Marc Márquez: “Este invierno tuve ansiedad, perdí peso y se me llenó la cara de granitos”
Uno de los veteranos de la parrilla y con seis títulos de MotoGP, el piloto de Honda se prepara para atacar el campeonato y volver a la cima tras dos inviernos en que le persiguieron las lesiones y los miedos
Quiere posar serio para la foto, pero se le escapa la carcajada. Marc Márquez (Cervera, Lleida; 29 años) está tranquilo, confiado. Y sonríe. Lo ha hecho poco en los últimos dos inviernos. Unas cuantas lesiones —incluida una diplopía, visión doble—, tres operaciones —en el húmero derecho—, demasiado dolor, tantas dudas. Ahora, sin embargo, aspira a descubrir un nuevo Márquez, más maduro y selectivo, más atento y menos visceral en la toma de decisiones. Es lo que tiene hacerse mayor. “Tengo la crisis de los 30 antes de cumplirlos. ¡Ahora soy de los veteranos!”, se confiesa. Veterano y con seis títulos de MotoGP, se prepara para atacar el campeonato que comienza el 6 de marzo en Qatar con una moto muy distinta de la que le hizo campeón por última vez en 2019.
Pregunta. Honda ha hecho una pequeña revolución en el concepto de moto.
Respuesta. Ha cambiado mucho. Cuando en una moto se aprecia el cambio desde fuera, es que desde dentro es todavía mayor. En los años anteriores, como se iba ganando, los cambios en la moto eran pequeños. Pero cuando en una marca como Honda hay sequía de resultados llegan los cambios grandes. De entrada, no me sentía del todo cómodo con ella. Pero ya en Indonesia, en los últimos entrenamientos de pretemporada, empezamos a llevar la moto a mi terreno. A un tren delantero un poquito más nervioso. Por eso me he caído tanto. Pero es lo que me gusta a mí para exprimir esa velocidad y ese punto fuerte de mi pilotaje. Enseguida fui más cómodo. Y los resultados empezaron a llegar.
P. ¿Cómo se sintió al verse tan abajo en la clasificación?
R. Sabía que eran los primeros entrenos y que venía de tres meses de inactividad. Y cuando digo inactividad es ni bici, ni moto, ni nada. Cuando subí a la moto por primera vez, en Malasia, hacía solo semana y media que había empezado a entrenarme. Y físicamente no estaba bien. Pero en Indonesia ya nos pusimos delante. Nos llevamos los deberes hechos para casa. Aunque queda trabajo para llegar mejor físicamente a la primera carrera. No estaré al 100% en Qatar, no como me gustaría, pero sí en unas condiciones óptimas para empezar bien la temporada.
No se verá al mismo Márquez, pero se verá a un Marc evolucionado
P. El año pasado le costó sentir que la moto reaccionaba correctamente a lo que su cabeza pedía. ¿Ha vuelto ese pilotaje innato?
R. El año pasado me costó muchísimo. Ir en moto no se olvida, es como el que sabe esquiar, que de una temporada a otra hace la primera bajada más tranquilo y luego ya va. Pero yo tenía una limitación física por el brazo. Cuando aumentaba el dolor, disminuía la fuerza y no podía pilotar como quería. Y cuando ya empezaba a disfrutar un poquito llegó la lesión de la vista, que me ha tenido apartado otros dos meses y medio. Gracias al doctor Sánchez Dalmau y a su paciencia me he conseguido curar. Y ahora voy a por el brazo. Porque el brazo no está olvidado. Por eso me voy a Madrid a vivir. Haré un cambio importante en mi vida. He decidido apostarlo todo para volver a la cima, que es donde lo dejé. Pero he tenido que sacrificar ciertas cosas.
P. ¿Volveremos a ver al Márquez de hace tres años?
R. El mismo Márquez quizá no se vea. Pero se puede ver un Márquez evolucionado. O esa es mi intención. Vengo de vivir los peores momentos para un deportista: lesión tras lesión, y cuando parece que sales, llega otra lesión; y tocas fondo. Por eso, aunque Cervera y mi gente son sagrados, he decidido mudarme para volver a ese punto, para darle un aire fresco a mi vida y para encontrar el camino que me lleve de nuevo a ese pilotaje y a ese disfrute encima de la moto que, si llegan, llegarán también los resultados.
He decidido mudarme a Madrid y apostarlo todo para volver a la cima, donde lo dejé
P. En los primeros meses de su lesión en el húmero se tomaron decisiones erróneas. ¿Ha sentido frustración o rabia?
R. Lógicamente, si tuviese una máquina del tiempo cambiaría cosas. Y cambiaría aquella decisión de subirme tan rápido a una moto [lo hizo cuatro días después de operarse]. He aprendido que carreras hay muchas, pero cuerpo, solo uno. Si cuidas tu cuerpo tendrás muchas carreras. Pero a lo hecho, pecho. En su día tomé aquella decisión porque nadie me frenó, porque los doctores me dijeron que lo podía hacer. Pero pasó lo que pasó. Y me volví a romper. Por suerte, vuelvo a estar encima de una moto.
P. El año pasado hablaba de desazón, por no atisbar un final para una recuperación que se está haciendo eterna. ¿Cómo se sintió al ver que otra lesión le apartaba de las pistas?
R. Este invierno fue también duro. Diferente, porque cuando tienes una lesión en el brazo, por ejemplo, ves un progreso, hay dolor, hay un trabajo de fisioterapia para poder recuperarte. Pero cuando me pasó lo de la vista se sumaron dos factores: el primero, que ya lo había pasado y ya sabía lo que me venía; y cuando sabes lo que te viene muchas veces es peor. Y el segundo, que ni siquiera los doctores sabían si serían tres meses, seis, o si no me curaría nunca y no volvería a pilotar una moto. Llega un punto en que tu cuerpo desconecta. No es que sientas derrota, pero te dejas llevar. Piensas: que sea lo que Dios quiera. En todo ese tiempo hice caso a los doctores. Me pidieron que esperara tres meses, y si no se curaba en tres meses tendría que someterme a una operación y serían tres meses más. Yo no podía hacer nada. Entonces apareció la ansiedad, el no comer, porque no tenía hambre… Y el cuerpo reacciona: perdí peso, se me llenó la cara de granitos… Ahora, que no hace apenas ni un mes que he vuelto a ir en moto, he empezado a coger peso, a tener un buen aspecto.
Quería curarme para tener una vida normal. Lo deportivo era secundario
P. ¿Su mayor miedo era no poder volver a competir en moto?
R. Cuando tienes una lesión así, como esta de la vista, lo deportivo pasa a un segundo plano. Te preocupa más la vida, el día a día. El primer mes, el pasado noviembre, no podía ni mirar la tele; no podía andar bien, ni coger el coche… veía dos imágenes todo el día, sobrepuestas, borrosas, me mareaba. No podía hacer vida normal. Quería curarme para poder tener una vida normal. Esa era mi prioridad.
P. Hace unas semanas, Casey Stoner hablaba de lo mal que lo pasaba durante los fines de semana de gran premio. Y decía que tenía celos de Rossi y de usted, porque parecía que todo les importara un pito. ¿Cómo lidia con la presión?
R. Para mí, la presión deportiva, por hacer resultados es un placer. Es una presión bonita. La presión o la ansiedad me la pueden crear una lesión que hace que no sepas qué va a ser de tu vida; entiendo que la sufre la familia que pelea cada mes por sacar a sus hijos adelante. Pero la competición es mi trabajo y mi hobby. Puede que pierda un título, pero si no lo gano, ¿qué va a pasar? Nada. La vida sigue.
P. Cuando se lesionó el hombro estaba en el mejor momento de su carrera deportiva, se le consideraba uno de los mejores pilotos de la historia. ¿Qué cabe esperar ahora de Márquez?
R. Mi objetivo es mostrar un Márquez evolucionado. ¿Eso significa ser igual de rápido? Creo que sí lo puedo ser. Eso no se olvida. Y ya lo demostré el año pasado en algunos circuitos y situaciones. Pero tendré que saber utilizar mi experiencia, arriesgar lo justo y necesario, y también innovar; llegan pilotos jóvenes y si quiero alargar mi carrera deportiva y seguir ganando títulos tengo que saber reinventarme y adaptarme a las nuevas generaciones.
P. “El 2020 me demostró que esto se acaba cuando menos te lo esperas”, dice en la serie documental MotoGP Unlimited, producida por Mediapro y que se emite en Amazon Prime Video. ¿Hay que vivir al día?
R. La vida me lo ha demostrado. El estar ahí arriba y de golpe y porrazo bajar, tocar fondo, de un día para otro, sin comerlo, ni beberlo. Pero estas cosas pasan. Ojalá lleguen momentos buenos en un futuro, porque los voy a disfrutar el doble. Como el día a día. Y si se tiene que celebrar algo, lo haremos por todo lo alto. Porque los malos momentos llegan sin buscarlos.
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