Todo lo que queda atrás
‘Antes del salto’ (Libros del Asteroide), con la hípica como motor de la novela, habla de muchas cosas más que de las competiciones ecuestres: de ser madre y de ser hija, de los apegos y desapegos, de lo que somos y de lo que dejamos de ser
Nunca se sabe cuándo va a empezar a sonar el reloj que activa determinados recuerdos. Es como si existiera un mecanismo interior que está esperando un detalle -un detalle que puede ser minúsculamente cotidiano- para llevar la mente a un lugar que se creía olvidado. A veces traslada el pensamiento a una época que fue tan intensa y tan real que parece imposible haberla mantenido oculta durante tanto tiempo. Como con la competición deportiva en las etapas de la infancia y la adolescencia. Aquellos instantes de emoción, de tensión, de disfrute, temores y aprendizajes, concentrados principalmente en los fines de semana de competición, podían ser el centro de la existencia. Todo lo que no era colegio se organizaba en función del deporte. Y los deportistas, aún sin el bagaje vital suficiente para comparar, no eran conscientes de los momentos tan especiales que estaban viviendo. Tampoco de todo lo que estaba girando en ese momento a su alrededor. Ni de que todos los nudos que se estaban formando se quedarían ahí, bien atados, hasta que, pasados muchos años, un detalle nimio tire de ellos con fuerza y haga saltar las alarmas emocionales.
Ese detalle podía ser, por ejemplo, una fotografía. Una fotografía que se queda olvidada durante una mudanza y que inmediatamente comienza a agrandarse hasta convertirse en el decorado de los días que están por venir.
Eso le sucede a la protagonista de Antes del salto (Libros del Asteroide), libro de la periodista y escritora Marta San Miguel. Un traslado familiar a Lisboa por motivos laborales abrirá la puerta de un delicado compartimento interior de recuerdos. Y todo empezará en el avión de ida, al recordar la imagen de Quessant, el caballo que montaba cuando practicaba equitación. Así arranca una novela que tiene a un caballo y a la hípica como motor, pero que habla de muchas cosas más: de ser madre y de ser hija, de los apegos y desapegos, de lo que somos y de lo que dejamos de ser. De todo lo que se va quedando por el camino.
Un libro que ayuda a entender también las sensaciones de la competición ecuestre. Sus dinámicas, sus reglas, la relación con los animales, las sensaciones del trote y el galope y ese breve segundo de conexión casi perfecta entre caballo y humana, cuando enfocan el siguiente obstáculo y ambos cuerpos se convierten en uno solo. Es un momento que, en realidad, no existe. Es el instante preciso, justo antes de decidirse a dar el salto. Cuando ya no hay marcha atrás y estás volando hacia delante.
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