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Nenad Bjelica, técnico del Unión Berlín: “Cuando fiché, algunos preguntaron: ‘¿quién es ese?”

El croata habla en esta entrevista sobre su llegada al equipo alemán tras la salida de la leyenda Urs Fischer, su azaroso pasado como jugador en España y el impacto de la guerra de los Balcanes

Nenad Bjelica, durante el Braga-Unión Berlín.
Nenad Bjelica, durante el Braga-Unión Berlín.Octavio Passos (Getty Images)
Lorenzo Calonge

Al nuevo entrenador del Unión Berlín, Nenad Bjelica (Osijek, Croacia; 52 años), lo rescató en el fútbol español Benito Floro en Albacete. “Fue como mi segundo padre”, recuerda con nostalgia por videoconferencia el técnico, en la previa de recibir al Real Madrid en la última jornada de la liguilla de la Champions (21.00, Movistar). Después de que el Atlético descartara su fichaje, el equipo manchego lo había anunciado en octubre de 1992 como “el nuevo Butragueño”. “Me pusieron mucha presión, pero sí, teníamos características similares”, asegura el balcánico. Sin embargo, una vez aterrizado en la planicie, la realidad le resultó bastante cruda.

Víctor Espárrago [su preparador] no contaba conmigo y, nada más perder 3-0 en septiembre en San Mamés, me dijo que no iba a jugar más. Ya no podía irme a otro club de España, porque había debutado, y tampoco salió una cesión al extranjero. La temporada siguiente la empezó Luis Suárez, y mi situación siguió igual”, explica. Se pasó un año y medio sin olerla, un destierro que aprovechó para aprender el castellano (casi perfecto) con el camarero del hotel y su familia. “Y cuando tenía apalabrada la rescisión del contrato, voy al club a firmarla y me dicen que espere. Luis Suárez se había ido y acababa de llegar Benito Floro. Él apostó mucho por mí, siempre como titular, y eso me llevó luego al Betis, en 1996″, señala Bjelica, que en el Carlos Belmonte fue protagonista también de un suceso único. Descendió dos cursos seguidos a Segunda con el mismo equipo. Cayó en el verano del 95, pero el indulto al Sevilla y Celta y la Liga de los 22 para contentar a todos rescató también al Albacete. Y la temporada siguiente, volvió a perder la categoría. Entonces sí, se marchó al Villamarín “por 230 millones de pesetas” (1,5 millones de euros). “Al club también le salí bien”, advierte.

Benito Floro fue como un segundo padre en Albacete. Estuve un año y medio sin jugar con Víctor Espárrago y Luis Suárez”

Así despegó la carrera internacional de este exjugador “desequilibrante”, que después se fue a Las Palmas (98-99), y que ahora trata de enderezar los renglones torcidos del emocionante Unión Berlín. El pasado sábado, en su segundo encuentro, rompió una racha de 16 partidos sin ganar (3-1 al Gladbach) y este martes aspira a entrar en la Liga Europa (tiene dos puntos, por los cuatro del Braga, que visita Nápoles). “Sé que ahora estoy siendo examinado por los jugadores”, admite el balcánico. “En Alemania, soy un desconocido como entrenador. Cuando salió la noticia de mi fichaje, algunos preguntaron: ‘¿Quién es ese?’ En el vestuario, algunos me conocían, pero seguro que no han seguido la Liga turca o croata. El club vio otras posibilidades y se decidió por mí. La plantilla lo tiene que aceptar, y adaptarse a mi manera de trabajar, pensar y actuar. En estos 15 días, hemos conseguido cosas importantes”, subraya el sucesor de una leyenda de la entidad, Urs Fischer, que llevó al equipo de Segunda a la Champions.

Técnico hasta ahora en Ligas menores, como Croacia, Turquía, Polonia, la Segunda italiana o austriaca, donde empezó como jugador-entrenador en el Kärnten, la vida lo ha colocado pasados los 50 ante su gran desafío: evitar un hundimiento tras una sobredosis de éxito. “Yo he podido ser Urs Fischer, pero no he querido. He preferido ser Nenad Bjelica. Eso no es fácil porque aquí ya estaban adaptados al antiguo técnico. Yo trabajo de otra manera”, proclama.

Discrepancias en el vestuario

Casi lo primero que hizo fue reunirse de forma individual con los futbolistas. “Me encontré con discrepancias entre los nuevos y los que ya estaban. Algunos pensaban que había que jugar como antes y otros querían algo más de fútbol. Yo soy muy pragmático, voy al resultado, aunque con Fischer tenían un juego más directo y a mí me gusta un fútbol con más calidad, mucha presión e ir por las bandas. Los entrenamientos también los he cambiado. Ahora son más cortos, pero más intensos”, detalla el balcánico, que en el pasado estuvo una semana en Valdebebas estudiando los métodos de Carlo Ancelotti.

“Cuando llegas a un equipo que está mal de confianza, hay que transmitir las mínimas obligaciones en el campo y pedir que se hagan al 100%”, puntualiza el nuevo técnico del Unión Berlín. “He sido muy simple con los jugadores. Tampoco he querido darles muchas informaciones. Lo han asumido bien y la victoria del otro día me dio la razón. No se debe hablar mucho de la mala racha”, explica Bjelica, que no esconde que el objetivo de esta campaña es huir de la quema (ahora es cuarto por la cola en la Bundesliga).

Durante la guerra, mis padres estaban en el sótano, me iba de la ciudad y no sabía si los iba a encontrar al volver”

Nadie contaba con él en el barrio de Köpenick para tratar de reflotar un barco que “se había caído al fondo”. De hecho, horas antes de anunciarse su llegada, de quien se hablaba en Alemania era de Raúl González Blanco. “Aparecieron muchos candidatos, pero creo que el único que no salió fue el mío. Me presentaron un domingo y el sábado salió la noticia de que el elegido era Raúl. La realidad es que yo el jueves sabía que iba al Unión Berlín. Ya tenía los billetes. Lo mantuvimos en secreto”, se felicita.

De padre montenegrino y madre croata, Bjelica nació en Osijek, igual que Davor Suker, con quien jugó un par de encuentros en la selección croata, y una ciudad muy castigada durante la Guerra de los Balcanes. “Aquello siempre deja muchas huellas. Prefiero no recordar ni hablar de eso. Mis padres estaban en el sótano, yo salía de la ciudad y no sabía si los iba a encontrar al volver. Fue muy duro. Los partidos los jugábamos a 50 y 100 kilómetros de la ciudad. ¿Qué quiere que le diga?”, cierra este balcánico que, después de mucha mili en las carreteras secundarias del fútbol, se encuentra ante la sorpresa de muchos frente a su gran reto.

Ancelotti elige a Kepa en Berlín

Abierta la duda en la portería del Real Madrid, la pregunta es, hasta nueva orden, ya fija para Carlo Ancelotti antes de cada partido: ¿Kepa o Lunin? El pasado viernes, en la previa de enfrentarse al Betis, el técnico italiano abrió oficialmente el melón y no quiso dar pistas de lo que elegiría al día siguiente. Salió Lunin. Este lunes, en Berlín, no se guardó la respuesta: “Sí, lo digo. Kepa”, soltó a la primera.

“No pienso que es injusto dejar en el banquillo a uno porque sería injusto todos los partidos”, afirmó con carácter general. “Lo bueno es que Lunin ha tenido la oportunidad, a diferencia del pasado, de mostrar con continuidad sus características. Lo ha hecho bien y estamos contentos de tener un portero de confianza. Kepa no necesitaba demostrar esto porque en su carrera ha mostrado muchas cosas. El último periodo de Lunin ha sido muy bueno, pero hay que tener en cuenta que Kepa lo había hecho muy bien en los partidos que había jugado”, desarrolló, repartiendo miel a cada lado. El entrenador del Madrid, en oposición a lo que aseguró a principios de curso, abrió hace cuatro días la puerta a las rotaciones bajo palos hasta Navidades. El sábado, el dedo apuntó a Lunin y este lunes, a Kepa.

Asegurado el liderato de grupo, la visita a Berlín le ofrece a Ancelotti la posibilidad de rotar y reservar a alguna de sus piezas clave, empujadas a jugarlo casi todo por la acumulación de lesiones. “La idea no es rotar por rotar. Solo si hay riesgos”, matizó el entrenador.

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