y escuchar a los jóvenes. Ver cómo está la gente. Intento ayudar a todos en lo que puedo”, cuenta Raphinha. Hoy está (de nuevo) alegre. Su música vuelve a sonar. No es Sepultura ni la banda de Ronaldinho. Es la de su fútbol. El Barcelona también espera que suene la de Coldplay, patrocinador de la camiseta azulgrana en su visita al Santiago Bernabéu.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.
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