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Marta García, esquiadora de montaña: “El alto nivel exige muchos sacrificios, pero luego compites, gusta y apetece seguir”

La deportista catalana aspira a lograr un billete para los Juegos Olímpicos de Milano-Cortina en 2026 mientras concilia su vida familiar, su negocio y la llegada, al fin, de ayudas económicas

Marta García esquiadora
Marta García en la Copa del Mundo de esquí de montaña, en una imagen cedida por la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME).
Óscar Gogorza

Tras casi una década compitiendo en la élite del esquí de montaña, el anuncio de que en 2026 su deporte formaría parte del programa olímpico invernal sorprendió a Marta García embarazada… pero no desprevenida. Llevaba años compitiendo en los dos formatos escogidos para los Juegos: esprint y relevos mixtos, así que solo tenía que recuperar su nivel óptimo de competición tras dar a luz. No fue fácil, pese a que llevaba años figurando entre las diez mejores del ránking mundial. Toda una vida compitiendo, estudiando (es ingeniera forestal), compaginando trabajos con entrenamientos tremendos y, de pronto, el sueño olímpico que todo lo cambia, que trae dinero en forma de becas del CSD y del COE, y que, al fin, le permite centrarse en su gran pasión. “A mi regreso al circuito, en la temporada 2022-2023, viajé a todas las pruebas nacionales e internacionales acompañada por mi pareja y nuestro hijo. No hubiera podido separarme del niño, y de haber tenido que hacerlo, hubiera dejado la competición. Pero la Fedme nos ayudó mucho, hizo posible conciliar ambas cosas y fue un año tan bonito como difícil: de pronto, el nivel en esprint se había disparado y me costó encontrar mi mejor rendimiento”, reconoce.

Disputadas seis de las nueve citas de la Copa del Mundo, la esquiadora catalana, de 33 años, mantiene opciones de clasificarse para los Juegos en la categoría de esprint: “No es fácil, pero lo voy a luchar hasta el final”, avisa. Contrariamente a cierta ola de disconformidad con el programa olímpico, Marta disfruta de estas carreras cortas, técnicas, tremendamente explosivas y estresantes. “A mí, desde que empezó el esprint hacia 2013, con un formato claramente televisivo y orientado al olimpismo, la propuesta me gustó mucho. Había compañeras y compañeros que no le daban ninguna importancia y yo, aunque seguía corriendo el resto de disciplinas, tengo que reconocer que esta prueba corta (dura entre tres y cuatro minutos) me llamaba la atención. Ahora estoy muy volcada con el esprint y el resto de modalidades las tengo un poco apartadas, pero es una apuesta, una etapa de mi vida y después podré volver, si quiero, a lo que hacía antes. Nos hemos tenido que adaptar, pero a cambio muchos pueden vivir de ello, se ha popularizado el skimo y creo que hay que verlo como una oportunidad igual que ha sucedido con otros muchos deportes. Y seguro que anima a la gente a ver que se puede ir a esquiar sin tener que coger remontes: al menos si conocen el esquí de montaña pueden optar por probarlo”, defiende.

Marta regenta, junto a su pareja, el Nordest Cafè en Puigcerdá, un lugar de referencia para los amantes de la comida sana y casera y del café de especialidad. Aquí ponen pie a tierra muchos ciclistas, ya sean profesionales o aficionados, buscando la pausa de la cafeína o el azúcar de la repostería. “Paran muchos, pero son casi siempre hombres… sigue habiendo pocas mujeres que montan en bici”, reconoce. Es un panorama similar al que conoció de niña, cuando empezó a interesarse por la montaña y por el esquí: “En mi caso, el camino para convertirme en esquiadora de montaña ha sido fácil, normal, pero siempre yendo al monte generalmente con hombres, sobre todo en mis inicios. De niña iba con mi club, con mi padre, siempre con hombres mayores. En las competiciones había alguna chica pero éramos minoría. Después, hubo unos años muy buenos en los que competía a nivel federativo y había muchas chicas y fue muy bonito porque éramos más chicas que chicos, algo increíble, y obteníamos muy buenos resultados. Había un gran equipo. Tras unos años de transición, ahora ha mejorado mucho el panorama porque en la última prueba de la Copa del Mundo participamos 85 mujeres, un récord increíble, y ciento y pocos chicos, algo realmente impensable hace apenas unos años”.

En skimo, como en tantas otras disciplinas deportivas, se echa en falta la presencia femenina, un asunto que Marta considera sin dar con un motivo determinante. “No sé por qué hay menos chicas. Yo recuerdo ser la única en cursillos de montaña de la Federación de Entidades Excursionistas de Cataluña (FEEC). Me apunté a uno de estos y me llamaron para advertirme que era la única chica, por si me lo quería pensar, o desapuntarme, pero decidí ir pese a todo, aprender y disfrutar sin que hubiese más chicas”. Nunca he percibido que los hombres me pusieran trabas para ir al monte. Quizás es que como éramos pocas generábamos menos interés entre nosotras mismas las mujeres. En mis inicios era difícil encontrar compañeras, pero ahora esto está cambiando”, se felicita.

El reto olímpico también ha alterado la mecánica del ejercicio, que ha pasado de buscar la excelencia técnica del deslizamiento a privilegiar la violencia de tener que correr ladera arriba con las tablas atadas a las botas. “Sin duda es uno de los grandes cambios que ha conocido el skimo… Toda una vida aprendiendo a deslizar, a no levantar el esquí, para ahora tener que correr o quedarte descolgada. Correr es muy duro, mucho más duro que deslizar desde el punto de vista muscular y me ha costado acostumbrarme. Ahora solo deslizamos cuando es muy llano y podemos coger velocidad o cuando es muy empinado y no hay mucha diferencia entre correr o deslizar. Los escalones que recorremos con los esquís en la mochila también son muy agresivos, pero me gustan. Si coordinas bien escalones y bastones estos te ayudan mucho, pero no es fácil hacerlo y menos cuando vas al límite”, explica.

El pasado sábado, en la prueba austriaca de Schladming, Marta no pudo colarse en la ronda decisiva, donde sí estuvo Ana Alonso, finalmente tercera, y su amiga la joven María Costa, quinta en su primera comparecencia en una final de la Copa del Mundo. Entre los hombres, Oriol Cardona ganó con comodidad, apenas molestado por el francés Thibaut Anselmet. En la misma final, Iñigo Martínez de Albornoz, imperial en semifinales, volvió a tropezar con la desgracia: se le enganchó y soltó un esquí.

Pese al revés de Schladming, Marta García mantiene la cabeza alta: “La vida del alto nivel exige muchos sacrificios personales y familiares y te surge la duda de si te compensa o si prefieres estar en casa con tu hijo, más tranquila. Hay momentos de bajón en los que te replanteas todo, pero después compites, haces lo que te gusta, y te apetece seguir…”.

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Sobre la firma

Óscar Gogorza
Periodista especializado en actividades de montaña y escalada, escribe para EL PAÍS desde 1998. Coordina el blog 'El Montañista'. Dirigió la revista' CampoBase' durante una década y es guía de alta montaña UIAGM.
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