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El juego infinito
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La elección más inteligente de Messi

En Miami disfrutará de un fútbol exigente, pero compatible con la vida

Jorge Valdano
Jorge Valdano

De sospechoso…

Hay que tener mucha clase y mucho coraje para llevar durante 14 años la camiseta número 9 del Madrid teniendo alma de 10. En ese desajuste anidó una desconfianza hacia Benzema que sobrevoló el Bernabéu durante mucho tiempo. Algunos lo rechazaban, otros no se le entregaban. Al maestro de la pausa, la imaginación y la técnica sedosa, le pedían fiereza. Le pedían, en definitiva, que no fuera Benzema. Pero Karim descifraba el fútbol como un sabio un manuscrito y la pelota, que no es tonta, siempre lo buscaba. Era el complemento que necesitaba Cristiano, al que con sus movimientos y asociaciones le regalaba los goles que él no marcaba. Una sociedad muy productiva, pero con un actor tan principal que era imposible no sentirse secundario. Florentino siempre lo admiró y protegió, pero si Karim sobrevivió a la presión fue porque le sobraba personalidad.

… a jugador aclamado.

La marcha de Cristiano le ayudó a sentirse con más autoridad. Y asumió nuevas obligaciones que fueron un desafío para su talento. Pasó de ser hermano menor a padre de sus jóvenes socios. De tener que defender su juego con palabras a ser defendido por los números. Jugaba y goleaba. Jugaba y hacía jugar. Los críticos dedujeron que era “otro jugador”. No señor, era el mismo crack de siempre en un contexto diferente y en plena madurez. Terminó desatado, levantando la Champions de los milagros y recibiendo un indiscutible Balón de oro que premiaba sus logros, pero también la lealtad a un talento singular no siempre comprendido. Esta semana nos dijo adiós con la calma de siempre, al tiempo que la historia del Real Madrid le daba la bienvenida por la puerta grande.

Se va el mejor Asensio.

También se va Marco Asensio sin llenar, dicen, las altísimas expectativas. Yo creo que el sistema no le dio cobijo y que no le dieron tiempo. Un jugador exquisito, potente, armonioso en la conducción, preciso en el pase y con una pegada pulcra y mortal. Una especie de timidez en su juego se agravó con una grave lesión de rodilla. La falta de decisión para mostrar todo su potencial generó un prejuicio. Y el prejuicio no dejó ver que, esta temporada, su juego cambió. Dejó de ser el jugador que recibía el balón, lo soltaba, siempre bien, y se desentendía. Se conectó con el juego de una manera más colaborativa. Tocando y acompañando, tocando y buscando el espacio vacío, tocando y buscando posición para sus tiros letales. Me deja la sensación de que el club sembró y, cuando el fruto estuvo maduro (ha entrado en la plenitud de su carrera), se olvidó de cosechar.

Messi, el fútbol, la vida.

También Messi, que en la imaginación del barcelonismo estaba de vuelta, se aleja de Cataluña, de España, de Europa. En realidad, cerró el quiosco en Qatar levantando una Copa del Mundo cinematográfica. Con unos meses de retraso, deja el fútbol grande con todo el derecho que le dan los 36 años que se avecinan y una trayectoria impecable. El Barça le prometía gloria con riesgo y Arabia Saudí dinero sin gloria. La MSL es la elección más inteligente. Le pondrán una alfombra roja porque su sola presencia disparará la celebridad de la Liga. Disfrutará de un fútbol exigente, pero compatible con la vida. Le pondrán el próximo Mundial en el jardín de su casa, lo que ayudará a alargar el sueño de disputarlo. Y nos permitirá a todos despedirnos poco a poco de su talento sin que la camiseta (no conozco a nadie que odie al Inter de Miami) interfiera. Se va Messi y, el que lo festeje, no sabe nada de fútbol. Ni de la vida.

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