El incidente de Al-Khelaifi pone a prueba a la UEFA
El bronco comportamiento del presidente del PSG medirá la independencia de los servicios disciplinarios de la entidad de la que es aliado y dirigente
La gravedad de los hechos protagonizados por el presidente del PSG, el catarí Nasser Al-Khelaifi, al término del encuentro con el Madrid describieron a un hombre desquiciado. Su condición de miembro del comité ejecutivo de la UEFA, organizadora de la Champions League, no impidió a Al-Khelaifi plantarse enfurecido en la puerta de la caseta arbitral del Bernabéu. Su ira desatada ante los atónitos empleados madridistas —amenazó de muerte a uno de ellos que grababa la dantesca escena— y los colegiados ha transmitido una imagen macarrónica de su figura y, por ende, del club. Las proclamas que la UEFA difunde en los días de competición sobre el buen comportamiento deportivo fueron quebradas en los pasillos del Bernabéu por el dirigente y el director deportivo, el brasileño Leonardo, muy enojados por considerar que el primer gol de Benzema fue precedido de una falta sobre el meta Donnarumma. “Mostraron un comportamiento agresivo e intentaron entrar el vestuario de los árbitros. Incluso después de que el árbitro les pidió que se fueran, bloquearon la puerta y el presidente deliberadamente golpeó la bandera de uno de los asistentes, rompiéndola”, reflejó en su acta el holandés Dannie Makkelie.
Recogidos los hechos en el acta arbitral, Al-Khelaifi se expone a una sanción de inhabilitación de varios meses por parte de la misma entidad de la que es miembro de su comité ejecutivo por su condición de presidente de la Asociación de Clubes Europeos (ECA). El dictamen pondrá a prueba la independencia de los servicios disciplinarios de la UEFA con un dirigente que es la mano derecha y el gran aliado del presidente Alekxander Ceferin en la batalla de la Superliga. Además, el incidente de Al-Khelaifi poco ayudará en un fútbol francés azotado por los incidentes con los ultras.
Las tres derrotas más duras del PSG en la competición en la que aspira a inscribir el nombre de Catar como estado gestor de un club campeón de Europa contienen matices que las entroncan. Los traspiés fueron ante tres clásicos representantes del pedigrí del fútbol europeo y dejaron al descubierto las costuras del megalómano proyecto que administra Al-Khelaifi bajo la supervisión en la distancia del reino catarí. La remontada del Barça (6-1) en los octavos de final de 2017, la pérdida de la final de 2020 ante el Bayern (1-0) y la estrepitosa caída ante media hora de fútbol visceral del Madrid revelaron a un equipo sin alma para reaccionar ante la adversidad. En esos tres tropiezos el equipo transmitió la sensación de ser víctima de la falta de identidad causada por la amalgama de contrataciones millonarias. La languidez y la falta de rebeldía de Messi, Neymar y Mbappé ante el tsunami de fútbol sentido que impuso el Real para remontar tras el empate reflejaron esa carencia identitaria del club parisino.
Desde que el reino catarí se hizo con la propiedad de la entidad en 2011 la cuenta de las inversiones en fichajes del PSG asciende ya a 1.400 millones de euros. En algo más de una década, solo Kimpembe se ha instalado en la primera plantilla del club como representante de la cantera. Por el contrario, la nómina de contrataciones estelares es de aúpa. Ibrahimovic, Lavezzi, Cavani, Di María, Neymar, Mbappé, Icardi, Ramos o Messi, por citar los más relevantes, han formado o forman parte de un proyecto que no logra alcanzar el gran objetivo para el que fue gestado.
La historia dice que ninguna otra entidad futbolística gastó tanto en una década para ganar tan poco en Europa, salvo la etiqueta de potencia económica bajo el modelo de club-estado. En cada gran envite perdido ante modelos clásicos de la aristocracia europea, el viejo fútbol se ha impuesto al conglomerado de vedettes que colecciona el PSG verano tras verano. La granada lista de los cinco técnicos (Ancelotti, Blanc, Emery, Tuchel y Pochettino) contratados bajo la dirección de Al-Khelaifi también ha fracasado. La dolorosa derrota en Chamartín ha puesto en el ojo del huracán la gestión del dirigente, que hasta ahora ha conservado el puesto por sus fuertes lazos de amistad con el emir catarí, Tamid Bin Hamad Al-Thani.
La hinchada del PSG ya mostró recientemente su descontento con la gestión de Al-Khelaifi y Leonardo, con manifestaciones en las que criticaban la factoría de venta de camisetas que consideran se ha transformado el club. Los aficionados detectaron desde el inicio de curso los problemas para superar en la liga francesa a equipos inferiores a los que terminó imponiéndose en los minutos finales de los encuentros.
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