El regreso fallido de Sergio Ramos
Tras un año de lesiones, el excapitán del Madrid vuelve al Bernabéu sin poder jugar con el PSG, donde se entiende con Messi para sumar títulos juntos
Hace ocho meses, Sergio Ramos no se quería ir del Real Madrid, y ahora, cuando quería volver a jugar en el Santiago Bernabéu, no ha podido hacerlo. Entonces, terminó la temporada en el banquillo de la grada del Alfredo di Stéfano, lesionado. Este miércoles, enrolado ya en las filas del Paris Saint-Germain, verá el partido de su equipo contra sus antiguos compañeros desde la grada del Bernabéu, también por una lesión de la que aún no se ha recuperado del todo. No se trata del mismo percance. Son solo dos de una larga serie cuyo comienzo puede situarse en el 6 de febrero del año pasado, cuando le operaron del menisco de la rodilla izquierda. Desde entonces, ha jugado 547 minutos, en diez partidos: tres con el Real Madrid, dos con la selección española y cinco con el PSG.
“No está desesperado”, dicen fuentes de su entorno. “En 17 años de carrera no le había pasado algo así, pero tiene la cabeza fuerte y es capaz de sobreponerse”. Una fuente del PSG habla de una especie de frustración controlada: “Sergio está sufriendo”, dice, aunque también descarta que el fastidio le haya llevado a la desesperación.
La interminable cadena de lesiones musculares que ha apartado a Ramos de los terrenos de juego durante el último año se ha mezclado, además, con la amargura de una ruptura de un cariz casi amoroso con el club en el que jugó 16 años, seguida de una mudanza de país cuando concluía las obras de su nueva casa en Madrid.
Los primeros días en París los pasó alojado con su familia en el hotel Le Royal Monceu, en el que un mes más tarde también durmió Leo Messi después de firmar con el PSG. Es la primera parada oficial en el club, lujosa, aunque con algún inconveniente desde el punto de vista de los futbolistas: se encuentra a solo 400 metros del Arco de Triunfo y, después de unos días, a los jugadores les incomoda la cantidad de aficionados y turistas que los aguardan a la puerta, y desde ahí tratan de seguirlos a cualquier parte.
A Ramos lo sacó de ahí Keylor Navas, excompañero en el Real Madrid y amigo cercano. “Keylor y él son como hermanos. Ejerció como una especie de anfitrión de Sergio en el club”, dice una fuente cercana al portero. En un primer momento, Ramos se instaló en casa del costarricense, mientras que su familia regresó a Madrid. Querían encontrar la vivienda definitiva antes de mudarse todos a París: su esposa, Pilar Rubio, y sus cuatro hijos.
La búsqueda no resultó sencilla. Les preocupaba, sobre todo, la seguridad de la familia, acostumbrados al entorno cerrado de La Moraleja. No encontraban nada similar en la capital francesa, y al final se decidieron por una casa en un pueblo al oeste de la ciudad, lejos de Neuilly-sur-Seine, el barrio parisino donde viven otro excompañero del Madrid, Ángel di María, y varios de los sudamericanos de la plantilla; pero cerca de la ciudad deportiva, en Saint-Germain en Laye.
Allí trasladó la cámara hiperbárica que tenía en su casa de Madrid y que lleva años usando para mejorar la recuperación física. Y allí instaló también un completo gimnasio, donde ha pasado muchas horas para complementar el trabajo en la ciudad deportiva y ponerse de nuevo a punto después de cada recaída, la última, la que le ha impedido jugar este miércoles, en el gemelo derecho.
Pintura y clases de idiomas
A su casa parisina también se ha llevado los óleos y los lienzos, una de sus últimas aficiones, que en parte comenzó para apaciguar la adrenalina que no le dejaba dormir después de los partidos, como contó en la segunda temporada de la serie documental de Amazon: “La pintura es algo que siempre me ha apasionado, sobre todo estos últimos años”, dice. “Me gusta aprender y me gusta ver una evolución. No quiero demostrar nada a nadie. Me da igual lo que digan. No me preocupo ni busco una opinión. Pinto para desconectar, para evadirme. Y busco reencontrarme con momentos de soledad”. Hace poco compartió en Instagram un vídeo breve en su estudio sobre el que escribió: “Cada uno pasa la tarde como quiere”.
Otras las pasa con clases diarias de inglés y algo menos frecuentes de francés. Casi todos hablan español en la caseta del PSG, así que no se siente tan urgido a aprender el idioma local.
Aunque en lo que sigue teniendo sobre todo en la cabeza, según fuentes de su entorno, es sumar más títulos. Ni asomo de tentación de retirada. Para eso, ha encontrado en París un compinche inimaginado hace pocos meses. “Ha caído de pie con Messi”, apunta una fuente con acceso al vestuario del PSG. Ambos se han cruzado justo después de salir a disgusto del club del que fueron capitanes durante años y saben que comparten objetivos, dice una fuente cercana a Ramos.
Lo que de momento no han podido compartir es mucho tiempo en el campo. Durante los partidos en el Parque de los Príncipes, se mezclan más sus hijos, ya que los palcos de Messi y Ramos están situados al lado.
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