La ilusión en bicicleta
Un libro recoge la historia de los primeros cien años de la Vuelta Ciclista a Asturias


Hay algo contagioso en la ilusión. Y los hermanos Marceliano y Jesús De la Cuesta disponían de ella. Pioneros del ciclismo en Gijón, tenían a principios del siglo pasado su propia fábrica —con un nombre de esos que ya no se ponen a las empresas: Cuesta y Cía— Empezaron montando bicicletas con los componentes que compraban en otros países. Luego, pasaron a construir y vender sus propios vehículos. Un día de 1908 se enteraron de que en Tarragona se organizaba una prueba pionera: una carrera por etapas. Hasta allí se fueron. En bicicleta, para ir entrenando. Salieron 52 corredores. Jesús terminó cuarto. Marceliano séptimo. La clave, más allá del éxito deportivo, regresó a Asturias en forma de anotaciones en una libreta. Allí estaba todo lo que les había llamado la atención de la organización de la prueba. Entre ello, un detalle importante: la alegría con la que los ciclistas eran recibidos en todas las poblaciones que atravesaban. Ese júbilo se sumó al que los De la Cuesta llevaban de serie: empezaron a soñar con organizar una vuelta ciclista a Asturias. Tardarían 17 años —con una Guerra Mundial y varias calamidades menores por el medio— para que fuera realidad. Lo hizo de una forma muy asturiana. Se llamó Pequeña Vuelta Ciclista Asturias y los participantes estaban citados a las cinco de la madrugada en el café Dindurra. Allí se mezclaron con las personas que aún trasnochaban. La historia de la centenaria prueba asturiana estaba a punto de dar sus primeras pedaladas.
La gran historia/Vuelta Asturias 1925-2025 es el libro en el que el doctor en ingeniería de minas y autor de varios volúmenes sobre ciclismo Óscar Cudeiro recoge la historia de la ronda asturiana en sus primeros cien años de vida. Una prueba que ganaron corredores como Miguel Indurain o Federico Martín Bahamontes. El libro es un canto a la pasión por el ciclismo y una oda a aquellos tiempos en los que los carteles de meta parecían pancartas, la publicidad de unos neumáticos esperaba a la llegada a los corredores disfrazada de la mascota de la marca y en los que se respiraba la alegría y la ilusión en las carreteras que acogían una carrera.
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