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Ramos-Neymar, alianza por la Champions

La complicidad del sevillano con el brasileño en busca de otra ‘Orejona’, unida a la amistad con Navas, las preferencias familiares y los dos años de contrato, llevan al central al PSG

Neymar y Ramos se saludan tras un Real Madrid-PSG de Champions de noviembre de 2019.
Neymar y Ramos se saludan tras un Real Madrid-PSG de Champions de noviembre de 2019.Rodrigo Jiménez (EFE)

Sergio Ramos desembarca en el PSG para las dos próximas temporadas, según anunció el club francés este jueves. Una semana después de su salida definitiva del Real Madrid, el central encontró en París el destino que, a los 35 años, colma sus ambiciones actuales. Por la extensión del contrato (el club blanco solo le ofrecía una campaña más), la complicidad con varios de los jugadores que se va a encontrar en el vestuario, la gran obsesión europea del equipo y el magnetismo de la ciudad, las piezas le han encajado rápido al sevillano. Una vez fuera del Bernabéu tras 16 cursos como blanco, sus aspiraciones deportivas, personales y familiares han convergido en la capital francesa.

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Su llegada al PSG convierte el Parque de los Príncipes en el escenario de varias historias. Por su reencuentro con viejos compañeros y hasta amigos (Keylor Navas y Ángel Di María), por su alianza con la estrella con la que hace no tanto se guiñó el ojo ante la posibilidad de que sus caminos se unieran en el Real Madrid (Neymar), o por su probable convivencia con el gran deseado de la entidad merengue (Kylian Mbappé). Una confluencia de tramas para las que solo habrá un objetivo, la Champions, el único fin posible después de la enorme inversión realizada en la última década por el Estado de Qatar.

Un elemento de atracción del defensa de 35 años a París ha sido Neymar, estrella sobre la que en estos momentos no existen dudas sobre su continuidad a largo plazo (tiene contrato hasta 2025), algo que no puede decirse de Mbappé. Entre el brasileño y el sevillano se estableció una complicidad en el verano de 2019, cuando el primero sí buscó salir del PSG, especialmente al Barcelona, aunque con la opción del Real Madrid en la sombra. En esos meses agitados, se abrió una vía de comunicación entre ambos en la que Ramos le mostró sus simpatías para que diera el paso de vestirse de blanco. Neymar quería otra Champions y el zaguero le enseñó las puertas del Bernabéu como un lugar favorable a ese tipo de empresas. Aquello no fue posible, tampoco su regreso al Camp Nou, pero ahora los dos se reúnen en el Parque de los Príncipes con la misma aspiración. “Intentar añadir más títulos al palmarés”, subrayó el central hace tres semanas en su despedida del Madrid como objetivo principal en la nueva etapa que empezaba entonces, aún sin saberse que París sería su destino.

Y en la capital francesa, con la Liga como una obligación más que como una meta, solo existe un camino al éxito: la Orejona. Con Navas, Neymar y Ramos, que ya saben qué es levantarla, el PSG espera que la experiencia y el conocimiento de una competición tan traicionera les ayude a tocar cima por primera en la historia del club. A esa misión también se unió recientemente uno de esos apellidos que no están tan aquilatados, pero que tan útiles resultan para abrir camino en medio de la selva, Georginio Wijnaldum, que ya la ganó en 2019 con el Liverpool. Y jóvenes como Achraf y, muy probablemente, el meta Gianlugi Donnarumma.

El idioma de la caseta

El portero de la Azzurra competiría con Keylor Navas, un viejo amigo de Sergio Ramos, otra de las razones que han influido en la decisión del español. Entre ellos se tejió una buena amistad en las cinco temporadas que coincidieron en Valdebebas (2014-2019), como quedó prueba de ello en las vacaciones que ambos y sus respectivas familias compartieron hace dos veranos en Costa Rica, justo antes de la salida de Navas al PSG. Pero, sobre todo, se hizo visible por el respaldo que Sergio Ramos le dio al portero en sus momentos de mayor debilidad.

Pese a ser el guardameta de las tres Ligas de Campeones consecutivas, el tico se vio a menudo cuestionado por la cúpula blanca, que finalmente fichó a Thibaut Courtois en 2018. En ese proceso de desgaste, el central, en el papel de capitán merengue, le exhibió su apoyo. La ascendencia del costarricense era grande en aquel vestuario liderado por Ramos, tanto que Courtois reconoció tiempo después que en la campaña que convivió con Navas en el Madrid (2018/19) se llegó a sentir al principio como un cuerpo extraño, condicionado por el cariño que despertaba su competidor en la intimidad de la caseta, una situación que eso afectó a su rendimiento. Solo cuando el sudamericano se marchó a París, el belga se sintió libre para mejorar bajo palos. Ahora, dos cursos más tarde, Ramos aterriza en París seducido también por la presencia de Navas.

Y, al margen de los nombres más aristocráticos y de las grandes ambiciones deportivas, también han pesado otros factores nada despreciables, como la preferencia familiar por París en perjuicio de otras grandes ciudades y el hecho de que el idioma vehicular en la caseta sea el castellano. En estos momentos, además de Navas, Neymar y Achraf, allí están también los españoles Sergio Rico, Pablo Sarabia, Ander Herrera y Rafinha, y los argentinos Ángel Di María, Leandro Paredes, Mauro Icardi y el técnico Mauricio Pochettino. Hasta Mbappé se maneja con el idioma.

Una suma de pequeñas y grandes cosas que han conducido a Sergio Ramos a la gran pompa de París, donde habita un club lleno de estrellas y huérfano del gran título.

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