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Una Liga entre dos guerras

El Real Madrid busca ante el Espanyol y con la baja de sus tres centrales el punto que le falta para ser campeón en medio de la gran batalla ante el City en la semifinal de Champions

Lorenzo Calonge
Carlo Ancelotti
Carlo Ancelotti, el pasado martes, durante el Manchester City-Real Madrid.OLI SCARFF (AFP)

En los días en los que Carlo Ancelotti se jugaba el desenlace de su primera Liga, la 2013-14, también apareció en su camino Pep Guardiola. El resultado fue inmejorable para el técnico italiano en Champions (un 0-4 al Bayern que le clasificó para la final de la Décima), pero muy disuasorio para el torneo doméstico. Nada más golear en Múnich, el Madrid tropezó en uno de esos agujeros tan suyos en la época moderna: despistarse en casa con los fogonazos de Europa. En una semana empató contra el Valencia y en Valladolid, perdió en Vigo, y ya no tuvo nada que decir en la última jornada ante el Atlético (campeón) y el Barcelona. Luego, la aparición mariana de Sergio Ramos en Lisboa conmutó los pecados ligueros de esa campaña, aunque ese trozo de la vitrina de Carletto quedó desierto. También en su segundo año antes de ser despedido.

Ocho años después, el escenario ha cambiado mucho para el entrenador de Reggiolo. Esta vez, a su reencuentro con el técnico catalán ha llegado con los deberes virtualmente hechos en el torneo doméstico. En medio de la gran batalla continental con el City, le vale un punto este sábado contra el Espanyol (16.15, Movistar LaLiga) para amarrar un título que, desde hace dos semanas, todos dan por hecho. Sería el número 35 del currículo blanco y, si lo logra frente a los blanquiazules, supondría el más tempranero desde la 89-90 (a cuatro jornadas del final). “Nadie pensaba tener una ventaja de 15 puntos en este momento”, admitió este viernes Carlo Ancelotti.

Una corona muy previsible que engordaría, sobre todo, al preparador italiano al convertirlo en el único en la historia en alzar las cinco grandes Ligas europeas. Previamente, lo hizo en Italia con el Milan (2003-04), en Inglaterra con el Chelsea (09-10), en Francia con el PSG (12-13) y en Alemania con el Bayern (16-17). Aunque él, supersticioso, prefiere no hacer ningún balance de sus dos décadasen los banquillos sin tocar antes la plata del trofeo.

El duelo de entreguerras frente al Espanyol obliga a Ancelotti a tomar decisiones sobre un once que habitualmente se ha recitado de carrerilla. Las ausencias de Alaba, lesionado y duda contra el City, y Nacho y Militão por tarjetas, le dejan sin sus tres centrales de referencia. Anunció que parcheará el eje de la zaga con Vallejo, que apenas suma 14 minutos (nadie ha jugado menos que él), y probablemente con la reubicación de Casemiro, según dejó caer. Las piernas frescas de Camavinga, Ceballos y Asensio apuntan también a la titularidad, y queda por ver qué hace con Vinicius y Benzema, un material muy sensible. El cruce de caminos entre la posibilidad de festejar la Liga sin más demoras y la fascinación por la Champions le exige hilar fino para asegurarse el título ante su público sin perder efectivos por el camino.

El punto de inflexión de Cornellà

El que vuelve a faltar es Gareth Bale, baja de última hora por “molestias fuertes en la espalda”, según el club. El galés, pitado con saña hace dos semanas en su vuelta al Bernabéu dos años después, no está a disposición de Ancelotti y ya se verá si aparece en las hipotéticas celebraciones. “Tenemos un match ball y los tenistas grandes lo ganan. Nosotros somos un gran equipo y, cuando puede dar el golpe en la mesa, lo da”, proclamó convencido el italiano sobre un encuentro que tampoco necesita de ninguna hazaña. La cercanía de la vuelta europea frente al City no evitaría la fiesta de la plantilla —”si tenemos que celebrar, vamos a celebrar, como hace todo el mundo”, advirtió el técnico—, aunque el entrenamiento de este domingo seguiría vigente, matizaban desde Valdebebas.

Al Madrid se le presenta la mejor opción para cerrar ya la Liga contra el Espanyol, cuyo enfrentamiento y derrota (2-1) en la primera vuelta marcó un punto de inflexión en su camino al título. La caída aquella tarde de domingo a principios de octubre movió a Carletto a tomar una decisión que resultó estratégica. Después de dos primeros meses de indefinición y rotaciones varias, el fiasco de Cornellà le empujó a una conclusión: el 4-3-3 con Casemiro-Kroos-Modric en el medio como innegociables era el sistema idóneo para esta plantilla, y el equipo debía retroceder unos metros en defensa para buscar las contras. La medicina tuvo efectos inmediatos: 15 partidos invicto, 11 de ellos en Liga, una racha que le dio el colchón que ha ido gestionando después sin más sustos que un clásico caótico (0-4). Esa noche, Ancelotti sacó el cilicio, asumió toda la culpa del desatino de Modric como falso nueve y pidió cabeza fría para administrar la ventaja. Y así fue.

Rubiales confirma a última hora su asistencia

Si el Real Madrid se corona campeón, recibirá la copa en el mismo Santiago Bernabéu y lo hará de manos del presidente de la Federación Española, Luis Rubiales, extremo que no estuvo confirmado hasta apenas cuatro horas antes del partido. Durante los dos días previos, el organismo no pudo garantizar su asistencia porque, según fuentes oficiales, la antelación con la que el equipo blanco podría lograr el título (con cuatro jornadas aún por celebrar) unida a los compromisos que ya figuraban en la agenda del dirigente, dejaban en el aire su presencia en el palco.

La figura del presidente de la Federación se ha visto salpicada en los últimos diez días por la publicación en El Confidencial de una serie de audios entre él y Gerard Piqué en los que ambos conversan, principalmente, sobre las negociaciones con Arabia Saudí para llevar a este país asiático la celebración de la Supercopa de España. El jugador del Barcelona, a través de su empresa Kosmos, ofreció a Luis Rubiales la posibilidad de celebrar allí este torneo, algo que, según aseguró el dirigente, el organismo cerró con las autoridades locales a cambio de 40 millones anuales. Por su parte, la compañía del azulgrana acordó una comisión de cuatro millones (el 10%) que, tal como insistió el presidente federativo, recibió de Arabia y nunca de su institución.

La noticia generó, sobre todo, un fuerte debate sobre la idoneidad ética de esta operación, teniendo en cuenta que Piqué iba a disputar probablemente este torneo, como así fue, habiendo sido antes parte y beneficiario de las negociaciones. Al dirigente, además, también le afectaba porque la parte variable de su sueldo depende de la cuantía de este tipo de acuerdos económicos. Rubiales se defendió en una larguísima y delicada comparecencia, donde subrayó que esta operación había superado tres filtros de un comité ético.

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