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Ancelotti: “No pueden plantear un partido así de defensivo en el Camp Nou”

El técnico del Real Madrid cree que en la vuelta dispondrán de ocasiones de gol, después de no tirar a puerta ni una vez en el Bernabéu

Vinicius pelea por la pelota con De Jong.
Vinicius pelea por la pelota con De Jong.Juanjo Martín (EFE)
David Álvarez

El clásico, tan cargado siempre de cuentas pendientes, llegaba sumergido en el fango del caso Negreira. Ahí cabía combustible de sobra para encender a la grada del Madrid. Ya hora y media antes de empezar el partido, un centenar de aficionados madridistas se había citado en las inmediaciones del Santiago Bernabéu para la primera ración de protesta. Portaban una pequeña pancarta con la divisa de la noche: “¡Corrupción en la Federación!”. El cántico ya había prendido en el estadio días atrás, e incluso en el banquillo, donde se leyó en los labios de Dani Ceballos. Pero la visita del Barcelona, el club que había pagado durante casi dos décadas al número dos de los árbitros, era la noche grande del desencanto. Habían imprimido cientos de billetes de 500 euros con la cara de Joan Laporta. Gritaban contra la federación. También contra el presidente del Barça, quien en su anterior mandato cuadruplicó los pagos a Enríquez Negreira. “¡Laporta, suelta la pasta!”, gritaban bajo una lluvia de papelillos. Pequeñas piezas flotantes de indignación.

Dentro, sobre la hierba, el termostato de la agitación lo lleva Vinicius. La longitud de la mecha hasta el estallido de la revuelta del Madrid coincide con la del brasileño. A veces de juego, a veces de descontrol. Enfrente, Xavi le había colocado de nuevo a Araujo, tal vez el futbolista que mejor ha descifrado su prestidigitación. El mayor misterio reciente para el atacante. Vinicius comenzó a tantear al uruguayo de lejos. Xavi estaba orgulloso: “Vinicius, que te genera seis siete ocasiones por partido, hoy prácticamente ninguna”.

Cuando el brasileño encontró el primer gran boquete en la defensa azulgrana, también fue sin regatear. Encontró a Benzema en el área pequeña con un sutil globo que capturó el francés y acabó dejando en la red. El linier lo desactivó con la bandera en alto. Fue el sino del Madrid, que no realizó ni un disparo a puerta en todo el encuentro, la primera vez desde que se lleva la cuenta, hace 15 años, según el estadístico Alexis Martín.

Carlo Ancelotti terminó frustrado: “Ha sido difícil buscar oportunidades. Las líneas defensivas estaban muy cerradas. Hemos jugado por fuera, pusimos muchos centros...”. Pero sin fruto. “Meter centros no es lo más adecuado para nosotros”, dijo.

El estallido

Vinicius aún circulaba por el clásico a bajas revoluciones, salvo por otro encontronazo con Busquets. No faltaba mucho para la combustión. El brasileño se enganchó abrazado a De Jong en el centro del campo. El neerlandés tocó antes el suelo y el brasileño terminó con amarilla y enfurecido. “¡Corrupción, en la federación!”, de nuevo en la grada.

La vibración desestabilizó el equilibrio que mantenía el Madrid. Y recibió un gol, que anuló el otro juez de línea, y rescató el VAR un minuto después. “Un error individual, un pase mal hecho, nos han buscado a la contra y con un rebote nos han marcado”, describió Ancelotti.

Araujo tenía amarrado a Vinicius, que apenas trataba de regatear. Y el Barcelona acababa de desconcertar al Madrid, dueño de la pelota y del juego, desubicado en el marcador. El cuento al revés.

Aquel meneo fue apenas una ráfaga. La defensa del Barça tenía anestesiado el partido con una ración minúscula de pelota: la había tenido domada solo un tercio del tiempo. El cuento al revés. Courtois cree que el Barça se llevó del Bernabéu más de lo que le correspondía: “Quizá no merecían ganar porque hemos dominado el partido, pero nos costó chutar a puerta y no encontramos las ocasiones de gol”.

También resultó bocabajo la historia de Rodrygo. Apareció en el campo casi en el 67, la frontera de la zona de sus prodigios de la pasada Champions en el Bernabéu. Pero el Barcelona había conseguido reducir tanto las revoluciones, que hasta el brasileño de las remontadas parecía gripado.

No funcionaba su interruptor, y tampoco el nuevo recurso del almacén de Ancelotti. En el 84 introdujo el 1,94 del canterano Álvaro Rodríguez. El delantero que aún vive acunado por Raúl en el Castilla cambió el partido contra Osasuna y consiguió empatar un derbi atascado con un imponente gol de cabeza.

De todas formas, Ancelotti pareció irse esperanzado del estadio: “Hemos hecho el partido que queríamos hacer. Es un partido que nos da confianza para el de vuelta. No ha salido un buen resultado, pero tenemos solamente que repetir el partido en Barcelona”, dijo. “Si somos capaces de tener esta intensidad vamos a tener más oportunidades. No creo que puedan plantear un partido así de defensivo en el Camp Nou”.

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Sobre la firma

David Álvarez
Sigue la información del Real Madrid y la selección española en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de la sección de Deportes. Ha cubierto los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol y la Eurocopa. Antes trabajó en ABC, El Español, ADN, Telemadrid, y La Gaceta de los Negocios. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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