Carolina Marín: anatomía de una recuperación emocional
“Los deportistas no somos seres estratosféricos. Yo muchas veces me encuentro cabizbaja; quiero estar sola, llorar. Parecemos héroes dentro de la pista, pero somos muy vulnerables fuera de ella”
Carolina Marín, oro olímpico en bádminton en los Juegos de Río 2016, tres oros mundiales y cinco europeos, tiene 28 años y el 28 de mayo de 2021 se rompió el ligamento cruzado de la rodilla izquierda y los meniscos interno y externo. Adiós a los Juegos de Tokio y al sueño de repetir oro olímpico. En enero de 2019 se había roto el ligamento cruzado de la otra rodilla, la derecha. Trabajó a contrarreloj para volver cuanto antes y clasificarse para los Juegos, esos Juegos que ha tenido que ver desde casa. En febrero de 2020 su padre sufrió un grave accidente de trabajo y falleció cinco meses después. Cuando ella acababa de reencontrarse a sí misma en la pista y a jugar como nunca, su rodilla cedió.
Si ella no se rompió también por dentro, si fue capaz de reconducir la situación y superar el enésimo obstáculo, fue por su fortaleza mental. Por su “talento abrumador para la superación”, como apunta María Martínez, su psicóloga, y también porque tiene las herramientas necesarias para hacer frente a cualquier contratiempo. Marín dejó Huelva con 14 años para instalarse en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid; con 15 ya estaba trabajando con un psicólogo deportivo. Media vida. Así lo explica: “Nunca me he escondido, siempre he reivindicado la importancia de esa figura, hasta he tenido dos a la vez. No buscas ayuda porque estás mal. Yo lo hice porque necesitaba conocerme mejor, para poner nombre a lo que sientes, identificar lo que te pasa y usar técnicas para gestionarlo.
“No me he encontrado mal, me encuentro bien, pero quiero estar mucho mejor; por eso trabajo la parte mental”
En una época en la que la salud mental cobra cada vez más importancia (Simone Biles dijo basta en los Juegos de Tokio; Irene López, una de las promesas del fútbol español que lo ganó todo en categorías inferiores, lo dejó con 20 años porque era incapaz de gestionar la ansiedad y buscaba ser feliz; Ashleigh Barty, número uno del tenis, ha abandonado vaciada física y mentalmente), Marín es el ejemplo de que la parte emocional va de la mano de la física.
Y ella lleva trabajando ambos aspectos desde que empezó con el deporte de élite. ¿Se nota? Responde Martínez, su psicóloga: “Por supuesto. Los que trabajan la parte psicológica están más preparados para lo que va pasando. Primero, porque te conoces más y sientes que tienes más herramientas para cualquier tipo de situación; y segundo, porque te permite adaptarte mejor y no sentirte tan vulnerable ante determinadas situaciones”. Y añade: “Aunque un deportista tenga un físico portentoso, un preparador físico no duda de que está fuerte porque se entrena y que, si deja de hacerlo en el día a día, es un cuerpo más. La psicología del deporte también es un entreno: ayudamos a los atletas a gestionar las emociones y a funcionar mentalmente de forma óptima. Y es fundamental. Las ligas, los circuitos, las series mundiales son durísimas y hay muchos deportistas que abandonan porque, aún teniendo el nivel y cualidades para ello, la exigencia es tal que es inviable mantenerlo en el tiempo si no trabajas también la parte mental”.
Este reportaje recorre ese entrenamiento, las etapas de la recuperación anímica de Carolina Marín (que este martes 26 vuelve a competir en el Europeo de Madrid) y cuenta cómo ha salido de cada una de ellas. Con paciencia, impaciencia, frustración, desolación, disfrute, hastío, rabia, tristeza, alivio, alegría, lágrimas y sonrisas. Cuando se le pregunta cómo definiría este proceso de recuperación, Marín, sentada en el pabellón de bádminton del CAR de Sierra Nevada responde con la palabra laborioso. “Por todos los contratiempos que hemos tenido, porque nunca he tenido una lesión de esta magnitud y características en mi pierna dominante”.
¿Cómo se trabaja psicológicamente una lesión? ¿Qué es fundamental conocer? Martínez explica que los psicólogos deportivos trabajan dividiendo los procesos en etapas, en las que siempre buscan que el deportista tenga el mayor grado de satisfacción (en una escala de 1 a 10) cumpliendo los objetivos de cada una de ellas. Sin olvidar que en el deporte las experiencias y las vivencias son muy intensas. El deportista, por su parte, tiene que saber identificar lo que le pasa —dar nombre a las emociones— en cada momento para evaluar la respuesta. Este recorrido por etapas incluye la autoevaluación que Marín hacía de su estado anímico en cada momento.
MAYO DE 2021
“Un charco de agua que no paraba de salir de mis ojos”- 1
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“El 28 de mayo fue un viernes, un viernes por la mañana. Yo venía de pasar una época muy estresante, de mucho desgaste físico y mental por problemas externos. Ese viernes estaba entrenando lejos del CAR, en el pabellón de Villanueva de la Cañada, que nos cedió la Universidad”, cuenta Marín. Fernando Rivas, el entrenador, había dado positivo por Covid y los protocolos, por aquel entonces, establecían que si alguien del equipo era positivo nadie podía pisar las instalaciones durante dos semanas. La preparación para los Juegos acechaba y Marín, que ya se había tenido que autoconfinar antes del Europeo (de finales de abril) por otro positivo en el equipo, buscó una solución para no tener que parar dos semanas más a dos meses y medio de la cita olímpica. El suelo del pabellón de Villanueva era parqué; ella siempre ha entrenado en tapiz.
“En un movimiento el pie se me quedó un poco bloqueado, la rodilla giró más de lo normal y en ese momento supe que me había roto. Caí al suelo: ‘¡Anders, me he roto, me he roto!”
Se lo confirmaron en el hospital. Pero no solo se había roto el ligamento cruzado, también los dos meniscos y eso la obligaría a estar tres meses sin apoyar. “De camino a la ambulancia rezaba los cuatro mares para que fuera lo menos posible e intentar llegar a los Juegos. En la misma ambulancia llamé a mi madre, que estaba de camino a Madrid: ‘Mamá no vayas a casa, vente directa al hospital que creo que me he roto la rodilla’. Estaba que no me creía lo que me estaba pasando. Cuando me enseñaron los resultados, un charco de agua no paraba de salir de mis ojos. Me di cuenta de que Tokio era imposible”.
JUNIO DE 2021
“Resiliencia es una palabra que tengo tatuada en el cuerpo”- 1
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Carolina Marín cuenta que los primeros días lloraba y lloraba. A escondidas en su habitación para que nadie la viera y para que su madre no se preocupara. En el equipo sí lo estaban. Así lo resumía Fernando Rivas: “Esto ha sido muy, muy duro. Demasiado incluso para una tía tan fuerte como Carol”. Martínez insistía en técnicas de regulación emocional, relajación y aceptación. Son audios de la psicóloga con instrucciones para relajar la musculatura antes de acostarse y gestionar el dolor a través de la respiración. Siempre se intenta que el deportista busque “actividades de placer a lo largo del día: ese espacio que identificamos como nuestro ratito, nuestro momento del día. Es importante no descuidarlo y no sacrificarlo”. Martínez, que trabaja con muchos más deportistas, dice que lo llamativo de Carolina Marín es su capacidad de reconducir enseguida las situaciones. “En cuestión de días cambia el chip. Nunca sabes en qué momento a cualquier persona le va a costar más una situación y Carol con muy poco espacio de tiempo, consigue reconducir muy bien situaciones muy difíciles. Siempre encuentra la dosis que necesita de energía y esfuerzo para superar lo que le viene en cada momento”. Así lo cuenta la propia Marín:
“Me rompí un viernes, ese fin de semana lo pasé bastante mal: no era fácil vivir unos Juegos Olímpicos desde el sofá. El lunes hice clic”
“Cuando quieres algo con toda tu alma, intentas buscar una luz al final del túnel o una solución a tan grave situación. Me intentaba calmar a mí misma diciendo: ‘Tokio no era para ti, Carol, llevas dos años superando obstáculos… Recupérate cuanto antes y a conseguir lo que quieres en París 2024. Solo quedan tres años”. Otra vez su capacidad de sobreponerse: “Resiliencia es una palabra que tengo tatuada en el cuerpo, aparte de que me define. He tenido muchos cambios en mi vida y me he adaptado a todos y me sigo adaptando”.
AGOSTO 2021
“Necesitaba alejarme del bádminton para poderlo echar de menos”- 1
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Una cosa es que tu cabeza haga clic y diga: “Vale, ok, estos Juegos no eran para mí, vamos a por París 2024″, y otra es el cuerpo, que va a otro ritmo, que tiene una rodilla escayolada, que necesita muletas para caminar y que durante tres meses ni siquiera va a poder apoyar. ¿Cómo se gestiona eso? Contesta Marín: “Con mucha paciencia. Esta vez no me exijo a mí misma volver lo antes posible. Lo importante [los Juegos] había pasado”.
“No forzamos y le dimos al cuerpo el tiempo que necesitaba porque además yo mentalmente necesitaba frenar”
Frenar, no pisar el pabellón, tener tiempo para ella. A diferencia de la primera lesión, en la que a la semana de salir del quirófano estaba ya en la pista entrenándose a la pata coja, para sentirse jugadora y no enferma, esta vez el cuerpo le pedía otra cosa.
Así lo explica la psicóloga: “Decidimos darle mucho margen para su vida personal, para compensar, para que sintiera que el tiempo no corría en su contra, sino que lo estaba disfrutando, que era suyo, que se podía hacer cosas más allá de entrenar al 200%. Se reencontró con su vida más social y ociosa y nos sirvió como caldo de cultivo para las siguientes etapas de recuperación”. Se entrenaba de lunes a jueves y los fines de semana era libre de organizar planes con sus amigos. A Carolina se le ilumina la cara cuando lo recuerda. “Me fui un fin de semana de camping en la sierra, otro a Ibiza y otro a Denia a casa de una amiga. ¡No te imaginas lo que es! Es disfrutar de cosas que no tienes tiempo para hacer nunca porque estás demasiado metido en tu trabajo. Me regeneró por completo y los lunes hasta iba a entrenarme con ganas. Tener tiempo para mí, esa desconexión, dejar la raqueta guardada en el raquetero me hizo mucho bien”.
SEPTIEMBRE
2021
“Las ganas de querer coger la raqueta”
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Marín se ríe cuando recuerda el primer día que volvió a la pista. Cuando se le pregunta qué es lo primero que se le viene a la cabeza cuando piensa en ese momento, dice: “Las ganas de coger de nuevo la raqueta”. Ya había estado sin ella tres meses durante el confinamiento, sabía que el feeling no se pierde, y, aun así, le dijo a Rivas, su entrenador: ‘Verás tú si no le voy a dar ni al volante’. Pero no. Le dio. Martínez explica que en procesos largos de recuperación es importante recurrir a pequeños placeres para poder cargar las pilas porque trae beneficios en ese momento y también en las etapas siguientes. Marín cuenta que al principio le costó aceptar que iba a tener tiempo para ella, que no iba a estar siempre y solo entrenándose. “Nos hemos dado cuenta de que es necesario, y mira que cuando Fernando me dijo que íbamos a estar un mes sin raqueta no entendía, porque siempre se me ha exigido el mínimo de vacaciones y volver lo antes posible. No lo llegué a aceptar hasta que volvimos en septiembre”.
“Me di cuenta de que de vez en cuando no está mal desconectar, desconectar para volver a conectar, que eso es lo importante”
Para alguien que está acostumbrada durante toda su vida a no tener más de tres semanas de vacaciones, a no poder bajar el pistón nunca porque la temporada va de enero a diciembre, se crea una asociación en la que la mente crea expectativas: si no trabajo no llego, si no trabajo dos sesiones diarias al máximo, no voy a poder ser competitiva. Así lo explica Martínez: “Hubo que hacer un trabajo de convencimiento en todo el equipo y decir: ‘Podemos hacerlo de otra manera, deberíamos poder llegar de otra manera’. Hay que creer en otra manera de hacer las cosas porque su cuerpo lo está pidiendo a gritos y tenemos que trabajar en otra dirección”.
OCTUBRE
NOVIEMBRE
2021
“Me cago en la leche, parece que nunca avanzo”
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Hasta el otoño, la recuperación de Marín había ido bien, sin contratiempos. Pero en esos dos meses empezaron dolores y molestias, generadas por un quiste en el menisco operado. Y apareció la preocupación. Al médico también le preocupó. Así lo cuenta Marín: “Entrenábamos un poquito y a la mínima teníamos que aflojar porque tenía dolor o se me inflamaba la rodilla. Me hicieron una resonancia y vieron que tenía un quiste en el menisco externo, con líquido. A la hora de hacer movimientos laterales y en las caídas al fondo derecha me provocaba mucho dolor. No podía casi apoyar la pierna en esos desplazamientos. No podíamos apretar mucho y cualquier molestia que notara teníamos que hacer técnica parada. Carlos, mi fisio, ha tenido una paciencia enorme porque mi cabeza era: ‘Joer, cuando puedo apretar un poquito aparece algo que me hace parar otra vez. Me cago en la leche, parece que nunca avanzo y que nunca voy a llegar al final de ese túnel”.
Decidieron infiltrar con ácido hialurónico y corticoides. Y funcionó. “De esto me enteré al tiempo… pero el médico pensó que si la infiltración no era eficaz no sabía qué otra cosa podría solucionarme ese quiste”, cuenta Carolina. Cierto tipo de información, como esta, no se le trasladó para protegerla y para que no afectara su recuperación.
DICIEMBRE 2021
ENERO 2022
“Y ahora covid, más tiempo en casa y parada”
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En Nochevieja, Marín da positivo. Y tuvo que encerrarse en casa ―pese a estar bien― durante cuatro semanas. “Porque la PCR seguía dando positivo. Yo no contagiaba, pero hasta que no daba negativo no podía volver al CAR porque así lo establecían los protocolos. Quizás fue un malentendido porque sé de algún compañero que sí pudo acceder con un antígeno negativo. Yo en antígeno di negativo ya a la semana de dar positivo en la PCR”. Eso supuso otro frenazo porque, si la idea era empezar a competir en marzo, la vuelta se tuvo que posponer. Marín usa la palabra frustración para definir esa etapa. “Ahora más tiempo en casa, parada. Yo necesitaba ganar masa muscular en la pierna dominante, lo necesitaba para que la rodilla tuviera el soporte necesario”. Martínez le recordó entonces lo que habían hablado en junio, en la primera fase de la recuperación. “Dijimos que íbamos a recuperar sin prisa, a valorar otras cosas, a tener más espacio y tiempo para abordar todo. Pues, si no hay prisa, ya está. Toca esto y toca esperar”.
Febrero
marzo 2022
“Vuelvo a sentirme yo, lo echaba de menos”
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“A partir de febrero es cuando vuelvo a sentirme jugadora. Pero cuando vuelvo a sentirme realmente yo es dos semanas antes de venir a Sierra Nevada [mediados de marzo]. Ser yo es sentirme competente, eso sí que lo echaba de menos. A la vez no he tenido prisa por sentirlo, porque sabía que todo tenía su proceso, y que había que ir poco a poco y paso a paso, no quería exigirme mucho más. Porque muchas veces, cuando apretábamos en pista y empezaba a sentirme como una jugadora de bádminton, me he exigido muchísimo y no disfrutaba. En vez de disfrutar, me decía que tenía que hacer más. En vez de decir: ‘joer, tía, date una palmadita en la espalda porque te estás pudiendo mover por la pista. Si en mayo de 2021 te dicen que en abril estarías así de bien en Sierra Nevada no te lo creerías. Y ahora que estás…”
“En vez de palmaditas, yo me daba latigazos porque quería verme mejor. Sé que es algo que necesito mejorar. Y a veces es complicado que el disfrute y la competitividad vayan de la mano porque cuando una quiere algo, y lo quiere mucho, se exige demasiado”
¿Cómo se aprende a disfrutar? ¿El deporte de élite no impide hacerlo? “No es que lo impida, es que tienes que saber cómo”. Y en ello anda, con el refuerzo positivo.
Martínez explica en qué consiste el refuerzo positivo. “Cuando te machacas tanto, entran dos golpeos [en una jugada] pero tú quieres tres. No te permites el error y eso es frustración que te impide seguir sumando golpeos buenos. No estás valorando los dos que has conseguido por el uno que no has conseguido. Así que vamos a empezar valorando los dos y luego ya vamos a por el tercero”.
“Con esta segunda lesión me he dado cuenta de que ya no me quedan tantos años de carrera deportiva de alto nivel y lo que me queda lo quiero disfrutar. Me quiero cuidar más para conseguir el objetivo de París 2024”
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