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Irlanda derrota a Nueva Zelanda en Wellington y logra el gran hito de su rugby

El XV del Trébol se crece ante los All Blacks, que pierden unas series en casa por primera vez desde 1994

Garry Ringrose de Irlanda, durante el duelo ante los All Blacks.
Garry Ringrose de Irlanda, durante el duelo ante los All Blacks.Elias Rodriguez (AP)

Cuando alguien como Peter O’Mahony desborda lágrimas es que algo muy importante está pasando. Segundos después, Joey Carbery patea al lateral y el pitido final desata al hercúleo delantero. Irlanda acaba de ganar unas series en Nueva Zelanda, un hito que nadie lograba desde 1994. “Esto es probablemente lo más difícil de hacer en el mundo del rugby”, resumía su seleccionador, el inglés Andy Farrell, tras un triunfo que eleva a sus pupilos al primer puesto del ranking mundial y sumerge a la superpotencia del oval en un mar de dudas a un año del Mundial.

El calendario cita a los dos hemisferios del rugby dos veces al año. Entre junio y julio, los del norte disputan unas series, habitualmente de tres partidos, en casa de una potencia austral. El anfitrión cambia cada año, así que la oportunidad de jugar en Nueva Zelanda, la gran catedral, no ocurre a menudo. En noviembre, las potencias septentrionales visitan el norte, pero se miden a un rival cada semana. Las series son un legado romántico del rugby, un deporte que ha construido así su historia, pues el Mundial es de creación reciente (1987).

La estadística valida la afirmación de Farrell: ganar a los All Blacks en su feudo es un desafío de otra magnitud. Tras una buena primera parte, Irlanda cayó con claridad (42-19) en el primer partido de las series. Lo normal. El último país del hemisferio norte que ganó un encuentro en Nueva Zelanda fue Francia en 2009. Solo Inglaterra, en 2003, y los British & Irish Lions –un combinado de irlandeses, ingleses, escoceses y galeses– en 2017 han ganado un partido allí en lo que va de siglo, pero ninguno logró llevarse las series. El último en hacerlo fue Francia, que ganó dos partidos en 1994 con el mítico ensayo del fin del mundo.

Irlanda, que arrastra el lastre de no haber superado los cuartos de final en los Mundiales, ha firmado la página más ilustre de su rugby. Hasta 2016 no lograron, en Chicago, su primera victoria ante Nueva Zelanda, que había ganado la treintena de partidos entre ambos desde 1905. En 2018, vencieron en Dublín y desbancaron a los All Blacks de la cúspide el ranking. La semana pasada, en el invernadero de Dunedin, lograron su primera victoria en suelo neozelandés, todo un hito que servía para empatar las series. El desenlace, en Wellington, también fue verde. Dos victorias ante los All Blacks en dos semanas.

Irlanda cimentó su triunfo de este sábado en una primera parte portentosa (3-22). Es un acontecimiento ver a Nueva Zelanda sometida a tal dominio territorial sin capacidad de réplica ofensiva. Felinos enjaulados, los All Blacks convertían su prisa en imprecisiones y parecían estar en inferioridad numérica ante cualquier lance decisivo. El XV del Trébol, con jugadores neozelandeses que nunca entraron en los planes de la élite nacional como Bundee Aki o James Lowe, ofreció un rugby total, dando velocidad al juego con las cargas eléctricas de su delantera.

Pese al correctivo, Nueva Zelanda regresó del vestuario como un animal herido y sus galones le permitieron volver a una contienda que otros habrían entregado. Ardie Savea, el delantero más dinámico imaginable, lideró a sus huestes y un acelerón kilométrico de Will Jordan acercaba a los locales a tres puntos con 20 minutos por jugar. No les entró el pánico a los irlandeses, que ensayaron con su maul, la plataforma en la que brillan como pocos, y aguantaron una renta de diez puntos cuando los All Blacks atacaron a la desesperada. En esa excelsa defesa, Tadgh Bernie chafó tres ataques locales seguidos pescando el oval en la zona de conquista, toda una hazaña.

La victoria da brillo a carreras que ya se agotan, como las del capitán Jonny Sexton, que se acordó de “los cuatro millones de irlandeses que estarían desayunando pintas”, o la del propio O’Mahony, un culto al esfuerzo: “Es algo que nunca pensé que fuera posible cuando era un chaval. Pero ahora los jóvenes que lo han visto desde casa saben que puede hacerse”. Irlanda tardó 111 años en ganar a Nueva Zelanda, pero se ha llevado cinco de los últimos ocho encuentros que han jugado. Eso merece unas lágrimas.

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