La regla, (otro) tema tabú en el deporte: “He llegado a morirme de dolor”
Un estudio con deportistas españolas refleja que un 70-80% tiene al menos tres síntomas durante el periodo y, sin embargo, todavía no es tratado como un aspecto más del rendimiento
Cuenta Carolina Marín, campeona olímpica de bádminton, que su primer día de regla es “horrible” y que solo en dos entrevistas, de las centenares que ha tenido en su carrera, le han preguntado por la menstruación. “En un torneo llegué a tomarme tres ibuprofenos para poder aguantar el dolor. Cuando me baja la regla se me hinchan muchísimo los ovarios y tengo una inflamación del abdomen brutal, es horrible. Si es un día de entrenamiento y me levanto así tengo que llamar a Fernando [Rivas, su entrenador] y pedirle que me lo retrase porque no me puedo mover del sofá. Me quedo allí en plan croqueta”, explica. Pese a sufrir esos síntomas, dice tener “suerte” porque los dolores sólo le duran un día. “He escuchado a otras deportistas que los tres primeros días están vomitando y no son capaces de salir de la cama...”.
Vómitos, sudores y desmayos es lo que sufre Constanza Amundson, Coti, 24 años, jugadora de hockey hierba desde los 8 e internacional con España. Es también estudiante de psicología. Coti cuenta que ella reza: “Los días antes de que me baje la regla me pongo a rezar: ‘Por favor, por favor, que no sea dolorosa este mes porque me pilla fatal”. No siempre tiene esa suerte. “He llegado a morirme de dolor, a tener que llamar a mi hermana en el curro para que viniera a casa a estar a mi lado, sin hablar, solo necesitaba tenerla cerca. He llegado a desmayarme, a tener vómitos, temblores, sudores y espasmos”, enumera. Cuando no, se nota “muy cansada” y necesita “dos días de descanso”. Porque no puede entrenar.
Marín y Amundson son dos deportistas de élite que creen que es necesario hablar de la regla. Cuesta muchísimo encontrar testimonios de mujeres que quieran charlar de menstruación y de cómo les afecta. Bien porque algunas –la minoría– tiene menstruaciones no dolorosas que no le pasan factura ni en lo físico ni en lo anímico, bien porque consideran que es un tema privado y no quieren exponerse. Para Marín y Coti, en cambio, es lo más natural del mundo. Dice esta última: “La regla es salud y como a cualquier tema de salud hay que hablar y darle importancia”. Hay un montón de sinónimos para referirse al periodo y sin embargo apenas se habla de ello.
¿Por qué es todavía un tema tabú en el deporte? ¿Cuántas deportistas tienen reglas dolorosas? ¿A cuántas les afecta? ¿Hay problemas añadidos como la ausencia del ciclo? ¿Hay ginecólogos especializados en medicina deportiva? Contesta Esther Morencos, vicedecana de investigación, innovación e internacionalización de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid y también preparadora física de la selección femenina de hockey hierba. “Se habla muy poco de la regla en el mundo en general, así que el deporte no deja de ser el mismo tabú el resto de la sociedad. Es importante hablar de ello primero porque hablando se educa y segundo porque si no, escondemos cosas que también tienen que ver con el rendimiento de la mujer deportista, su salud, y su bienestar”.
Dolor, fatiga, pesadez de piernas
Entre las que pasan por su ciclo como quien oye llover y las que sufren una auténtica tortura, hay un combo, asegura Morencos que ha liderado un estudio para recabar datos sobre el ciclo en deportistas españolas. Han contestado unas 1.000. “Estamos en proceso de analizarlos. Hay un 70-80% que asegura tener mínimo tres síntomas durante el periodo: tienen que ver con dolor, fatiga, pesadez de piernas y dolor de pecho, en su mayoría. Muy pocas acuden a una cita regular con el especialista”.
Los resultados, asegura Morencos, son bastante parecidos a uno de los estudios más completos que se ha hecho hasta la fecha, el de Alice McNamara con 195 deportistas olímpicas y paralímpicas australianas que compitieron en los Juegos de Tokio. ¿Crees que te afecta el ciclo? ¿Si pudieses elegir en qué fase del ciclo competir la final, qué elegirías? Fueron dos de las preguntas. El 65,6% de las deportistas australianas contestó que la regla sí les afecta (más en el entrenamiento que en la competición -58%-) por dolor, hinchazón, fatiga, falta de energía. El 42% contestó que, pudiendo elegir, elegiría competir justo después del periodo.
Tres síntomas -como los que se han reportado en el estudio de Morencos y su Universidad- son suficientes como para buscar respuestas. ¿Hay ginecólogos familiarizados con el deporte y el alto rendimiento? “No están formados en la vida deportiva, salvo que por interés personal, o alguna vinculación, estén un poquito más metidos. Más allá de eso, es muy común todavía que en la revisión algunos te sueltan la frase: ‘Te ha tocado una regla dolorosa, es lo que hay’. Y eso deriva en normalizar síntomas que afectan no sólo el deporte, sino tu vida cotidiana o, peor aún, a normalizar amenorreas [ausencia de menstruación]”, contesta Morencos.
Los entrenamientos se pueden adaptar
Tres síntomas son suficientes para que se tengan en cuenta y no se normalicen. Algo que en el mundo de la alta competición se tiende a hacer porque los deportistas, acostumbrados a entrenarse con molestias, desarrollan un umbral del dolor muy alto y se acostumbran a convivir con ello. Lo toleran. Su espíritu de sacrificio es tal que no contemplan parar. Pero los entrenamientos se pueden adaptar. Los estudios que hay no permiten tener una evidencia científica sobre cuándo es mejor entrenar según que aspectos en función de la fase del ciclo (menstruación, folicular, ovulación, fase lútea). Por la dificultad metodológica, cuenta Morencos, porque muchos de los estudios que se han hecho son en periodos cortos de tiempo que abarcan uno, dos, tres ciclos menstruales, no en entrenamientos a largo plazo basados en cómo cuadrar las cargas. A largo plazo, sostiene, todavía hay pocos. Van mostrando posibles efectos, pero Morencos considera que hacen falta muchos más. Y añade: “Hay una respuesta fisiológica asociada a las diferentes fases, pero eso no quiere decir que automáticamente tenga una transferencia al rendimiento”.
Marín cuenta que el cuestionario que entrega a diario a su técnico y a su preparador físico incluye preguntas sobre el ciclo. “Aparte de cómo estoy de ánimos, cansancio, fatiga, de cómo tengo la rodilla, etcétera, metemos si estoy con la regla o no. Guille [Sánchez, su preparador] lo quiere saber para regular y medir lo que gasto de energía, cuánto sudo, etc”. ¿Lo hacen todos? Coti asegura, por ejemplo, que no recuerda haber hablado con sus entrenadores sobre la regla, solo con los médicos y los fisios y su preparadora física.
Un cuestionario parecido al de Marín hace rellenar también Juan del Campo a sus atletas. Es entrenador de atletismo en el CAR de Madrid y profesor de la Universidad Autónoma. A sus corredoras les pregunta si les afecta el ciclo y si es así, cómo y en qué. Pero es la excepción, no la normalidad. Así lo certifica, sentado a su lado, Alberto García, también docente (profesor titular de INEF de Madrid) y exentrenador de triatlón del equipo olímpico femenino en Atenas y Pekín. Los responsables de algunas federaciones le llaman, precisamente, para dar charlas sobre la regla, la mujer y el deporte. “El primer día de entrenamiento siempre preguntaba por el ciclo. Por lo que veo y escucho, no suele ocurrir en el deporte. En un TFG que hice hace poco sobre 200 deportistas, el 91% de las mujeres contestaban que su entrenador no les preguntaba por el ciclo menstrual”.
García y Del Campo consideran que es indispensable hacerlo para poder adaptar los entrenamientos y evaluar las variables de rendimiento. Aún así, cuenta Del Campo, no todas las atletas que se pasan la noche sin dormir por los dolores de regla se lo cuentan. ¿Por qué?.
“Es un conjunto de cosas: algunas a lo mejor es por falta de confianza, otras porque prefieren no bajar la carga de entrenamiento y seguir entrenando igual, por mal que se encuentren. Sigue habiendo deportistas que no te hablan de estos temas, y yo creo que es algo que se debería hacer porque es totalmente natural. Habría que evitar los entrenamientos de alta intensidad en días puntuales previos a la menstruación y durante la menstruación. Son momentos claves que habría que intentar respetar en aquellas mujeres que se ven afectadas por dolor o malestar menstrual. Igual que después de la propia menstruación tienes una ventana buena para el desarrollo de las capacidades físicas (fuerza, resistencia…)”.
Del Campo asegura que la fase hormonal sí afecta y que, en ese sentido, el rendimiento de la mujer es mucho más variable que el de un hombre en competición. “Una mujer que hace una prueba de 800 o 1.500 puede hacer cuatro, cinco o seis segundos más que su marca; eso en un hombre no es habitual, cuando está en forma como mucho iría a un par de segundos más que su propia marca”. García insiste en respetar la individualidad. “Yo he entrenado a una ciclista que daba palmas con las orejas si le tocaba la crono entre los dos primeros días de regla. Porque volaba. Y, sin embargo, lo que me he encontrado en el 95% de los casos es que en esos tres días no están para nada y menos para competir. Por eso tenemos que tener claras las características de cada fase del ciclo, porque de esa manera podemos hacer que se asimile mejor la tarea”.
Un grave problema: la ausencia (forzada) de la regla
García alerta de un problema grave que han detectado y que tiene que ver con la ausencia de la regla, a veces provocada de manera forzosa por las propias deportistas (tomando, por ejemplo, anticonceptivos de manera continuada sin que lo haya aconsejado un ginecólogo). Es rotundo: “No puedes o no debes entrenar a una mujer que entre los 16 y 26 años presente pérdida de regla continua [más de tres meses]. Si la consecuencia de esa pérdida es porque no come, que lo arregle el nutricionista; si es porque cada vez que se mira en el espejo ve que tiene más peso del que ella cree, que lo arregle el psicólogo. Si es un problema de ovarios, que lo arregle el ginecólogo; si es un problema de carga de entrenamiento, lo tengo que arreglar yo, que soy entrenador. Pero, aunque suene a ciencia ficción, tú con 20 años estás hipotecando la salud de esa mujer cuando tenga 65, porque es con 20 años donde se logra el pico de masa ósea del que ella va a ir restando cuando venga la menopausia para mantener la densidad mineral ósea. Y a lo mejor no tenía que tener osteoporosis, o sí, pero a los 80; y la tiene a los 70 porque perdía la regla cada vez que entrenaba. Eso no se puede hacer”.
Cita García el caso de una atleta inglesa, subcampeona de Europa júnior de cross a la que, con 22 años, le diagnosticaron osteoporosis. “Perdió la regla con 14 y no la recuperó porque ella estaba feliz así”. El de las fracturas por estrés es un problema serio, conviene Del Campo al mismo tiempo que explica cómo la pérdida continuada de la regla durante meses y meses e incluso años, es un factor importante que puede ser una de las causas de futuras lesiones óseas (fracturas por estrés), cuando la carga del entrenamiento aumenta.
“Te metes en la adolescencia en una rueda en la que hay una pérdida de peso y de porcentaje graso, y asociado a esto o como consecuencia de ello, una pérdida de la regla, con el beneficio que puede tener en los deportes en los que desplazas tu cuerpo. Y, de esta forma, tu rendimiento deportivo se ve beneficiado. Todo el mundo te aplaude, todo el mundo dice que qué buena vas a ser. Y todo eso se retroalimenta. Te creces, te creces, te creces y en realidad estás cayendo en un problema grave de salud que vas a pagar antes o después. Ese capital mineral óseo del que hablaba Alberto va a ser menor y muy posiblemente aparecerán de manera repetida las lesiones óseas a lo largo de tu carrera deportiva. Es un problema que se conoce, pero al que no es fácil poner solución. La forma de tratarlo sería informando y educando a las deportistas y a sus familias y ofreciendo un seguimiento y asesoramiento a lo largo de su carrera deportiva”. Y en ello, apuntan los dos, tienen que involucrarse todos: entrenador, familiares, psicólogo, nutricionista, ginecólogo, preparador físico.
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