El Barcelona impone su trinchera ante el Madrid
Los azulgrana, sin la pelota como sustento, se apuntan el primer turno de la semifinal y secan a un anfitrión con más nervio que finura, con mucho balón y nulo remate
Un Barça acorazado, ajeno a su íntima pelota, tomó la delantera al Madrid en su primer turno copero. El Real se quedó seco ante el equipo de Araujo, abanderado de un Barça que con el apagón de Pedri, Lewandowski y Dembélé se refugió en las cuerdas de Chamartín. Un impecable ejercicio defensivo que impidió a su rival ni chapotear cerca de Ter Stegen, que no contabilizó una parada de mérito. Su pelotón defensivo le forró de maravilla. Un Barça tan contracultural como efectivo y competitivo, por más que el gol se lo apuntara Militão sin querer.
Al equipo local —un 65% de posesión— le sobró nervio y le faltó perspicacia ofensiva, limitado a centros laterales, enchironado Vinicius por Araujo. Hubo cargas blancas hasta el último parpadeo, pero todo le fue inútil a un Madrid poco ordenado. Un Madrid con tanto remangue como fogueo ante una trama de partido tan inesperada. Otro Barça, otro fútbol, el que le validó ante su infinito adversario. El Barça no fue el Barça y el Real no fue el Real. Todo muy raro.
De entrada, el partido resultó un duelo muy marcial. Combatientes por todos los lados. De ventolera en ventolera desde que De Jong y Vinicius dejaron el césped por el tatami. Se engancharon como dos yudocas y el brasileño se cargó con la tarjeta por su llave final. Bien se la pudieron llevar los dos. O ninguno. Lo mismo sucedió tras el descanso. Una parvulada entre Gavi y Vinicius derivó en la condena al andaluz. En España se tarjetea de forma compulsiva.
La jugada entre Vinicius y De Jong puso al Bernabéu en combustión. Cada asalto —que eran muchos— dejaba al personal al borde del soponcio. Y en plena caldera, Camavinga se extravió y el pase hacia su área lo interceptó Ferran, estrujado hasta entonces por la zaga local. El valenciano conectó con Kessié. El despeje de Courtois rebotó en Militão y la pelota se coló en la red madridista. El VAR hubo de validar la posición del marfileño. Un remate azulgrana y confetis visitantes.
Al Barça le abrasaba la pelota, su habitual sustento. Una jornada para olvidarse del modelo de marras, máxime con tantas bajas capitales. La ausencia de Pedri destiñó al Barça que seduce a la pelota. En Madrid, un Barça sin pausa, sin flechazos con la pelota que le naturalizaran.
Sin un Pedri, el fútbol se complica cuando hay un contrario mancomunado y munificente para encapsular al rival. El grupo de Xavi sofocado. Modric arrestaba a Busquets, como Kroos a De Jong. Kessié y Gavi, más legionarios que sutiles. Por el costado derecho, Araujo, un marine que no tiene pies del Bolshoi, bastante le ocupaba desarmar a Vinicius socorrido por Rapinha. El Madrid apiñado contra su adversario pero escaso de finura, pese a la expansiva puesta en escena de Modric. En la otra orilla, la corneta de Valverde. En plena sacudida blanca anotó Benzema, pero fuera de lugar. Los azulgrana, con Marcos Alonso de central por el renqueante Christensen, en el andamio. Una noche barcelonista para el pico y la pala, a destajo sin su querida pelota. Para el Madrid, un exigente ejercicio de paciencia, lo que le faltó más de la cuenta en un partido con tanta pirotecnia. Sin sosiego, máxime cuando ya los goles fuera de casa no tiene valor doble.
Embridado Vinicius por Araujo, al cuadro de Ancelotti le costaba merodear dentro el área. Las acometidas se cerraban en la periferia de Ter Stegen, más alertado que exigido. Al Barça le llovía un córner tras otro, pero no había rival que le rematara. El encuentro era de Koundé, de Araujo, de Marcos Alonso. Además, el Real podía sacudir con todo, porque Rapinha y Ferran, también en la trinchera, no estiraban a los de Xavi. Su punto de partida se fijaba a muchas cuadras de Courtois.
Tan encapotado estaban los de Xavi, que Ancelotti retiró a un lateral —Nacho— para dar hilo a un delantero —Rodrygo—. Camavinga se plantó a la izquierda de la retaguardia, Valverde giró a interior y Rodrygo se calzó como extremo por la derecha. Intervino Xavi, y nada más alterar el ataque —Ansu de ariete, Ferran de extremo y Rapinha al cuarto oscuro— el Barça tuvo el 0-2. Esta vez el rebote favoreció al Madrid. Ferran citó a Kessié, cuyo disparo iba a estamparse en la red cuando se interpuso Ansu, salvador blanco.
A la brigada madridista también se sumó Álvaro, ya que el Real iba e iba por la vía aérea. Pero el Barcelona despejaba a granel, bien pertrechado, blindado Ter Stegen que brinda de 0-1 en 1-0, y viceversa. Otro Barça, el huérfano de balón. Y un Madrid con más tambores que explosivos.
En el Camp Nou, el 5 de abril, otro clásico incierto para sellar al segundo finalista. Nada está cerrado. Y en el fútbol, un paréntesis de un mes es un viaje orbital.
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