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Chus Mateo, sello propio

El técnico se corona campeón de Europa en su primer curso al mando del Madrid tras heredar el gran legado de Laso y espantar las dudas con un liderazgo natural

Chus Mateo, con el trofeo de campeón de la Euroliga.
Chus Mateo, con el trofeo de campeón de la Euroliga.Enric Fontcuberta (EFE)
Juan Morenilla

Se sentó en la sala de prensa del Zalgirio Arena de Kaunas como si no acabara de ganar la Copa de Europa en su primer curso como entrenador principal del Real Madrid. Chus Mateo se ajustó las gafas y comenzó a estudiar la hoja de estadísticas. Parecía otro partido más entre los 78 de la temporada y no una majestuosa final contra el Olympiacos resuelta por un punto (78-79) con una canasta para la historia de Sergio Llull a falta de 3,2 segundos. El técnico descifraba rebotes, asistencias y robos de balón cuando a su lado el gigante comenzó a hablar. Abrazando el galardón de mejor jugador de la Final Four con sus interminables brazos, Edy Tavares lanzó una encendida defensa del preparador que tenía guardada dentro desde hace tiempo. “Tendríais que pedirle perdón”, pronunció el pívot de Cabo Verde; “ha soportado muchas dudas y críticas. Todos hablaban de otros entrenadores. Y deberíais darle todo el mérito de esta Euroliga. Si estamos aquí es por él, porque ha creído en nosotros. Ha tenido mucha confianza en sí mismo y en lo que podía aportar. Es el jefe. Se lo merece más que nadie y es una de las mejores personas que he conocido. Hay muchos alfas en este equipo y eso hay que gestionarlo”.

Conforme acogía las palabras, Chus Mateo aparcó los números. Dejó la hoja sobre la mesa, posó una mano sobre Tavares en señal de aprecio, se quitó las gafas. Cuando el alumno cerró su discurso, el profesor se limpiaba con los dedos las lágrimas de los ojos. Había aparecido en un instante toda la presión de unos meses de examen diario y reivindicación continua de su valía para el puesto después de suceder en el banquillo blanco a un mito como Pablo Laso, de quien fue ayudante durante ocho años. “He estado siempre bajo la lupa. Lo asumo porque es parte de mi trabajo. He intentado ser pragmático, no hacer caso. Mucha gente con menos bagaje opina. Es gratis, es fácil. Yo controlo lo que puedo, a mis chicos. Si fuera piensan que soy un paquete, pues soy un paquete. No hay que darle más importancia a que la gente crea que lo haces bien o mal”.

Sereno, feliz, el técnico disfrutó internamente del éxito en lugar de aprovechar para ajustar cuentas. Se expresó como campeón de Europa con la misma naturalidad que ha utilizado para ganarse a una plantilla de muchas estrellas con una forma de hacer sencilla. A los 54 años, Chus Mateo hace cumbre después de un camino forjado en la paciencia. El joven entrenador de las categorías inferiores del Madrid que acudía a ver los entrenamientos de Zeljko Obradovic cuando el serbio llegó en 1994 supo esperar su momento. Fue segundo técnico de los blancos con Sergio Scariolo, Javier Imbroda y Julio Lamas antes de los ocho cursos con Laso, y dirigió como máximo responsable al Zaragoza, Unicaja y Fuenlabrada.

En el club madrileño fue ayudante de Luis Guil entre 2007 y 2009. “Tuve la suerte de tener al mejor. Es de los entrenadores con mayores conocimientos de baloncesto. Muy humilde y a la vez con una gran personalidad para defender su punto de vista. Chus demuestra que se puede tener las dos cosas: es muy buena persona y tiene el carácter de apostar por lo que cree. Así ha hecho que el grupo crea en él. Ya era así como asistente. Aunque pueda no dar la imagen de esa personalidad, la tiene”, cuenta Guil, hoy mano derecha de Scariolo en la selección española. Y resalta la sabiduría táctica de su antiguo pupilo. “Es un estudioso, conoce las últimas tendencias e intenta innovar. En la Final Four ha usado una defensa zonal como un arma importante en el momento oportuno, algo que otros equipos no han hecho, para llevar el control del partido y no depender del ritmo del Barcelona o el Olympiacos. Se jugaba mucho en esta Euroliga porque aguantar lo que ha aguantado no es fácil. Eso dice mucho de su fortaleza contra el estrés”, apunta Guil.

La herencia pesaba una tonelada. Laso llegó a la casa blanca en 2011 y hasta su despido en 2022 tras sufrir un infarto coleccionó 22 títulos (dos Euroligas, seis Ligas ACB, seis Copas, siete Supercopas y una Intercontinental), el mismo número de trofeos que Lolo Sainz y a cinco de los 27 de Pedro Ferrándiz, además de ser el técnico con más partidos dirigidos (860) y más victorias (659) en el Madrid. En el segundo encuentro de cuartos ante el Partizán, cuando el Madrid se hundía, parte del WiZink coreó a su antiguo entrenador. Chus Mateo había ocupado ya su lugar en la final de la pasada Liga. Los blancos derrotaron por 3-1 al Barcelona. Ya nombrado técnico principal, el Madrid conquistó esta campaña la Supercopa de España, cayó en semifinales de la Copa, es tercero en la ACB y rey de Europa. “Pablo nos mostró el camino”, dijo Mateo en la víspera de la final ante el Olympiacos. El madrileño aceptó el legado y lo vistió con sus matices, como un papel más relevante en ataque de Tavares. Los viejitos Rudy Fernández (38 años), Sergio Rodríguez (36) y Llull (35) entregaron su jerarquía al grupo. El liderazgo natural de Chus Mateo acabó por moldear a un equipo campeón.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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