Un deslumbrante Brizuela aúpa al Barça en Mónaco

Euroliga jornada 20

AS Monaco

84 98

Finalizado

Barça

Este Barça es tan indescifrable que es capaz de perder contra el colista de la ACB, el Girona, para pocos días después vencer en la pista del líder de la Euroliga, el Mónaco. El conjunto azulgrana sorteó su crisis de juego y de resultados, amenazado con verse fuera de la Copa por primera vez en 58 años y en mitad de la nada en la clasificación en Europa, con una victoria deslumbrante en el Principado (84-98). Por encima de todos emergió Darío Brizuela, autor de 27 puntos, con una serie de seis de ocho en triples, para espantar al menos por unas horas el desánimo barcelonista. El equipo que entrena Joan Peñarroya visitará el domingo al Gran Canaria en otra final, el destino al que se ha visto abocado en una temporada en la que hasta ahora suma tantos triunfos como derrotas (18).

Ese transitar “de ridículo en ridículo”, como reconoció Abrines, quedó en el olvido en Mónaco gracias a Brizuela. El escolta ejerció de tirador y hasta de director de juego por los problemas del Barça en cubrir el puesto de base tras la lesión de Laprovittola, el chasco de Neto y el esperpento del no fichaje de Heurtel. Cuando peor parecían pintar las cosas, golpeado el grupo en el ánimo, el Barcelona resucitó con una exhibición como la que firmó recientemente en la cancha de otro coco, el París Basketball. Por esos laberintos del juego, Willy fue entonces el héroe con 23 puntos. En Mónaco, y pese a la baja de Vesely, no jugó ni un segundo.

Peñarroya apostó por un quinteto físico frente al poderío exterior y clarividencia de Calathes, Loyd y Mike James. El Barça se hacía fuerte por dentro con Parker y Fall mientras Brizuela daba pistas sobre su gran noche con los primeros chispazos (6-15, 17-25). Nada mejor que un jugador descarado como el vasco en tiempos de miedos y dudas. El escolta lideró a un equipo que mutó en una fórmula más ágil y jugona, con Joel Parra de cuatro. Los barcelonista se engancharon a los momentos de trance de Brizuela para ampliar las rentas (25-39), aunque le condenan momentos de parálisis, lagunas de concentración. Lo aprovechó Mike James para encender la cerilla antes del descanso (41-45) al frente de un parcial de 10-0.

Un Barça de bajitos resistió el intercambio de canastas (60-66) hasta que volvió a aparecer Brizuela y le acompañó Punter con algunos fogonazos. James se rebelaba en el Mónaco (23 puntos), al mando de otro parcial que retrataba la falta de consistencia azulgrana (15-2), pero el protagonista estaba llamado a ser otro. Precisamente quien tiene al referente del conjunto monegasco como uno de sus ídolos. Esta vez fue el aprendiz quien superó al maestro. Brizuela para curar, por ahora, las heridas del Barça.