Morata Club de Fútbol
Luis Enrique da un espaldarazo al ariete de la Juventus, abucheado en los últimos partidos, y proclama que la Roja jugará “con él y diez más” su inquietante duelo contra Polonia
Luis Enrique nunca fue alguien que se achantara. Le van las curvas, se crece en las sacudidas. Así que se acabó la cháchara previa. España afrontará su inquietante reto con Polonia (21.00, Telecinco) con “Morata y diez más”. Un chute de amparo para el delantero de la Juve, que purga estos días la censura de la hinchada, la del Metropolitano en el amistoso con Portugal y la de La Cartuja en el estreno de la Eurocopa ante Suecia. Lo mismo da. Morata se ha fortalecido en el diván de Luis Enrique y tendrá otro turno.
Futbolista con remangue para el tajo y con condiciones para el desmarque y la agitación de las zagas como jugador bisagra, no es un ariete clínico ante el gol. Tampoco es de los que procuran un gol jugando al solitario. En su caso, habitual en muchos arietes cometa, las malas rachas le atormentan, por lo que en nada le beneficia la polvareda en contra de su propia cancha. Hay narcisos que en las malas desafían a la ojeriza con aire de pavo real. Nunca fue Morata un jugador de bravía en la adversidad. Aunque este viernes quisiera dar un do de pecho: “No me interesan las opiniones, estoy más motivado que nunca”. Y no le faltan pinzas. Al margen del ancla de Luis Enrique, la Juventus le ha renovado esta misma semana por un año más.
Hace bien el seleccionador en subrayar en público su tutoría con Morata y evitar su desamparo. Por más que no sea un francotirador terminal, esta España va justísima de chacales. Quizá por ello sobre el delantero madrileño ha recaído la perplejidad de la gente por la ausencia de Gerard Moreno, el pichichi más fiable del curso. Una enmienda popular contra Luis Enrique, al que corresponde enhebrar a ambos o asumir la jerarquía por él fijada. Después del trastazo con Suecia cabe pensar en la titularidad de los dos, incluso con el atacante del Villarreal fijado a una orilla como punto de partida. A Gerard le va el llegar al gol, más que estar clavado en la sala de espera.
El otro Lewandowski
Para la segunda cita en La Cartuja, ya sin el asfixiante calor del pasado lunes, la Roja precisará de un consorcio más allá de Morata. Deberá enganchar a béticos y sevillistas —sin representantes en la convocatoria—, aliarse de mejor manera con el convoy de jardineros del estadio y, sobre todo, apelar al fútbol. Ante Polonia necesitará otra marcha, además de dar con el flechazo del gol. Un equipo tan becario ya ha recuperado al capitán, tras reincorporarse ayer Busquets al concilio. Aun si no se calza las botas, no le irá mal al grupo su silenciosa jerarquía. Proclive a las rotaciones, Luis Enrique no dio más pistas que la de Morata.
Tras la victoria de Suecia (cuatro puntos) contra Eslovaquia (tres), a España (uno) no le queda otra vía de escape que el gol frente a la Polonia de Lewandowski (cero). No es Morata el único que riñe con la red. El punta del Bayern, que merienda con Messi y Cristiano como el mejor goleador a la vista, no fluye con su selección, donde no está abrigado como en Múnich. Solo dos tantos en fases finales de grandes torneos. Cosas del fútbol y las infidelidades del gol, tan escurridizo en ocasiones.
Hace décadas que en la Polonia futbolística no hay rastro de aquella gloriosa selección que despegó en los setenta. La Polonia de Lato, Deyna, Tomaszewski, Gadocha, Szarmach y Kasperczak que se proclamó tercera en el Mundial 74, quinta en el 78 y repetiría bronce en el 82 ya ligada a la plenitud de Boniek y Smolarek. Desde entonces, viaja en el camión escoba. En los últimos 20 años su mejor resultado mundialista ha sido un 21º puesto en Alemania 2006. En la Euro solo superó la primera fase en 2016, antes de caer en cuartos. Ahora intenta remar con el portugués Paulo Sousa al frente desde enero, pero su derrota con Eslovaquia ha revuelto al equipo. Un equipo más bien raso que aspira a no recular como Suecia. Una Polonia segada en ataque por la baja de Milik y que, Lewandowski al margen, alerta con Zielinsky, un clarividente centrocampista del Nápoles.
A esta Polonia debe medirse España, una España apiñada en torno a Morata. Él y 10 más. O sea: Morata Club de Fútbol.
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