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Jordi Fernández, tras su primera victoria con los Brooklyn Nets: “Esto solo pasa una vez en la vida”

El técnico de Badalona celebra por todo lo alto su primer triunfo como entrenador jefe, que culmina 20 años de trayectoria ascendente dentro de la jerarquía de los banquillos en la NBA

Jordi Fernández NBA
Jordi Fernández, el entrenador principal de los Brooklyn Nets, da instrucciones en la banda en el choque frente a los Milwaukee Bucks.Wendell Cruz (USA TODAY Sports via Reuters Con)

Los jugadores de los Brooklyn Nets bañaron en agua a Jordi Fernández cuando volvió al vestuario después de su primera victoria como entrenador jefe en la NBA. El técnico de Badalona, de 41 años, se estrenó este domingo en su tercer partido oficial, el primero en casa ante su público y familia, presente en el Barclays Center para asistir al momento culminante de una improbable y trabajada trayectoria de 20 años en Estados Unidos. “Es muy especial haber empezado abajo del todo en la NBA y haber ido subiendo paso a paso gracias al trabajo duro, con momentos muy buenos y otros más duros en varios equipos, haciendo amigos y recuerdos por el camino”, reflexionaba el preparador español. “Es muy bonito mirar hacia atrás y disfrutar de este momento, porque esto de ser entrenador jefe y ganar tu primer partido solo pasa una vez en la vida”.

Con la victoria de sus pupilos sobre los Milwaukee Bucks por 115-102, Fernández pudo celebrar la singular ocasión junto a sus padres, esposa e hijos, presentes en el pabellón donde el técnico aspira a dejar un legado más allá del balance de victorias y derrotas. El preparador catalán ha arrancado convenciendo con una filosofía competitiva innegociable en el estreno de un proyecto que arranca desde sus cimientos. Los jugadores, muy conectados desde el inicio con las ideas de un auténtico especialista a la hora de establecer vínculos humanos más allá de la cancha, dicen estar encantados con el empuje de su técnico novel.

“Que un tío de Europa, de España, sea entrenador jefe en la NBA es algo muy grande”, subrayaba este domingo el base alemán Dennis Schroder, miembro del quinteto titular del equipo y puntal de los vigentes campeones del mundo. Nic Claxton, uno de los referentes del grupo, fue el encargado de entregarle la pelota del partido a su entrenador después de recibir la ducha de agua fría junto al equipo en corrillo al grito de “Un, dos, tres: ¡Juntos!”. El balón lo guardará, con mucho cariño, en su nueva oficina, al lado de la foto del Pont del Petroli, el lugar más icónico de su ciudad natal: “Esta pelota representa un momento de mi vida, y cuando la observo, veo el comienzo de algo especial”.

Los Nets empezaron el curso con dos derrotas consecutivas, contra los Atlanta Hawks (120-116) y los Orlando Magic (116-101). Vencer a los Milwaukee Bucks, con estrellas del calibre de Giannis Antetokounmpo y Damian Lillard en la plantilla, es toda una declaración de intenciones. Sin contar con el mayor talento ni las mejores armas, esperan competir cada noche para estar preparados cuando tengan las herramientas adecuadas para pelear por el título. “Estoy muy contento por los chicos, han hecho un gran trabajo. Esta es la identidad que queremos tener, ser un equipo rápido, que presiona y selecciona bien sus lanzamientos”, comentó Fernández en sala de prensa.

Schroder, con 29 puntos y 6 asistencias, ejerció de referente junto a Cam Thomas, un artillero de primera categoría que sigue creciendo en su cuarta campaña en la liga y promedia más de 30 puntos en este arranque de curso. Sus 32 tantos y 5 rebotes anoche fueron claves para sellar un triunfo que contó con cinco jugadores en dobles dígitos en una rotación larga de diez efectivos. La intensidad defensiva de los Nets, sumados a los desajustes de unos Bucks que han empezado mal el año, allanaron el camino hacia este primer triunfo tan significativo. Anteto se quedó en 22 tantos, 12 rebotes y 7 asistencias, mientras Lillard decepcionó con 21 tantos y un 1 de 7 en triples.

El largo recorrido de Jordi Fernández en Estados Unidos empezó con un billete pagado de su propio bolsillo para asistir a un campus de la Universidad de Oklahoma en verano de 2004. Desde entonces, no ha parado quieto ni un solo verano, ajeno al concepto tradicional de las vacaciones. Su primer trabajo con la pizarra en la mano llegó con 15 años en el CB Sant Josep, club histórico de Badalona, donde fue también jugador en las categorías formativas del Joventut. Una oportunidad junto a Rudy Fernández le abrió las puertas al mundillo de la NBA en 2006, cuando empezó a colaborar con la academia de tecnificación Impact Basketball.

Fue en aquel centro de Las Vegas donde le descubrió Mike Brown, técnico que por aquel entonces venía de llevar hasta las Finales de 2007 a un jovencísimo LeBron James. Cuando el estadounidense vio a Fernández entrenar a su hijo Elijah, quedó prendado y le ofreció ser su ayudante a título personal. Sin contrato, el técnico español se enganchó al día a día de los Cleveland Cavaliers y convenció a la ejecutiva a pesar del despido de su mentor en 2009. Bajo el título de especialista en desarrollo de jugadores, entró por fin en un mundo que ya no abandonaría jamás.

En 2013, Fernández pasó a ser técnico asistente de los Cavs, que le nombraron poco después entrenador jefe de su filial en la liga de desarrollo. En 2016, fue parte del cuerpo técnico que ganó el primer y esperado anillo de la franquicia de la mano de LeBron y Kyrie Irving. Ese hito le permitió dar el siguiente paso en su carrera, siendo reclutado por los Denver Nuggets, donde fue clave también en el desarrollo de Nikola Jokic, vigente MVP de la NBA. Brown, su mentor, le nombró asistente principal de los Sacramento Kings en 2022, año en que ambos llevaron al grupo a sus primeros playoffs en más de 16 años. La selección de Canadá, en 2023, le dio la oportunidad de dirigir un banquillo en la escena internacional, donde cosechó la medalla de bronce en el último Mundial, quedando quinto en los Juegos Olímpicos de París 2024.

Fernández, fiel a sí mismo, no se conforma con este buen arranque del proyecto más importante de su vida y exige más todavía al grupo. “¿Cuál es el siguiente paso? Tenemos que pasar página, pensar en el siguiente reto. Mi idea es estar en este equipo, en esta liga, durante mucho tiempo, y el trabajo de un entrenador es ayudar a sus jugadores”, reflexionaba. “Al final, yo no he ganado nada, porque el baloncesto lo juegan los jugadores. Estoy muy orgulloso de ellos”.

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