El circuito de SailGP, contra la brecha de género en las grandes embarcaciones de vela
El campeonato, que disputó en Cádiz el GP de Andalucía, fija una cuota de al menos una mujer en cada una de las tripulaciones
Los puristas y tradicionales de la vela y sus regatas, y no solo los que aprendieron a imaginarse la vida leyendo a Salgari, Conrad o Allan Poe y se empaparon de los términos marineros, y su universo sin fronteras, consideran un sacrilegio la SailGP, sus barcos con foils que vuelan y no navegan, su insistencia en llamarle fórmula 1, su miedo a usar el lenguaje del mar que crea su mundo, nudos, yardas, pies, millas, rolar, timón, la caña, regatas, y sustituirlo por kilómetros hora, metros, volante, conductor, carrera. Lo aceptan y culpan de la deriva porque es la evolución de la especie, y así será, y también aceptan, aunque frunzan el ceño, que cada vez haya más mujeres en el foil y que Larry Ellison, el dueño del circuito, haya fijado una cuota femenina y obligue a cada una de las nueve embarcaciones gigantescas y veloces a contar con una mujer entre sus seis tripulantes.
El equipo español llega más allá. No solo tiene una mujer en la tripulación, la mallorquina Paula Barceló. La CEO que lo gestiona, cierra presupuestos, consigue patrocinios y lo hace funcionar, es una mujer, María del Mar Ros, la única mujer en el SailGP, y tres mujeres más se están integrando. Para ellas, la cuota no es un regalo, sino un derecho. “En vela olímpica hay igualdad. Allí no hay ninguna brecha”, dice Barceló, que compagina su puesto en el F50 español, en el que actúa como estratega, con la competición en 49erFX junto a Támara Echegoyen, y fue campeona mundial en 2020 y cuarta en los Juegos de Tokio. Y estudia quinto de Medicina, además. “Pero en cuanto entras en el mundo profesional de la vela sí que se abre la brecha. Es la falta de experiencia. No se nos han brindado las mismas oportunidades y eso hace que haya muchas diferencias. Estas iniciativas, y las de la Volvo, de empezar a introducir a la mujer son buenísimas. Reduce la brecha. Y nosotras aprenderemos lo que saben ya los chicos y seremos capaces de llevar barcos como un Volvo 65 y un F50″.
En el puerto de Cádiz, donde se instaló la base de las carreras, suena la Marsellesa, pues el barco francés que pilota Quentin Delapierre ha alcanzado su primer día de gloria y se ha impuesto en el GP de Andalucía. Y los españoles descienden de su catamarán con el rostro tan nublado como la tarde en la bahía, brisa fresca y nubes. No ha sido su mejor día. Han entrado en pozos de viento, en el vacío, no se han elevado bien sobre las olas, no han cogido velocidad. Han terminado séptimos de nueve y marchan octavos en la clasificación general que lidera Australia. Quedan cinco GPs. El próximo, en Dubái el 12 y el 13 de noviembre.
Con Barceló, la única mujer que sube al barco que conduce Jordi Xammar, otras tres mujeres se preparan para entrar en el mundo del foil, y hasta piensan en la Copa América de Barcelona 2024, donde por primera vez habrá competición femenina. “El mundo del foiling está avanzando muchísimo y todos tienen que adaptarse”, explica la canaria María Cantero, que también pugna para estar en los Juegos de París junto a Patricia Suárez en 49erFX. “Esta es una disciplina de adrenalina, innovación. Esto es el futuro. Estar en el proyecto del SailGP es un privilegio para nosotras, y una oportunidad de aprender y compaginarlo con nuestras respectivas campañas olímpicas”.
La razón por la que las mujeres no estaban en el foil es puramente de fuerza física. Hasta hace nada, todo se manejaba a puro músculo y manivela. Y la testosterona se imponía. “Cuando se navegaba, en los barcos grandes las posiciones eran muy físicas. No había tanta tecnología, tanto desarrollo”, explica Cantero. “Y ahora, salvo el grinder, el músculo de las manivelas, y hasta Paula puede ocupar ese puesto y lo ha hecho, los sistemas hidráulicos y de baterías reducen lo físico a un botón. Tú solo tienes que saber llevar el barco y eso te permite realizar las mismas posiciones que todos”.
Y de foil sabe más que ninguna Nicole van der Velde, que compitió en los Juegos de Río con Aruba, el país en el que nació, y fue su abanderada en el desfile inaugural, pues se prepara para llegar a París 24 y competir en windsurf con foil, una tabla con vela y patitas, nueva disciplina olímpica.
“Al ir volando, vas mucho más rápido, las fuerzas son diferentes, todo pasa más rápido. Mentalmente hay que anticiparse, y tomar decisiones rápido. Las velocidades no tiene nada que ver”, dice, a toda velocidad. “Pero te vas acostumbrando, claro. Lo normalizas todo”, añade Nora Brugman, que en su vida olímpica busca plaza en los Juegos del 24 junto a Jordi Xammar en el 470 mixto. “La aceleración. La adrenalina. La primera vez que te levantas del agua en un barco, se te ponen los pelos de punta...”
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.