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Por qué el Barcelona mendiga y el Chelsea despilfarra

La Premier gasta 830 millones de euros en el mercado de invierno, más que España, Alemania, Italia y Francia juntas. Los clubes ingleses maquillan sus cuentas teniendo en cuenta las diferentes partidas de gasto, desde las pérdidas por la covid hasta las inversiones en fútbol femenino o en renovación de estadios

Enzo Fernandez
Enzo Fernández golpea el balón durante el Chelsea-Fulham de la pasada semana en la Premier League.GLYN KIRK (AFP)

El fútbol europeo está escandalizado con la capacidad de gasto de la Premier en comparación con el resto de ligas europeas. Como es bien sabido, la Premier ha invertido en este mercado de invierno casi 830 millones de euros, más que las ligas española, alemana, italiana y francesa juntas. Por supuesto, el gran foco de atención se ha situado en el Chelsea, que este invierno se ha gastado 330 millones de euros en fichajes, con el argentino Enzo Fernández a la cabeza del cartel, y lleva invertidos un total de 745 millones de euros desde el comienzo de la temporada. En el polo opuesto está el Barcelona, un club rico que tiene que mendigar para inscribir a sus jugadores porque incumple las normas financieras de la Liga. Aunque no todo son desventajas para los competidores continentales porque han acaparado el grueso del gasto de la Premier: sólo el 3% de ese gasto ha ido a clubes de las ligas inferiores inglesas.

Las razones de todo eso se sintetizan en cuatro. Uno, la Premier en general y el Chelsea en particular tienen dinero para gastar. La Liga en general, mucho menos, y el Barça en particular, casi nada. Dos, las reglas del fair play financiero son mucho más estrictas en la Liga que en la Premier. Tres, y punto clave, las reglas de la Liga son proactivas (las restricciones se aplican teniendo en cuenta el futuro: si a un club no le salen las cuentas se encuentra encadenado de inmediato y no puede fichar o no puede fichar si no arregla antes las cuentas) mientras que las de la Premier son reactivas (al que se demuestra que ha incumplido la normas de contención durante cierto periodo se le aplican sanciones a posteriori en forma de multas y, potencialmente, la retirada de puntos). Cuatro, las reglas de la Premier no son solo más laxas que las de la Liga, son también más laxas que las de la UEFA (que afectan a todos los clubes que juegan competiciones europeas) mientras que las de la Liga son mucho más exigentes que las de la UEFA, aunque eso está cambiando sobre todo en un aspecto crucial: los topes salariales respecto al gasto total en las competiciones europeas van a ser pronto tan estrictos como los españoles.

Los clubes ingleses tienen más dinero porque los derechos de televisión son mucho más elevados que en las otras ligas y se reparten de forma más equitativa, lo que favorece a los clubes medianos y pequeños y les permite entrar a saco en el mercado continental. La fuerza y atractivo de la Premier hace también que haya muchos más inversores dispuestos a gastar dinero en el fútbol inglés y les facilita la captación de contratos de patrocinio y publicidad, lo que favorece en este caso a los clubes grandes. En estos momentos solo el Brentford, el Brighton, el Southampton, el Tottenham y el West Ham están controlados por propietarios ingleses.

Hasta seis clubes están dominados por capital estadounidense además del Aston Villa, controlado conjuntamente por el estadounidense Wes Edens y el egipcio Nasseff Sawiris, y el Fulham, del millonario paquistaní-estadounidense Shahid Rafiq Khan. El Leeds United está controlado por un inversor de Italia, el Leicester por una familia tailandesa, el City por Abu Dhabi, el Newcastle por Arabia Saudita, el Forest por Grecia, y el Wolverhampton por China, mientras que el dueño del Everton es Farhad Moshiri, un británico-iraní residente en Mónaco.

Hay inversores que buscan ganar dinero, como los Glazer con el Manchester United. Otros buscan influencia social o política. Los petrodólares convirtieron al Manchester City en potencia mundial, intentan ahora hacer lo mismo con el Newcastle United y colocaron al PSG francés en el mapa del fútbol europeo. El problema es que a los dueños de estos clubes les importa muy poco ganar o perder dinero: buscan sobre todo propaganda política para sus países (los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Qatar). Existe la muy extendida sospecha de que buena parte de los contratos de publicidad y patrocinio de estos clubes proceden en última instancia de empresas conectadas con esos gobiernos, por lo que constituirían de hecho ayudas de Estado. El City fue investigado y sancionado por la UEFA en 2020, pero el Tribunal de Arbitraje del Deporte anuló la sanción por entender que las acusaciones no se habían probado o había expirado el plazo para sancionarlas.

Sin embargo, la prensa inglesa aseguró en su día que la justicia británica seguía investigando a partir de publicaciones en la prensa alemana y que el City había intentado ocultarlo. Precisamente, el lunes, la Premier League acusó al City de incumplir más de 100 veces las regulaciones financieras entre 2009-10 y 2017-18 y remitió el caso a una comisión independiente. El club corre el riesgo no solo de recibir una multa, sino de ver reducidos sus puntos o incluso relegado a una división inferior.

Las reglas inglesas del fair play financiero impiden a los clubes tener unas pérdidas anuales de más de 35 millones de libras (39 millones de euros) anuales durante tres años consecutivos (117 millones de euros en el conjunto del periodo), pero los clubes siempre han sido capaces de maquillar sus cuentas teniendo en cuenta las diferentes partidas de gasto que quedan excluidas de esta regla, desde las pérdidas ocasionadas por la covid hasta las inversiones en fútbol femenino, en renovación de estadios o en gastos comunitarios.

El Brexit apenas ha afectado a la Premier: los jugadores extranjeros han de sumar una serie de requisitos muy fáciles de cumplir para obtener un permiso de trabajo, pero ahora no pueden fichar a jugadores extranjeros menores de 18 años. Los clubes de la Unión Europea pueden fichar a jugadores mayores de 16 años.

Un aspecto clave en las finanzas del fútbol es que la Premier no ha incorporado nunca un límite salarial; a diferencia de la Liga, que prohíbe que la masa salarial supere el 70% del gasto total. El fútbol inglés se plantea introducir algún tipo de límite, pero la cifra sugerida es del 90% con el argumento de que, si no, los clubes pequeños se verían muy perjudicados.

Como ya ha quedado dicho, los equipos españoles se encuentran con el inconveniente añadido de que en cuanto incumplen ese límite se aplican los mecanismos correctores pertinentes, lo que les impide fichar o dar de alta a nuevos jugadores, incluidos los procedentes del filial que quieren ocupar plaza en la primera plantilla. Además, la Liga limita a tres la presencia de jugadores no comunitarios, otro obstáculo que no existe en la Premier, aunque en esta existe la obligación de que al menos ocho jugadores sean ingleses.

Las normas europeas del fair play financiero establecidas hace más de 10 años, que no han conseguido frenar el despilfarro ni evitar las ventajas de los llamados clubes-Estado, han cambiado ahora para imponer de forma gradual un sistema de límites salariales: el 90% a partir de la temporada 2023-24, el 80% desde 2024-25 y el 70% desde 2025-26. Pero ha elevado de 30 millones de euros a 60 millones las pérdidas permitidas en un periodo de tres años. Según el informe de la consultora Deloitte, el PSG se gastó en salarios el equivalente al 111% de sus ingresos en la temporada 2021-22, por delante de Everton (96%), Newcastle (95%), Leicester City (85%), Juventus (84%), Inter (82%) y Barcelona y Real Madrid (73%). El Manchester City, líder en ingresos (619 millones de euros), es tan solo sexto en el gasto total en salarios. El Madrid es segundo en ambos factores, mientras que el Barça es séptimo en ingresos pero tercero en salarios.

El gasto estratosférico del Chelsea se debe a la llegada de un grupo de inversores liderados por el estadounidense Todd Boehly tras la forzada marcha de Roman Abramovich, expulsado por el Gobierno británico por sus vínculos con el presidente ruso Vladímir Putin. ¿Cuál es su secreto? Ofrecer contratos de larguísima duración a los nuevos jugadores, hasta de ocho años, y repartir su amortización en función de los años de contrato. Es decir, si han gastado 745 millones de euros en jugadores con una media de ocho años de contrato, la cantidad a amortizar cada año es de 93 millones y eso les permite, aparentemente, cumplir las normas de contabilidad vigentes.

El problema del Chelsea es que dentro de unos años se puede convertir en el nuevo Barcelona (sobre todo cuando la UEFA aplique los límites salariales), aunque en parte dependerá del rendimiento de los nuevos fichajes. El Barcelona también reparte la amortización de sus fichajes en varios años, pero se ha encontrado con un número inusitado de jugadores que han costado una fortuna, han tenido contratos muy largos muy bien pagados, no han rendido lo que se esperaba, pero han puesto muchos obstáculos para marcharse y/o cuando lo han hecho el Barcelona ha seguido pagando una gran parte de su salario. La lista es extensa: Coutinho, Griezmann, Umtiti, Pjanic, André Gomes, Arda Turan, Lenglet, Mingueza, Junior Firpo, Trincao, Adama, Luuk de Jong, Riqui Puig… Además de la traumática marcha de Messi o la negativa a irse (o renovar para poder ser vendidos a buen precio) de jugadores que un día parecen imprescindibles para el equipo y al otro un alivio para los problemas financieros del club, como Dembelé y Frenkie de Jong.

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