Lewandowski: “El goleador tiene que pensar de manera egoísta”
El delantero del Barcelona conversa con EL PAÍS sobre la situación del Barcelona, su evolución como delantero y describe a Guardiola, Klopp, Ancelotti y Nagelsmann
Robert Lewandowski (Varsovia, 34 años) es mucho más que el goleador del Barcelona. Es el jugador franquicia de un club agobiado por sus fantasmas económicos, pero que este domingo comienza en Getafe (21.30 horas, DAZN) la defensa del título de la Liga. El polaco no escapa de esa responsabilidad. La disfruta. Vestido con la ropa de entrenamiento, el delantero aparece en la sala de prensa de la Ciudad Deportiva y se pone a hablar. No se esconde, tampoco escatima su tiempo. Al contrario, asegura que le hubiese gustado quedarse más minutos. No pudo, Xavi llamaba a entrenar.
Pregunta. ¿Sabía que a los catalanes les llaman polacos?
Respuesta. Sí, lo sabía. Y hasta pensé que era mejor para mí. De alguna manera, me sentiría como en casa.
P. Pero es despectivo.
R. Lo despectivo puede ser solo una percepción. En Serbia, por ejemplo, si te llaman polaco quieren decirte que eres tranquilo.
P. ¿Sigue pensando que los niños en Polonia creen que no pueden ser los mejores?
R. Es una cuestión de historia. Hasta finales de los 80, Polonia era comunista. Con mi generación ya no pasa, pero la de mis padres no tuvo la oportunidad de viajar, de conocer y de comprar lo que querían. Había como un pensamiento colectivo de que no se podía ser el mejor, de que no se podía jugar en los grandes equipos. Todo cambió. Pero se ha necesitado de mucho tiempo para cambiar ese pensamiento. Para la generación que me sigue a mí será diferente. Por ejemplo, me han visto en el Bayern, ahora estoy en el Barça… Yo tuve ese sueño. Lo pude cumplir. Ellos también lo podrán cumplir. Ya no importa de dónde eres, importa lo que quieres ser.
P. ¿Es el mejor deportista de la historia de Polonia?
R. No pienso en eso. Es imposible comparar los diferentes momentos de la historia. No me interesa ser el más popular. Me interesa estar en una posición en la que pueda ayudar.
P. ¿Por ejemplo?
R. En Alemania, me cruzaba con polacos que me contaban que les había hecho más fácil su posición en el trabajo. La gente en Alemania no era muy abierta o amable con los polacos. Algunos me lo agradecían. Me decían que cada vez que marcaba, sus compañeros de trabajo, que eran aficionados del Bayern, estaban más contentos. Y esos goles les hacían a los polacos su día a día más ameno.
P. ¿Este es el Barça en el que usted soñó jugar?
R. Mucha gente me hacía esta pregunta cuando estaba en el Bayern y se hablaba de la posibilidad de que fichara por el Barcelona. Estaba en un club que económicamente es perfecto y en el que estaba cómodo. Tenía todo. Sabía cómo sería cada sesión de entrenamiento y creo que hasta podía jugar con los ojos cerrados con mis compañeros.
P. ¿Entonces?
R. Llegar al Barça era un desafío, independientemente de su situación económica. Sabía que no sería igual que en el Bayern y que seguramente no marcaría tantos goles, pero me interesaba vivir ese proceso de adaptación a un nuevo club, a unos nuevos compañeros, a una nueva ciudad y a una nueva cultura. Quería aprender de estas nuevas situaciones. El fútbol no es mi vida, es parte de ella. Y todo ese aprendizaje me servirá para el resto de mi vida. Es importante tener en cuenta que el Barcelona es un superequipo grande y mi sueño también era vivir en España y jugar en la Liga.
P. La Liga ha perdido fuerza.
R. La Liga tiene sus normas y prefiero no analizarlas. Pero, en definitiva, la Liga tiene al Real Madrid y al Barcelona. Y por más que tengan problemas económicos o que no puedan gastar tanto dinero como en el pasado, continúan siendo el Real Madrid y el Barcelona.
P. ¿Por qué sus compañeros lo definen como un animal competitivo?
R. Es una forma de vivir el fútbol. Pero no siempre es así. A veces, me quedo a un costado e intento estar relajado.
P. ¿Lo consigue?
R. Yo no espero que la gente me diga lo que tengo que hacer. Conozco mi cuerpo, sé lo que necesito y sé lo que me ayuda a estar más preparado para los partidos. En algunas ocasiones es difícil porque tengo que encontrar el balance entre no frustrarme y mantenerme positivo.
P. ¿Con sus compañeros o con su entrenador?
R. No, conmigo mismo. Es cierto también que soy un jugador con experiencia y veo espacios y movimientos que nos pueden ayudar como equipo. Cuando eso pasa lo hablo con mis compañeros.
P. ¿Dejó de ser un goleador para convertirse en un jugador de equipo?
R. Me interesa ser parte del juego. Llevo dentro ese pasado en el que me quedaba en el área esperando el balón. Esa etapa en la que me pasaba 90 minutos sin apenas tocar la pelota y marcaba en el 92. Pero me di cuenta de que jugar así no me hacía feliz. No lo disfrutaba. Fue entonces cuando pensé que tenía que cambiar, que me tenía que involucrar en la construcción del juego.
P. ¿Lo habló con sus entrenadores?
R. Primero lo pensé y después, evidentemente, lo he ido hablando con mis entrenadores. Y necesito las dos cosas. Hay momentos en los que tengo que estar cerca de los centrales, sentir el contacto y tantear la distancia. Me sirve estar en el área para sentir los tempos en el momento de tomar decisiones, como también es necesario que me busquen en jugadas que no puedo finalizar. Eso me ayuda a medir las distancias, a presionar a las defensas. Si tienes cinco veces el balón en el área, no es lo mismo que tenerlo en una sola. Pero también es importante para mí salir del área y crear espacios. Cuanto más en contacto estoy con la pelota, más fino estoy en el área. Es la combinación de las dos cosas. Son pequeños detalles que te cambian un partido. Nos pasa a los delanteros centros y a los porteros. Son dos posiciones que tienen un comportamiento individual dentro del colectivo.
P. ¿Es verdad eso del instinto del goleador?
R. Sí, pero si no practicas las situaciones de partido en los entrenamientos no hay instinto que funcione.
P. ¿Y es posible ser un gran goleador y ser un buen tipo?
R. Es una pregunta difícil. Depende de lo que signifique ser un buen tipo. El goleador no tiene que ser egoísta, pero sí tiene que pensar de manera egoísta.
P. ¿Cómo es eso?
R. Cuando piensas de manera egoísta, el primer pensamiento que se te viene a la cabeza es atacar la portería y marcar. Y si eres más rápido que el central lo puedes conseguir. Pero si no piensas de manera egoísta, puedes perder tiempo en la toma de decisiones. Y, a veces, si eso pasa, ya es demasiado tarde. Lo que le quiero decir es que hay que saber elegir el momento en el que ser egoísta. No siempre se consigue.
P. Cuénteme de sus entrenadores. Hábleme de Klopp.
R. Es un fantástico ser humano. Sabe combinar perfectamente cuándo tiene que ser como un padre con el jugador y cuándo ser exigente en el campo.
P. Guardiola.
R. A nivel táctico, otra manera de entender el juego. Te da el 100% y te exige el 100%. Para mí eso no fue difícil, al contrario. Lo entendía. Hablaba mucho con él. Me ayudaba a posicionarme para cuando la pelota llegara al área. Sin embargo, siempre me decía que, una vez que el balón estaba en el área, él ya no me podía ayudar. “En el área tú sabes más que yo”, me decía.
P. Ancelotti.
R. Me dio mucha confianza. Usó las palabras correctas para despertar cosas dentro de mí que me ayudaron a progresar.
P. ¿Nagelsmann era demasiado joven para entrenar al Bayern?
R. No, yo nunca sentí que él era más joven que yo. Tiene un gran conocimiento del juego. A veces no entiendo el fútbol. Tienes los jugadores, tienes la táctica y, sin embargo, por cosas que no sé explicar, no funciona. Creo que esa es la gracia del juego, ¿no? No se puede explicar todo. Es demasiado complejo.
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