Un Valencia liderado por Javi Guerra desnuda al Atlético
El equipo de Baraja, impulsado por el canterano, Canós y Duro, sorprende con una goleada casi de otro tiempo en Mestalla
Llegaba crecido el Atlético a Mestalla y salió trasquilado. Nadie esperaba una goleada del Valencia, algo acomplejado por una plantilla cada vez más barata, con menos alardes, pero el equipo de Rubén Baraja, con once jugadores comprometidos como soldados, le sacó los colores a un rival llamado a gestas mayores. El anfitrión, sostenido por la contención de Pepelu y el liderazgo de Javi Guerra, encontró al fin a un delantero resolutivo -su gran carencia desde la temporada pasada- y Hugo Duro elevó a su equipo con dos goles en la primera parte.
Rubén Baraja ha hecho arte con la plantilla minimalista que le ha entregado el club este verano. El equipo es limitado, pero tiene talento. No ha habido fichajes sonados, pero sí acertadas incorporaciones. Uno es Pepelu, cemento en el corazón de la cancha, y el otro es Sergi Canós, que ha traído un descaro endemoniado con el que tuteó a Azpilicueta y descubrió las debilidades de la zaga colchonera.
El extremo de Nules tardó cinco minutos en demostrar, en su estreno como titular en el Valencia, que es un jugador diferencial. Uno de esos atacantes que los entrenadores buscan y rebuscan en el mercado porque desborda y crea ventajas en los costados. Pero Canós, al menos en este sábado de gloria para él, no sufrió del mal del extremo, eso que lleva muchas a veces a los de su posición a enredarse, a obcecarse con driblar a su par. El castellonense tiene regate, pero también generosidad y el equipo agradece cuando permite que el balón siga circulando en busca de otras opciones.
Canós se internó con habilidad a los cinco minutos y envió un balón raso al área que obligó a Hugo Duro a lanzarse al suelo y soltar un remate con la zurda, en escorzo, que sorprendió a Oblak. El gol rompió todos los esquemas. El papel de víctima del Valencia ante un Atlético dominador que llegaba a Mestalla pisando fuerte fue por los aires. El gol atemperó al equipo de Baraja, que tenía un filón por la banda izquierda con Gayá y Canós.
El Atleti entró en modo supervivencia, algo con lo que ha educado Simeone a sus jugadores desde hace años, para esperar a que escampara y a que llegara su momento. Pero en la recta final de la primera parte, Pepelu robó el balón en su campo y se lo dio a Fran Pérez. El hijo de Rufete llevaba media hora viendo la exhibición de Canós en la otra banda, pero cuando le llegó su oportunidad no se lo pensó y se lanzó a la carrera hacia el área contraria. Luego le metió un buen balón a Hugo Duro, y el delantero, más afilado este curso, en su mejor día como valencianista, con la frialdad en el área de los matadores, burló a sus dos defensores y marcó el 2-0. El madrileño, desmelenado, aún se trabajó una opción más que esta vez no supo concretar.
Tras el descanso, el Atleti fue otro, claro. Y en seis minutos Morata soltó un cabezazo picado que obligó a Mamardashvili a tirar de reflejos. Pero la tarde estaba condenada a lo imprevisible y cuando parecía que todo conducía a un asedio del Atleti al área del Valencia, Javi Guerra se encontró un balón en el borde del área y con esa pausa, que no lentitud, de los grandes del fútbol y un par de golpes de cintura, se acomodó el balón en la derecha y lo colocó donde Oblak no podía llegar. Otra obra de arte de este chico de 19 años llamado a ser el líder de este joven Valencia.
Los 45.000 aficionados del equipo de Baraja enloquecieron con este tanto portentoso y con una goleada que ya es una rareza en estos tiempos en Mestalla. Simeone le dio la vuelta a su equipo con cinco cambios, uno obligado por la lesión de Thomas Lemar, que se fue del campo en la primera mitad tumbado en una camilla y echándose las manos a la cara, pero el cuadro madrileño viajaba sin brújula y acabó rendido ante un equipo inesperadamente entonado. La hinchada aún tuvo tiempo de despedir con una ovación a Hugo Duro, que marcó en una tarde más goles que toda la temporada pasada.
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