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La futbolista estadounidense Megan Rapinoe anuncia su retiro tras una brillante trayectoria

La mediocampista y capitana de la selección nacional anuncia, días antes de disputar su cuarto Mundial, que abandona las canchas al final de esta temporada

Luis Pablo Beauregard
Megan Rapinoe, capitana de la selección estadounidense, festeja un gol frente a Holanda en el Mundial de 2019.
Megan Rapinoe, capitana de la selección estadounidense, festeja un gol frente a Holanda en el Mundial de 2019.Francisco Seco (AP)

Megan Rapinoe vivirá desde el 20 de julio su último baile. La jugadora de 38 años disputará entonces su cuarto Mundial. También será el último para la mediocampista, una brillante futbolista que ha anunciado que colgará los botines al final de esta temporada. Entre su palmarés cuenta con un oro olímpico, dos campeonatos del mundo y un Balón de oro. Su figura, además, ha superado las canchas para convertirse en un referente de las causas sociales. Es también una activista en defensa de los derechos de la comunidad LGTBI y en favor de la paga justa a las mujeres en el deporte.

“Nunca pude imaginarme de qué forma el fútbol iba a dar forma y cambiar mi vida para siempre”, aseguró Rapinoe en Twitter, la red social donde comunicó que esta será la última temporada que jugará “el bello juego”. Su anuncio ha causado algo de sorpresa, pues llega días antes de que la selección de Estados Unidos dispute el Mundial en Australia y Nueva Zelanda. El equipo buscará allí su tercer título consecutivo.

En el campo, Rapinoe se convirtió en el motor creativo de una maquinaria ofensiva. Debutó como capitana de la selección en julio de 2006 frente a Irlanda. Ese mismo año marcó sus primeras dos anotaciones como jugadora. A falta de los tantos que pueda sumar en Oceanía, ha logrado 63 goles y 73 asistencias. Está entre las diez mejores jugadoras que han vestido la camiseta de la selección.

Quizá uno de sus momentos más célebres en una Copa del Mundo fue en Alemania 2011. Contra Brasil y abajo en el marcador, pateó un largo centro al área desde la banda izquierda en el agónico minuto 121. Su pase encontró la cabeza de la también legendaria Abby Wambach, quien mandó la pelota a las redes. El gol igualó el marcador 2-2 y alargó la estancia de Estados Unidos en el Mundial. Su equipo ganó el encuentro en los penales, lo que les permitió disputar la semifinal contra Francia. Estados Unidos perdió aquella final contra Japón, pero un año después se quitarían el amargo sabor de boca conquistando el oro en los Juegos de Londres 2012.

El hambre ofensiva que Rapinoe, quien juega en casa con el OL Reign de Seattle desde 2013, imprime también se ha llevado críticas. Mucha polémica provocó la goleada de 13-0 de su selección contra Tailandia en Francia 2019. Las jugadoras fueron criticadas en su país por supuestamente haber demostrado una falta de compañerismo y deportividad ante un combinado muy inferior al suyo, que ocupaba entonces el número uno de la clasificación de la FIFA. Alex Morgan anotó en ese encuentro cinco goles. Rapinoe, uno.

El presidente Joe Biden entrega la medalla de la libertad a Megan Rapinoe.
El presidente Joe Biden entrega la medalla de la libertad a Megan Rapinoe.SAUL LOEB (AFP)

Aquel año, el 2019, fue la cumbre de su carrera. Marcó su gol número 50 con la selección en la final ante Holanda, que EE UU conquistaría con un 2-0. Fue el cuarto título para el país. La mediocampista fue nombrada en Francia la mejor futbolista del torneo. Se llevó también la bota de oro como líder de anotación, con seis goles. El mérito lo subrayó la revista France Football, quien le otorgó el codiciado Balón de oro.

Fuera de las canchas, Rapinoe no cuenta con un cariño incondicional. Su activismo militante, crítico del racismo sistémico y de Donald Trump, en favor de la comunidad gay, la han convertido en una villana para los sectores conservadores. La jugadora, nacida en California, se ha llamado a sí misma una “protesta andante”. En 2016 copió al quarterback de los 49 de San Francisco, Colin Kaepernik, al hincarse durante el himno nacional de su país, lo que provocó el enojo de muchos en EE UU. La Federación se lo prohibió, un veto que levantó en 2020 en apoyo a las jugadoras negras en su lucha contra el racismo.

Sin embargo, Rapinoe, quien salió del clóset antes de los Juegos de Londres y quien se comprometió en 2020 con la basquetbolista Sue Bird, ha sido respaldada en su lucha. El año pasado, fue una de las celebridades que recibieron la medalla de la libertad, la más alta condecoración que el Gobierno de Estados Unidos hace a civiles.

“Más allá de sus títulos y medallas olímpicas, Megan es una campeona por decir una verdad esencial: que todo el mundo tiene el derecho a ser tratado con dignidad y respeto”, dijo el presiente Joe Biden al entregar el reconocimiento el verano pasado. En la misma ceremonia estuvieron la atleta Simone Biles, la excongresista y activista Gabrielle Giffords, la académica Julieta García y el actor Denzel Washington, y otros.

Entre las conquistas mencionadas por Biden está la de igualdad salarial. En febrero del año pasado, la Federación de Fútbol alcanzó un acuerdo para compensar a las jugadoras de la selección, quienes históricamente habían recibido menos dinero y apoyos que sus pares masculinos. Estos recibían hasta 5.000 dólares por partido, mientas que ellas solo recibían pago si derrotaban a equipos entre los 10 mejores de la clasificación de la FIFA.

Después de que el caso se llevara a un organismo federal, los directivos aprobaron un pago de 24 millones de dólares. De estos, 22 millones serían repartidos a las futbolistas en activo. Los dos restantes se darían a las que están por retirarse. “No solo lo veo como un triunfo para nuestro equipo o el deporte femenino, sino para todas las mujeres en general”, dijo el año pasado Rapinoe. Desde 2024 dejará las canchas como leyenda del deporte para convertirse en activista de tiempo completo.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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